La inflación de julio creció moderadamente, a 6,3%, con respecto al 6% registrado en junio. A pesar de que el dólar blue subió 11% en julio, dicha volatilidad no impactó de manera directa en los precios. Comunicaciones, recreación y cultura, y bebidas alcohólicas y tabaco fueron los segmentos más afectados.
El 6,3% de inflación de julio no refleja el salto que el mercado esperaba. Este dato podría reflejar un cierto alivio en el Gobierno de cara a las elecciones de octubre de no ser porque para agosto se espera un alza segura en el índice como consecuencia de la devaluación del tipo de cambio oficial, de $ 298,50 del viernes anterior a las PASO a $ 365,50 el lunes. Si bien puede parecer una buena noticia el hecho de que la inflación no se haya disparado, aún continúa en niveles muy elevados.
Según informó hoy el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC), la inflación interanual –julio 2023 versus julio 2022— alcanzó el 113,4%, mostrando un leve descenso contra el interanual del mes pasado –había alcanzado el 115%—. Desde que comenzó el año, es decir tomando de enero a julio, la inflación acumula una suba del 60,2%.
Si bien la suba generalizada de precios en la Argentina se ha mantenido considerablemente alta, entre abril y junio había comenzado a descender de manera gradual. Aunque leve, el último dato publicado por el INDEC, el de julio, rompe ese principio de tendencia bajista.
“Sorprende el 6,3% por lo bajo. Uno hubiera esperado valores más cercanos a 7% por lo menos. Cuando se compara lo que es Gran Buenos Aires, al INDEC le da 6,2% y a la CABA le dio 7,3%. Hay unos números que llaman bastante la atención: uno de ellos es educación, donde el INDEC, en el caso del Gran Buenos Aires, tiene 7,2% y en CABA, 11%. Después, restaurantes y hoteles: el INDEC tiene 6,8% y CABA, un 12,4%. Por último, es muy llamativa la diferencia en transporte, donde el INDEC tiene 5,3% a nivel nacional y 3,9% en Gran Buenos Aires. De todos modos, julio ha quedado en el pasado y lo complicado será agosto”, afirmó Camilo Tiscornia, director de CyT asesores.
La elevada y persistente inflación sufrida durante este año sigue castigando fuertemente a los sectores asalariados y que perciben un ingreso fijo o semi-fijo como retribución a su fuerza de trabajo.
Una suba del dólar que, al menos en julio, no se trasladó directamente a los precios
La elevada inestabilidad cambiaria vivida durante julio no parece haber afectado de sobremanera a la evolución general de precios. El 1 de julio el dólar blue cotizaba en torno de los $ 494 mientras que para el último día del mes el valor final fue de $ 550, lo cual implica un incremento de más del 11%.
A este panorama se le sumó la devaluación fiscal selectiva adoptada por el ministro Sergio Massa una semana antes de finalizar el mes. Haber sumado, solamente, 0,3 puntos porcentuales a la inflación de junio es una sorpresa.
Al igual que lo sucedido durante los meses pasados, en el informe difundido durante el día de hoy por el INDEC se evidencian ciertas diferencias en torno a la evolución de los precios relativa a los sectores que componen el índice. Los más afectados fueron comunicación, recreación y cultura, bebidas alcohólicas y tabaco, y salud, con incrementos del 12,2%, 11,2%, 9% y 9%, respectivamente. A su vez, la inflación núcleo –aquella que no considera precios regulados ni estacionales- se mantuvo estable respecto del mes anterior.
Nuevamente, el segmento alimentos y bebidas ha evolucionado por debajo del nivel general de precios –al igual que lo sucedido en junio-. Es esperable que con el incremento del dólar blue y con la aplicación de la devaluación fiscal selectiva –especialmente la implementación de un nuevo dólar agro para el maíz-, haya en el futuro cercano un incremento en el precio de los alimentos. Este segmento lleva acumulado –en lo que va del año— 64% de inflación, siendo el sector –en conjunto con medicamentos— más delicado en torno a la afectación de la calidad de vida de los sectores más vulnerables. Dentro de alimentos y bebidas, las mayores subas ocurrieron en papa, cebolla, yogurt, arroz y azúcar.
Inflación, consumo y poder adquisitivo.
Si bien durante los últimos años hubo un incremento de la masa salarial real registrada –multiplicación del salario real promedio por la cantidad de asalariados— que empujó el consumo privado –durante el primer trimestre del año fue 13% superior que antes de la pandemia—, no se logró generar mejoras significativas en los ingresos registrados de la población.
Esto significa que, si bien la cantidad de trabajadores en actividad ha aumentado, el ingreso individual de cada uno –en promedio— no lo ha hecho en la misma medida. De hecho, en comparación con finales del 2015, el poder adquisitivo se encuentra un 20% por debajo aun teniendo la tasa de desempleo más baja desde el 2004 –en diciembre de 2015 la desocupación fue aún menor, pero en ese momento los datos fueron cuestionados por distintas organizaciones—.
El deterioro del poder adquisitivo de la población está directamente relacionado con la aceleración inflacionaria experimentada a partir del año 2015. Con la abrupta liberación del cepo, la eliminación de las retenciones y la apertura indiscriminada para la recepción y envío de capitales de corto plazo, la Argentina entró en un proceso de valorización financiera a partir del cual, la escasez estructural de divisas se profundizó fuertemente –y más aún a partir del acuerdo firmado con el FMI en 2018 por el gobierno de Macri-.
Es al día de hoy que, el Gobierno actual, no ha podido bajar la inflación y, de hecho, la ha casi triplicado desde que asumió. Pandemia, deuda con el FMI, guerra, sequía, incapacidad para administrar los dólares obtenidos producto de balanzas comerciales positivas, y financiamiento del déficit con exceso de emisión monetaria, son algunos de los factores que contribuyeron a este proceso de elevadísima inflación que castiga fuertemente a los sectores populares.
IC/JJD