Esta semana se cumplen 10 años del rescate financiero en España, aquella inyección de fondos europeos para sanear el sector bancario español. Más allá de que la devolución de las ayudas públicas se contempla una quimera una década después, uno de los efectos principales de esta reestructuración de la banca en España ha sido la concentración. Lejos de frenarse, las presiones recibidas durante la pandemia llevaron a que se produjeran dos nuevas fusiones: CaixaBank con Bankia y Unicaja con Liberbank. Pudo haber incluso una tercera, entre BBVA y Sabadell, cuyas negociaciones fracasaron. Con ello, las cinco grandes entidades que operan en España acumulan ya el 70% de los activos y el nivel de concentración supera con creces a las grandes economías europeas.
Estos datos corresponden a un reciente informe elaborado por el Banco Central Europeo. El organismo supervisor no identifica a qué cinco entidades se refiere, si bien se conoce que por tamaño de balance son Banco Santander, BBVA, CaixaBank, Banco Sabadell y Unicaja. En años anteriores la plaza de Unicaja correspondía a la ocupada por Bankia, que fue absorbida. El BCE señala en concreto que el quinteto de las grandes entidades controla el 69,3% del sector, lo que supone 2,8 puntos más que en el año anterior. En toda la Unión Europea, solo el sistema bancario irlandés se ha concentrado más en el último año (4,3 puntos), aunque su porcentaje es significativamente menor al de España. Se suele tomar de referencia para esta comparación los activos de los bancos por la idea que permiten aproximar sobre el peso que tienen sobre el conjunto de la actividad crediticia del país.
España no figura entre los países de la UE con un nivel de concentración más elevado, si bien esta lista la encabezan economías y mercados mucho más pequeños, como Grecia, Estonia o Lituania. Es en la comparación con las grandes economías del continente cuando se aprecia las fuertes diferencias que existen. El nivel de España, que ronda el 70%, es sustancialmente más elevado que el de Italia, por ejemplo, donde apenas se supera el 51%. O que el de Francia, que queda por debajo del 50%. Sin embargo, la mayor diferencia que se aprecia es respecto a Alemania, la mayor economía de la UE, donde los cinco grandes bancos apenas controlan el 31% de los activos del país, menos de la mitad que en España. Las tres grandes economías del continente se sitúan, junto con Austria y Luxemburgo, entre los cinco territorios con una concentración más baja.
El propio BCE señala en su análisis de los datos estructurales del sector bancario en Europa que las estadísticas de concentración “difieren ampliamente” por país, entre el 29% de Luxemburgo y el 98% de Grecia. La media europea se sitúa en el 67%, dos puntos por debajo del nivel español.
El porcentaje de activos en manos de las cinco principales entidades no es el único baremo con el que se mide la concentración del sector por parte del BCE. El otro es algo más complejo y se conoce como el índice Herfindhal. Este baremo, de hecho, es el que se utiliza habitualmente por las autoridades de competencia para medir el nivel de concentración de un sector en una economía. Cuanto más elevado es, más concentrado está el sector. En el caso de la banca en España, el BCE lo sitúa en el 0,127, muy por encima del dato de Italia (0,077), Francia (0,066) y, sobre todo, Alemania (0,029). Solo un país como un Hungría ha tenido un crecimiento mayor en el pasado año que el que ha tenido España. Aunque en este caso el método de cálculo es distinto al modelo anterior, los resultados son muy similares.
El cambio es muy relevante si se compara con los datos que existían antes de la crisis financiera y del rescate, del que ahora se cumplen 10 años. Una de las cuestiones que se decían entonces mucho sobre el sector financiero era que en España estaba muy atomizado. Desde entonces han desaparecido decenas de entidades que han ido siendo absorbidas por los bancos más grandes. Por ejemplo, CaixaBank es hoy el resultado de la unión de más de una veintena de bancos y cajas que existían por aquel entonces. Grandes nombres como Bankia o Popular han desaparecido por el camino para acabar integrándose y aumentando el tamaño de los bancos españoles.
Si en 2008 se hablaba del concepto 'too big to fall' o 'too big to fail' —demasiado grande para caer— como un riesgo para el sistema de las grandes entidades, durante la pandemia se incentivaron por parte de los supervisores las fusiones. Si bien fue un llamamiento europeo, es España el país donde se ha hecho más notorio. De hecho, mientras en España la cuota de mercado de los cinco grandes bancos aumentaba de manera significativa, en otros países, como en Alemania, caía.
Cuando la alargada sombra del pinchazo de la burbuja inmobiliaria asomaba por el horizonte, allá por 2008, en España las cinco entidades más grades acaparaban apenas un 42% del total de los activos del sector bancario. Hoy, el quinteto de líderes de la banca española acapara 27 puntos más de cuota de mercado. Solo en Grecia, donde el porcentaje que tienen los más grandes ha crecido desde entonces en 28 puntos ha habido una concentración mayor en la UE. En este mismo periodo, el aumento en Alemania ha sido de apenas nueve puntos y en Francia hay un nivel más bajo de concentración que entonces.
Los efectos de 15 años de fusiones
Estos datos son el efecto a nivel nacional de casi 15 años de continuada concentración en España. Sin embargo, hay otros baremos que muestran cómo la desaparición de decenas de entidades y de miles de oficinas dejan escaso margen de elección a los clientes, especialmente a aquellos menos digitalizados, más mayores, o en áreas menos pobladas. Las estadísticas que maneja el Banco de España sirven para constatar, entre otros aspectos, que en la mitad de las provincias españolas son solo tres entidades las que controlan el 75% de las sucursales del territorio. O que actualmente hay menos de dos oficinas por cada 1.000 ciudadanos mayores de 60 años. Además, más de 230 municipios en España perdieron su última sucursal durante la pandemia.
El Banco de España cifra en sus estadísticas algo menos de dos centenares de entidades de depósito —bancos— en España. Si bien, son apenas una docena de grupos los que tienen una relevancia real en el sector. Tras las fusiones del pasado año, se puede dibujar a grandes rasgos un sector en tres niveles, según el tamaño y el volumen de activos. En el primero estarían BBVA, Santander y CaixaBank. En el segundo, aparecen las otras tres entidades cotizadas, Banco Sabadell, Unicaja y Bankinter. Por último, hay otras entidades que si bien a nivel nacional tienen pesos más reducidos, siguen siendo referentes a nivel regional, como son Ibercaja, Kutxabank, Abanca o Cajamar.
Superada buena parte de la incertidumbre que produjo la pandemia para la banca —a la espera de conocer la evolución de la morosidad por el efecto de la inflación entre aquellos que no se habían recuperado de la crisis sanitaria—, en el sector ya no es un tema central el recorte de costes o las fusiones. Son miles las sucursales que se han cerrado en los últimos dos años y durante el pasado ejercicio se acordaron ERE que afectaban a 19.000 personas. Tampoco se habla abiertamente como antes de las fusiones. En los distintos foros en los que participan banqueros o supervisores se entiende que España ha alcanzado un nivel de concentración “bastante importante”, como señaló el pasado año Luis de Guindos, vicepresidente del BCE y el ministro que ejecutó buena parte del rescate bancario.
DL