El ministro de Economía, Sergio Massa, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, acordaron postergar hasta el 31 de julio los pagos de deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) previstos para este viernes y los días 14 y 21 por US$ 2.555 millones. El aplazamiento está contemplado en las normas del organismo. Las autoridades no quieren seguir perdiendo reservas abonándole, como hizo el mes pasado, porque espera que en las próximas semanas se llegue a un acuerdo. El pacto básicamente permitiría que el FMI envíe los fondos del programa 2022-2024 para compensar en gran parte de los vencimientos de junio por US$ 2.605 millones y los de julio correspondientes al préstamo récord que tomó Cambiemos en 2018. Este viernes vencen 1.261 millones; la semana siguiente, 630 millones y la otra, 663 millones.
Las reservas del Central están en sólo US$ 27.926 millones, el menor nivel en nueve años tras el pago del viernes pasado al FMI. Por eso, la idea es no seguir desembolsando recursos hasta fin de mes. Mientras, se negociará con el FMI el giro de fondos para repagar deuda. Es difícil que se consigan fondos adicionales para reforzar las reservas, como deseaba Massa, porque ni el staff técnico ni el directorio del organismo (donde están representados los países) aceptan que el ministro candidato presidencial se patine el dinero en la campaña electoral. Incluso, a cambio del giro previsto para cumplir con gran parte de los vencimientos de junio y julio, el organismo exige más ajuste fiscal y devaluación del peso oficial. Claro que al Fondo tampoco le interesa que la Argentina caiga en un impago a fin de mes y se profundice la crisis en su principal deudor. Para discutir sobre los giros y sus condicionamientos, viajarán esta noche a Washington el viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, el jefe de asesores de Massa, Leonardo Madcur, un director del Central, Jorge Carrera, y el subgerente general del banco, Germán Feldman.
AR