Martín Guzmán va llegando al final de un 2020 en el que sobrevivió a todos los pronósticos apocalípticos y retuvo un cargo del que querían eyectarlo desde afuera y desde adentro del gobierno. Aunque marca que todavía falta para alcanzar una estabilidad sólida, logró domar al dólar con medidas de corto plazo no exentas de riesgo. Se muestra optimista de cara a 2021 y se prepara para cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario. El organismo que provoca pesadillas en los argentinos de a pie fue en los primeros meses de su gestión un aliado de hierro y tiene en esta etapa, según repite el ministro de Economía, una posición constructiva. Guzmán niega el ajuste, pero insiste en la necesidad de lograr el equilibrio fiscal, exhibe una fe envidiable en la recuperación económica y apuesta a que los salarios le ganen a la inflación en el año del descongelamiento de precios.
¿Cuántos días lleva de tranquilidad el dólar blue y cuánto puede durar?
Primero, el concepto de tranquilidad es relativo. La pandemia en Argentina fue precedida por una crisis que incluyó un período de cuatro años en el cual hubo un ingreso de capitales especulativos que en algún momento dijeron “no quiero estar más aquí”, y que buscan irse de alguna manera, cambiarse de posiciones de pesos a dólares, y eso pone presión en los dólares paralelos. Esto es un proceso, alcanzar una tranquilidad más permanente va a llevar tiempo. Hoy lo que hemos logrado es dar vuelta una situación de brecha creciente, ha funcionado el esquema que implementamos para ir reduciendo la brecha en los últimos meses y en 2021 hay un esquema macro en el cual el Presupuesto 2021 es el pilar central para seguir en ese sendero.
¿Cómo lo van a lograr?
Por un lado, con un esquema de administración cambiaria. En cuanto a los dólares paralelos, ha habido una subasta de deuda en dólares integrable por deuda en pesos, que busca limpiar efectos de la bicicleta financiera, y un esquema macro de políticas fiscales y monetarias consistentes. Se busca impulsar la recuperación económica, transitar el camino de la sostenibilidad fiscal e ir reduciendo el financiamiento monetario para que haya menos presión sobre todos los tipos de cambio.
¿Cómo se explica que se hayan perdido reservas con un superávit comercial excepcional, de alrededor de 12 mil millones de dólares en lo que va del año? ¿Se debe a la compra de dólar minorista o a que las empresas se llevaron dólares baratos para cancelar la deuda del sector privado?
Hay fuerzas económicas que implican que las reservas se reduzcan. Hemos atacado esas fuerzas, entre ellas las que usted menciona. En los años previos a nuestro gobierno, hubo un crecimiento muy fuerte de la deuda privada en dólares, no sólo de la deuda pública en dólares. Y durante este año, en lugar de refinanciar esos vencimientos, lo que muchas empresas hacían era obtener financiamiento en pesos en un contexto de pandemia y acudir al Banco Central a comprar moneda extranjera para pagar vencimientos de deuda, en lugar de hacer, como es normal, el rollover. Eso no se puede sostener. No hay ninguna economía del mundo que pueda financiar de golpe un desendeudamiento del sector privado con las reservas del Banco Central. Por eso hubo que tomar medidas. Por supuesto, la formación de activos externos también contribuye a las reservas que declinan, y por eso también se tomaron medidas. No son medidas que nos hayan causado simpatía ni alegría, pero eran necesarias para mantener la estabilidad.
Ninguna economía del mundo puede financiar de golpe un desendeudamiento del sector privado con las reservas del Banco Central. Por eso hubo que tomar medidas.
¿El gobierno no se equivocó al no impedir antes que las empresas se llevaran dólares baratos del Banco Central que hacían falta para lograr la estabilidad cambiaria?
La pandemia llevó a una reformulación de los planes de política monetaria y asistencia crediticia. La tasa de interés a la que se endeudaban las empresas tuvo que disminuir mucho y, al principio, se pensaba en una pandemia que podía durar dos, tres o cuatro meses. Pero la pandemia se fue alargando, todavía está presente y los planes se fueron adaptando. En un momento determinado, dijimos “bueno basta”. Hay que reordenar la estructura de tasa de interés y hay que impedir también que se continúe en una dinámica de no refinanciamiento de la deuda privada en dólares.
¿El ajuste que prevé el Presupuesto 2021 busca evitar un ajuste mayor como el que provocaría una devaluación brusca, dado que ese déficit se financia en parte con emisión monetaria que puede terminar yendo al dólar?
La reducción del déficit tiene que ver con dos factores. Primero, gastos que se decidieron en el momento más duro del COVID que ya no estarán presentes. Fuimos contracíclicos, aceleramos el crecimiento del gasto en el momento en el que la economía caía más, y después fuimos adecuando las políticas presupuestarias. El segundo factor que explica la reducción del déficit es el crecimiento de los ingresos fiscales, producto de una economía que se recupera. Cuando se mira los números en detalle, el Presupuesto es expansivo. El gasto y la inversión crecen con respecto a 2019 y también a 2020, si quitamos los gastos que no eran estructurales. Por supuesto que el Presupuesto tiene en cuenta que hay que mantener ciertos equilibrios y que hay que ser respetuoso de las restricciones de financiamiento que enfrentamos. Si no, se chocaría contra otra pared y eso sería peor porque la inestabilidad cambiaria es lo más regresivo que hay. Queremos evitar cualquier salto depreciatorio brusco, hemos logrado evitarlo sobre el tipo de cambio oficial.
Se van a aumentar las tarifas, se está saliendo de los Precios Máximos y va a haber un montón de precios que van a descongelarse. Si este año con precios quietos la inflación cierra en torno a 35% anual, ¿cuál va a ser el ancla antiinflacionaria de 2021?
Este año tuvimos un déficit fiscal mucho más alto que el que se esperaba, incluyendo intereses, va a terminar en alrededor de los 9 puntos del Producto. A pesar de que tuvimos que recurrir en mucho mayor medida al financiamiento monetario, la inflación se va a ver reducida alrededor de 20 puntos con respecto a 2019. Eso tiene que ver, por un lado, con recuperar el mercado de activos en pesos y, por otro, con el rol que tuvo el Estado en un proceso inflacionario. Para el año que viene, la inflación va a ser la principal ocupación y se la va atacar de forma integral. Uno es la política macroeconómica, el otro es el rol coordinador que juega el Estado para gestionar el conflicto distributivo. Va a haber presiones de ciertos sectores en recuperar márgenes de ganancia y el Estado tiene que tener un rol central, poniendo a todos en la mesa para que eso se gestione de una forma que no implique una espiralización.
Este año tuvimos un déficit fiscal mucho más alto que el que se esperaba, incluyendo intereses, va a terminar en alrededor de los 9 puntos del Producto.
Los salarios vienen de tres años detrás de la inflación y a veces parecen ser la variable de ajuste y el ancla antiinflacionaria. ¿Cuánto de lo que perdieron van a recuperar en 2021?
En los cuatro años de Cambiemos, el salario real cayó en tres de esos cuatro años. El ministerio de Trabajo acaba de publicar la evolución del salario real, medido septiembre de 2020 contra septiembre de 2019, la caída del salario real promedio es menos 0,2%. En un año en el que el Producto se achicó entre 10% y 12%, se ha protegido el ingreso real de los asalariados, a los sectores más vulnerables de la economía, a los jubilados, que no experimentaron este año una caída de las jubilaciones en términos reales.
Los que cobran la mínima.
Si, el 70% de los jubilados. Obviamente quisiéramos que hubiesen ganado más, pero no nos olvidemos de que en pandemia el tamaño de lo que se distribuye se achica. Para el año próximo, no solo es un objetivo del gobierno que se recupere el salario real, que crezca con la economía, sino que también es una necesidad para apuntar a la dinámica de recuperación. La recuperación del poder adquisitivo del salario es también necesaria para potenciar el crecimiento de la demanda.
No solo es un objetivo del gobierno que se recupere el salario real, sino que también es una necesidad para apuntar a la dinámica de recuperación.
El porcentaje es la clave por este contexto de suba de tarifas y precios que aumentan.
Si tuviésemos que seguir con con el cuadro tarifario que está en este momento suspendido pero vigente, habría aumentos irrazonables. Se está definiendo un nuevo cuadro que apunte a que haya tarifas razonables para los hogares y para las empresas, pero que al mismo tiempo no crezcan los subsidios en relación al Producto. Tener un equilibrio y respetar el equilibrio fiscal. Hoy la prioridad es la creación de empleo y para eso hay que destinar recursos a la obra pública, a la vivienda, a la inversión en salud y educación.
Forzado a negociar
¿Qué se está discutiendo hoy con el FMI? ¿Cuáles son las posiciones diferentes que hay y que demoran un acuerdo?
Que el FMI esté en Argentina es una circunstancia. Si me preguntan a mí o cualquier funcionario de nuestro gobierno si quisiéramos tener al FMI en Argentina, todos vamos a decir que no. No queremos que el FMI esté en Argentina. Pero está porque se tomó un préstamo récord de 57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones y no resultaron en nada que le implique a Argentina una mayor capacidad productiva. Nosotros tenemos que resolver el problema con responsabilidad.
El Extended Fund Facility (programa a largo plazo) que se va a acordar con el Fondo exige tradicionalmente reformas estructurales. ¿El gobierno piensa que es el único posible para el país y piensa que esta vez no va a demandar reformas estructurales?
Se elige ese programa porque el período de repago es más largo. Sobre las así llamadas reformas estructurales, hoy no se está discutiendo. Ni siquiera se les está dando ese nombre. Argentina tiene problemas estructurales clarísimos. Tenemos una estructura productiva que es incapaz de generar inclusión en todos los sectores de nuestra estructura sociodemográfica, generar un crecimiento de la productividad que nos permita una economía con más dinamismo, con más valor agregado, generar un crecimiento de las exportaciones que nos permitan poder pagar las importaciones que el crecimiento sostenido requiere.
El temor es a las recetas del Fondo que ya se aplicaron en Argentina, aunque ahora el gobierno habla de un nuevo Fondo.
No hacemos hincapié en un nuevo Fondo, hacemos hincapié en que hay un nuevo gobierno. Hoy conducimos nosotros y no vamos a hacer nada que se desvíe de defender los intereses del pueblo. Hay que actuar con responsabilidad, eso es lo que ha hecho el Presidente y lo que ha hecho también Kristalina Georgieva, que ha tenido una posición constructiva para negociaciones complejas que parten de la base de que tenemos que tener un acuerdo que no quisiéramos tener. Porque este gobierno no quiere que el Fondo Monetario esté en Argentina, pero está por lo que muchos consideramos que fue un préstamo político al gobierno anterior.
Para transitar el camino de la estabilidad, sí que necesitamos converger al equilibrio fiscal, sí que necesitamos poner las cuentas en orden.
¿Qué nivel de déficit fiscal, qué nivel de emisión monetaria y cuántas restricciones cambiarias va a haber en 2021?
El punto de partida es el Presupuesto, que va en el camino de la recuperación económica y la sostenibilidad fiscal, buscando ir poniendo las cuentas fiscales en orden, que es necesario. Hay que ir reduciendo el financiamiento que se le hace al Tesoro por parte del Banco Central y, para que haya estabilidad cambiaria, es necesario que las divisas que genera Argentina vía exportaciones tengan un correlato con la cantidad de pesos que se generan para financiar el déficit fiscal. Cuando ese correlato no existe, hay presiones cambiarias y más inestabilidad en los precios, en los ingresos en términos reales, en la demanda y en la actividad económica. Como sociedad tenemos que entender eso. Hemos tenido mucho tiempo de déficit fiscales crónicos, no en momentos como el actual. Ahora hay que tener déficit fiscal, hay que impulsar a la economía, el gasto crece —sacando los gastos COVID— para que la economía tenga fuerza para recuperarse. Pero no siempre tiene que ser así porque sino terminamos o tomando más deuda o recurriendo al Banco Central imprimiendo pesos, y sabemos que parte de esos pesos, en la medida en que no se corrija el déficit, terminan yendo al dólar.
¿Comparte el contenido de la carta de los senadores del Frente de Todos con respecto a la responsabilidad del Fondo en ese préstamo político y la necesidad de que el Fondo explique por qué financió a Macri?
La carta dice cosas que son todas ciertas, que hemos dicho muchas veces y consideramos que hay responsabilidad compartida. El Fondo Monetario, siempre que se termina un programa, hace una evaluación interna y eso es algo que tiene que hacer. Es sensato que la hagan.
Alguien cercano a la vicepresidenta me decía que el gobierno necesita un liberal en este momento de crisis y que usted era la persona indicada. ¿Usted cómo se define? ¿Cuál es su modelo económico?
Buscamos no atarnos a ningún esquema teórico. ¿Es el déficit cero un objetivo per se? No, de ninguna manera. Hoy el fin es la recuperación y la restauración de la estabilidad. Pero al mismo tiempo, para transitar el camino de la estabilidad, sí que necesitamos converger al equilibrio fiscal, sí que necesitamos poner las cuentas en orden. Querer hacer lo que hizo Cambiemos, de ir al equilibrio de forma inmediata, sería totalmente contraproducente. Ahora, no querer hacerlo en ningún momento sería no entender que hay restricciones que hay que respetar. Yo eso lo definiría como pragmatismo: ni la ortodoxia pura ni la heterodoxia pura.