Antonio Aracre es director general para Latinoamérica Sur de la mayor agroquímica del mundo, la china Syngenta, que supera en el ranking a Bayer (la compradora de Monsanto), BASF o Corteva (la ex DowDuPont). No es un empresario convencional. Sus opiniones suele salirse del discurso habitual en el establishment, salvo cuando defiende su industria. Este miércoles, junto con otros empresarios, cenó en la Quinta de Olivos con el presidente Alberto Fernández.
¿Cómo ve a la Argentina? Pareciera que en el empresariado se perdieron las últimas esperanzas durante el gobierno de Mauricio Macri…
Yo tengo cierto grado de optimismo. Creo que la Argentina tiene tantas posibilidades que parece resistente a todo, resistente al pesimismo de la población, resistente a las malas gestiones políticas, a la falta de diálogo entre los partidos mayoritarios, que es tan necesario para pensar el largo plazo de un país. El lema del último coloquio de IDEA (Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina) fue generación de empleo. La generación de empleo no se produce porque cambies una ley de indemnizaciones. La cosa se produce si hay crecimiento y si hay alternativas de negocio. Ahora, para que eso ocurra, vos tenés que marcar un sendero de previsibilidad que lo tienen que dar juntos el oficialismo y las oposiciones, y esto es lo que no pasa en la Argentina… qué sé yo… desde hace 20 años. Cuando vos ves lo fundamental, la Argentina produce o puede producir un montón de cosas que el mundo necesita imperiosamente. Y no me refiero sólo a bienes primarios, pero también, por supuesto, todo lo que es agricultura, ganadería, minería pero también están las ciencias del conocimiento y la posibilidad de crear nuevas industrias a partir de las ciencias del conocimiento, el turismo, los servicios. Existen sectores económicos que podrían descollar significativamente y traerle a la Argentina divisas, que se necesitan para salir de las crisis recurrentes, y trabajo. Lo que la política no está pudiendo entender de los dos lados de la grieta es el entendimiento para marcar cuatro o cinco puntos que no cambien. Para los próximos 10 años es fundamental que eso pase. Si no, es como que los inversores se quedan mirando y diciendo “¿ahora para qué lado iremos?”. Fíjate lo que está pasando ahora. No sabemos después de las elecciones el rumbo que se va a definir. ¿El Frente de Todos irá a una radicalización, dicen algunos, del núcleo kirchnerista, más hacia la izquierda, o será una mirada más de centro derecha, más pro mercado, más de control de la macroeconomía? Y si el mercado se está preguntando esto, si la gente se está preguntando esto, imaginate cada uno que tiene que poner una inversión. ¿Cuál es el horizonte de lo que viene en la Argentina? Parece que la política es tan importante para la economía porque es la que marca la expectativa.
¿Y qué hablaron anoche con el Presidente? ¿Él les prometió controlar al sector cristinista después de las elecciones, como se publicó por ahí?
De eso no hablamos. El presidente no prometió nada. Solo dio mensajes constructivos y positivos sobre el futuro, dando claridad de hacia dónde vamos.
Pero como la gente y empresariado en general no percibe aún esa claridad, ¿quién invierte? Viene un gobierno y cierra la economía. Viene otro y la abre. Viene el siguiente y la vuelve a cerrar… ¿Se inviertes pensando en una economía abierta o cerrada?
Bueno, te vas acomodando. El corto plazo es muy corto plazo. Invierten en aquellas cosas donde es tan evidente la oportunidad de negocio por las ventajas competitivas que tiene que no hay forma que eso a largo plazo, aun con distintos cambios, no pueda ser positivo.
¿El establishment no perdió la esperanza tras el fracaso de Macri?
No diría que se perdió la esperanza, pero sí que hay un fuerte escepticismo. Se necesita un shock para salir de ese estado. ¿Viste todo esto de que los pibes se quieren ir, de que la gente no ve futuro? Bueno. Se necesita un fuerte cambio. Yo espero que, pasadas las elecciones, que tienen un componente de especulación política muy alto, pueda venir una discusión entre los dos partidos mayoritarios. Cómo podemos para generar una agenda para que la gente y para que las inversiones vean que la Argentina tiene un futuro más allá de si en 2023 ganan unos u otros. Fijate lo que dijo Larreta en IDEA: “Yo puedo ganar con el 45% de los votos porque tengo más de 10 contra el otro, pero si no tengo el 70% de apoyo, no puedo gobernar”. Creo que eso refleja claramente que un gobierno que no logra articular acuerdos con la oposición o con sectores sociales importantes no puede gobernar porque básicamente no tiene el permiso para hacer transformaciones profundas, que son las que la Argentina necesita.
Usted está entre los sectores pujantes de la Argentina, el de recursos naturales, pero está bajo cuestionamiento, al igual que la minería y los hidrocarburos, por su impacto en la salud humana y el medio ambiente. ¿Cómo le ve usted?
Yo tengo una mirada diferente. Creo que las actividades que vos mencionás, como lo de Vaca Muerta, litio, agricultura, ganadería, son actividades que si son hechas correctamente, si se busca la manera sustentable de producirlas, no dañan el medio ambiente y no tienen por qué mucho menos dañar la salud. Es decir, esta es una discusión que muchas veces tenemos. El problema es que en los debates nos corremos mucho de la ciencia. Si vos creés en una agencia regulatoria que te aprueba un medicamento o una vacuna, ¿por qué no vas a creer en la misma agencia regulatoria cuando aprueba una nueva molécula que lleva años y años de estudios y de análisis desde el punto de vista del Ministerio de Salud, el de Medio Ambiente y de varias instituciones? O creemos o no creemos. Después, hay gente desaprensiva y hay que caerles con todo el peso de la ley a aquel que hace una aplicación descuidada, aquel que no mira si hay una escuela o una población rural ahí donde está generando una actividad productiva o extractivista. Pero eso es parte del control que tiene que ejercer el Estado, no de la restricción de la actividad. Sin que la Argentina designe las actividades sobre las que tiene más ventajas competitivas y a partir de las cuales se pueda generar crecimiento económico y dólares para crear otras industrias adicionales, no tiene salida.
Pero los que aprueban los eventos tecnológicos agrícolas, las semillas, muchas veces tienen que ver con esa industria. En la Facultad de Agronomía de la UBA (Universidad de Buenos Aires) conozco gente que está con la agroecología que dice la facultad está tomada, los manuales tienen financiamiento de las empresas. He hablado con productores agroecológicos que dicen han gastado un montón de plata con el paquete tecnológico y que ahora les va mucho mejor, mientras hay consumidores en los países desarrollados que cada vez quieren más esa agricultura.
Los antivacunas dicen lo mismo: que las agencias regulatorias de los medicamentos están copadas por la industria farmacéutica. Entonces tampoco deberíamos creer en las vacunas o en los medicamentos con ese criterio. Yo creo que se subestima mucho a los profesionales que trabajan en estas agencias y se los desacredita diciendo que trabajan para las grandes corporaciones. Opino diferente. Pero más allá de eso, te digo que a las empresas, en definitiva, nos toca escuchar al cliente. Si el cliente dice “che, yo quiero que de acá a 20 o 30 años la incidencia de productos químicos en el cuidado de las plantas vaya migrando hacia tecnologías más biológicas y menos agresivas con el medio ambiente”, bueno, tendremos, y de hecho lo estamos haciendo, que investigar, invirtiendo muchísima plata en investigación y desarrollo para encontrar esos productos. Lo que no se puede es desandar y de golpe decir “voy a dejar de lado todas las tecnologías que tengo hoy, que están probadas, que funcionan, que están reguladas”. Yo disiento con vos de que la tecnología te da las mismas respuestas.
No soy yo, lo escuché de productores.
La estadística es lo que cuenta. Si vos tenés 100 mil productores en la Argentina, no hablemos en el mundo, pero esto es válido para el mundo, y deciden pagar por lo que pagan por un paquete tecnológico, ¡son tan irracionales para hacerlo si no les redunda en ningún beneficio a nivel del rendimiento? Yo me niego a pensar en esa irracionalidad. En un país donde están tan castigados por impuestos, donde cualquier ahorro significaría un montón de dinero en su rentabilidad. Si lo hacen es porque realmente encuentran una diferencia importante. No hay actividad económica que no tenga impacto en el medio ambiente. Yo diría. Nombrame una. Ninguna. Entonces, claro, en todas las actividades hay graduaciones. Bueno, OK. Necesitamos producir alimentos para un mundo que crece y crece. Fíjate lo que es India y China. Necesitamos tecnologías que permitan producir una cantidad de alimentos para que el precio no se dispare aquí. Fijate lo que pasó por algún desajuste logístico, ni siquiera de producción, sino de barcos y contenedores que estaban desajustados o tripulación que no quería viajar para trasladar los granos. Significó un aumento en el maíz y la soja en los últimos 18 meses. ¿De cuánto? 30, 40%. Entonces, fijate lo que significaría un mundo que deje de usar la tecnología de la noche a la mañana, te quedarías básicamente con un 50% de la producción de la materia prima para los alimentos. Eso tendría un impacto, generaría una hambruna, peor que una bacteria, que una pandemia sin vacunas.
Con la agroecología, ustedes se quedarían sin negocio.
Todavía no están alcanzando el nivel de eficacia que tienen los productos que utilizamos hoy para proteger a los cultivos. ¿Qué sucederá cuando se acerquen a eso? Entonces seguramente haya una migración acelerada, pero todavía no estamos ahí.
¿Hay restricciones a las importaciones de agroquímicos, que terminan pagándose a un dólar paralelo?
No hay restricciones. Lo que hay son acuerdos anuales que se respetan, basados en las necesidades de importación que cada empresa puede justificar en función a lo histórico y a sus perspectivas de crecimiento. Perspectivas que a su vez se deben poder financiar porque hay una escasez lógica de dólares en el país. Para mitigar eso, en nuestro caso nos apalancamos en dos estrategias: la de de sustitución de importaciones, que venimos implementando desde hace dos años y negociando con las autoridades, y la integración vertical hacia la exportación para hacer que la balanza de dólares utilizados y generados sea lo más neutra posible. No es verdad que los precios de los insumos aumenten en base al dólar paralelo. Eso está sumamente regulado. Los precios se rigen por el dólar oficial. En otros mercados más vinculados a los servicios, o más informales, la gente puede que intente, frente a la duda o la incertidumbre, dolarizar sus ingresos al paralelo y algunos pueden hacer porque ofrecen productos o servicios muy únicos o monopolizados.
AR