La frase “vamos viendo” que tantas veces repitió Alberto Fernández en la intimidad de su gobierno, se escucha ahora de boca de los funcionarios que acompañan a Sergio Massa como ministro de Economía. “¿Harán un plan de estabilización o shock, como el Austral en 1985 o la convertibilidad en 1991?”, preguntó elDiarioAR a uno de ellos tras la conferencia de prensa de este viernes en la que Massa anunció que superó ampliamente su objetivo de liquidación de dólar soja a $ 200, al lograr US$ 8.123 millones, en lugar de 5.000 millones. “Vamos viendo”, respondió. “¿Y el desboblamiento cambiario?”, se interrogó a otro integrante del equipo económico. “Puede ser”, contestó.
Por el momento, lo seguro es que el ministro volvió a negar una devaluación del peso, que favorecería la acumulación de reservas al alentar la exportación y desincentivar la importación, pero también elevaría inicialmente la inflación aún más e incrementaría la pobreza del 36% actual al 56%, según sus propios cálculos. Una depreciación brusca es el primer paso para cualquier plan de shock en el que después se congelen por unos meses los precios del dólar, los bienes básicos, las tarifas y los salarios. En cambio, desdoblar es una devaluación encubierta pero gradual, en la que sólo algunos determinados productos y servicios pasan a regirse con un dólar más alto que el actual, a $147 el mayorista.
Este lunes comenzará a develarse parte del plan para seguir acumulando dólares en los últimos tres meses del año, después de la buena recaudación con el dólar soja, más allá de sus daños colaterales en términos de más inflación y más brecha cambiaria. Por un lado, Massa anunciará incentivos a la exportación y en particular el dólar tecno, por el que las empresas de la economía del conocimiento tendrán libre disponibilidad de parte de las divisas conseguidas con las ventas externas, similar a la ventaja que ya le concedió a la industria petrolera. Por el otro, creará un esquema que intente echar por tierra las medidas cautelares que consiguieron en la Justicia importadores para ingresar bienes que el Gobierno había frenado por considerarlos superfluos en un contexto de escasez de divisas. El ministro también negocia con el grupo Techint para que el acero importado de Brasil para elaborar aquí los tubos del gasoducto Néstor Kirchner, y que cuesta US$ 200 millones, sea financiado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de ese país, y no sea desembolsado por la filial argentina del conglomerado de Paolo Rocca.
Massa negocia con el grupo Techint para que el acero importado de Brasil para elaborar aquí los tubos del gasoducto Néstor Kirchner, y que cuesta US$ 200 millones, sea financiado por el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) de ese país
Massa descartó que vaya a instaurar dólares más altos para granos con impacto en la canasta básica, como el trigo, que se cosecha en diciembre. En cambio, evalúa un dólar especial para la minería. Sólo le dará tipos de cambios específicos a los sectores que le aseguren sustanciales ingresos de divisas. A las automotrices les concedió beneficios impositivos para exportaciones adicionales y de acá a fin de año espera que le provean US$ 500 millones. Claro que otros sectores hacen fila para pedir su tipo de cambio diferencial. Por eso proponen su dólar malbec, en el caso de las bodegas, o el dólar pyme, para que también se apuntalen los envíos al exterior de las pequeñas y medianas empresas.
Dólar Qatar
A su vez, las pymes reclaman que se cree un dólar Qatar, para que paguen más caro aquellos que viajen al Mundial, de modo tal de preservar las escasas divisas para importar insumos productivos. En el equipo económico admiten que, después de meses de análisis, todavía siguen estudiando la manera de encarecer el dólar turista, que está a $ 268, pero 46 corresponden al impuesto a las ganancias que se devuelve al año siguiente. Por eso, para muchos argentinos este dólar está barato y así es que los viajes al exterior son una de las cuatro principales canaletas por las que se escurren las divisas. Las otras son las importaciones autorizadas por cautelares, el atesoramiento de dólares y los pagos de servicios al extranjero, muchas veces intangibles, como cuando Fiat Chrysler Argentina debe pagarle a su casa matriz por la publicidad de Jeep que la Juventus lleva en su camiseta.
Para muchos argentinos el dólar para el turismo está barato y así es que los viajes al exterior son una de las cuatro principales canaletas por las que se escurren las divisas
Hace dos años, el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán, le propuso a Alberto Fernández y al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, un desdoblamiento cambiario por el que rigiera un dólar más bajo para el comercio de bienes y otro más alto para el de servicios, incluido el turismo, la economía del conocimiento, los servicios intangibles y los pagos de deudas de empresas al exterior, lo que las hubiera obligado a renegociarlas. Pero Fernández, influido por su amigo Pesce, lo descartó. Habrá que ver si se reflota esa idea.
Guzmán mantiene diálogo con Lisandro Cleri, vicepresidente segundo del Central. De todos modos, y a pesar de que la directora gerenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha dicho que Argentina tuvo “tres ministros, un programa”, el plan de Massa y su viceministro, Gabriel Rubinstein, se diferencia de aquel trazado por el ex ministro. Si bien mantiene las metas de déficit fiscal primario (antes del pago de deuda) del 2,5% del PBI en 2022 y del 1,9% en 2023, Guzmán había convencido al FMI de poner previsiones más altas de ingresos para que el ahorro se lograra en parte por ese lado y no se concentrara sólo en ajuste del gasto, como ocurre con el proyecto de Presupuesto que el ministro actual presentó este miércoles en el Congreso. El economista discípulo de Joseph Stiglitz -disertarán juntos el próximo día 11 sobre el Fondo en una conferencia de la fundación socialdemócrata alemana Friedrich Ebert- tampoco estaba de acuerdo con colocar bonos con tan altas tasas de interés o atados al dólar oficial, como los que ofrece el secretario de Finanzas, Eduardo Setti. Por último, Guzmán se oponía a alentar exportaciones primarizadas, como las de soja, y por eso eliminó en su gestión las retenciones a productos con valor agregado.
Octubre ya llegó
Pero Massa, con un ajuste fiscal y monetario mayor al del ex ministro y con el dólar soja vigente en septiembre, logró tranquilizar la inestabilidad financiera que se desató tras la renuncia de Guzmán y su fugaz reemplazo por Silvina Batakis. Aquel descalabro puso en duda hasta la propia continuidad de Fernández en la presidencia, según algunos analistas políticos y económicos. Pero el abogado tigrense no ha logrado por ahora aplacar una inflación tan elevada que daña cualquier intento del peronismo de ganar las elecciones de 2023. El actual ministro había aclarado apenas asumió que en los primeros dos meses, agosto y septiembre, se dedicaría a la estabilización macroeconómica y que a partir de octubre iniciaría su lucha contra la inflación. Octubre ha llegado y esta semana pasada la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner le reclamó públicamente que se ocupe de los precios de los alimentos. Es que en septiembre se encarecieron entre 7,5% y 8%, según la medición de la consultora LCG.
Por lo pronto, en la Secretaría de Comercio Interior, que dirige Matías Tombolini, deberán renegociar los Precios Cuidados, que vencen a fines de octubre. Tombolini busca reducir la canasta de 1.061 a 500 o 600 productos, pero de primeras marcas y con valores más parecidos a los del resto del mercado para evitar desabastecimiento de los que están en oferta. Logró que al fideicomiso que subsidia a la harina se sumaran 16 molinos a los tres que antes estaban inscriptos. Pretende que los Cortes Cuidados, que vencieron este viernes, incluyan más volumen de carne vacuna y se mantengan los precios. Comenzó a controlar el cumplimiento del acuerdo de valores con 65 empresas de indumentaria y pactó esta semana un valor fijo para las bolsas de cemento. Sin embargo, el secretario, criticado por su preocupación por el mercado de las figuritas, insiste en que la baja de la inflación depende del ajuste fiscal. Lo mismo sostuvo esta semana Rubinstein, en respuesta al reclamo de la vicepresidenta.
El secretario de Comercio, criticado por su preocupación por el mercado de las figuritas, insiste en que la baja de la inflación depende del ajuste fiscal. Lo mismo sostuvo esta semana Rubinstein, en respuesta al reclamo de la vicepresidenta
En el cristinismo difÄ«cilmente compartan ese diagnóstico. Su economista Hernán Letcher elaboró un documento alertando sobre el incremento de las ganancias de empresas como Arcor, Ledesma y los supermercados La Anónima. Además, para la vicepresidenta y sus asesores económicos devaluar es mala palabra. Sin embargo, admiten que quizá Massa termine orquestando un plan de estabilización, que incluya una depreciación brusca inicial, como el Austral, que permitió a Raúl Alfonsín una baja temporaria de la inflación y una victoria en los comicios legislativos de 1985, o la convertibilidad, que aplicaron Carlos Menem y Domingo Cavallo en 1991 y que les permitió vencer en las elecciones de ese año, en las de 1993 y en las presidenciales de 1995 a fuerza de mantener a raya el dólar y los precios.
Tres condiciones, tres ejes
Claro que cualquier plan de shock requiere tres condiciones previas para adoptarse: 1. un gran consenso político para que la población tolere dolorosas medidas iniciales como la devaluación y el ajuste fiscal, un requisito complicado en la actualidad; 2. que los precios de la economía no estén atrasados, fenómeno que ocurre ahora con las tarifas de servicios públicos y el tipo de cambio oficial y 3. asistencia financiera internacional. A su vez, un programa de este tipo consiste en tres ejes: 1. una reducción fuerte del rojo fiscal para dar la señal al mercado de que no se financiará el déficit ni con impresión de moneda ni con colocación de deuda; 2. el aumento de la tasa de interés para tornar atractivas las inversiones en pesos y 3. devaluar inicialmente para después anclar el tipo de cambio y así doblegar la inflación. Este último remedio tampoco cuaja en el Frente de Todos.
Al comienzo de la gestión de Massa, en su equipo sostenían que devaluar sin reservas era un suicidio. Ahora el ministro cuenta con US$ 8.000 millones extra para afrontar octubre
Al comienzo de la gestión de Massa, en su equipo sostenían que devaluar sin reservas era un suicidio. Ahora el ministro cuenta con US$ 8.000 millones extra para afrontar octubre, entre el dólar soja y unos 2.000 millones que le girarían los organismos internacionales este mes. Algunos economistas consideran que podría intentar una devaluación controlada, pero por ahora con ese dinero planea atender la demanda de divisas para importar hasta diciembre. Por eso restringirá compras externas, aun a costa de recalentar la inflación por falta de oferta de ciertos productos. Por ahora la idea es aprovechar el colchón de dólares para atravesar octubre, a sabiendas de que el mercado ya no podrá jugar contra un Central mejor provisto de reservas. También sacará rédito del dólar soja porque el aumento adicional de la recaudación por retenciones se destinará a calmar a la población más empobrecida por la inflación. La conclusión es que por ahora no es necesario un plan de shock. En noviembre se verá. Son cuestiones que Massa debate con Rubinstein, el director del Instituto de Estadística (Indec), Marco Lavagna, y su jefe de asesores, Leonardo Madcur, y por las que consulta a economistas que no aceptaron acompañarlo en el Gobierno, como Martín Redrado, de la Fundación Capital, Emmanuel Álvarez Agis, de PxQ, y Martín Rapetti, socio de Diego Bossio en Equilibra. También lo charla con el Presidente y la vice.
“Asignamos mayor probabilidad a una estrategia de no innovar que a la de ensayar un plan de estabilización”, concluye el nuevo informe mensual de Equilibra. “Sin cambios relevantes, la estanflación se mantendría impulsando un giro hacia una política más expansiva en la segunda mitad de 2023. Vemos dos obstáculos para que esta estrategia se materialice: el FMI y, sobre todo, crecientes tensiones cambiarias y financieras”, señala la consultora fundada por Rapetti, Bossio, Lorena Giorgio, Gabriel Delgado y Lorenzo Sigaut Gravina.
AR