Javier Milei encargó el decreto de necesidad y urgencia (DNU) de 366 artículos para desregular más de 30 sectores de la economía a Federico Sturzenegger, el viceministro de Economía en la megacrisis política, social y económica de 2001 y el presidente del Banco Central en la devaluación de 2018. Quizá ahora el doctor en economía del Massachusetts Institute of Technology (MIT), parado junto al presidente en el anuncio televisivo del DNU, suma su tercer triste paso por la administración pública. Al menos logró que este miércoles a la noche quedara en papel mojado el protocolo antipiquetes de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ante los cacerolazos que se multiplicaron en la ciudad de Buenos Aires. Pero la Argentina es mucho más que su capital, aunque una y otra votaron por el libertario, a diferencia del Gran Buenos Aires.
Habrá que ver cómo reacciona el país entero -hubo protestas nocturnas en Rosario o Córdoba- ante un decretazo que echa por tierra decenas de leyes votadas por el Congreso para terminar con lo que el jefe de Estado votado por el 55% de la población considera 100 años de colectivismo o comunismo en un intento por correr hacia el libre mercado o la ley del más fuerte.
Lo que más afecta la vida diaria son tres aspectos del DNU. Por un lado, la derogación de la ley de alquileres, que lleva a que cada propietario ponga sus condiciones para alquiler su inmueble ante los inquilinos. Por otro, la reforma laboral, que abarata el despido al acotar la base de cálculo de la indemnización y además permite que cada sector empresario negocie con el sindicato de su rubro que la elimine para reemplazarla por un seguro de desempleo similar al que rige en la construcción. El tercer ítem es la desregulación de la medicina privada y las obras sociales, incluida las restricciones a sus precios. Nunca Milei ocultó su intención de ir contra la regulación de alquileres y a favor de la flexibilización laboral, pero la división de poderes establece que las facultades del Ejecutivo no son las mismas que las del Legislativo. Tampoco jamás escondió que quería la privatización de la salud, aunque a último momento en la campaña admitió la posibilidad de que persista la ofrecida por el sector público.
La derogación de la ley de compre nacional es un golpe a la industria local y las constructoras locales. La de la promoción industrial constituye otro cross en la mandíbula de algunas fábricas. Derogó la ley de tierras que evitaba la extranjerización masiva. La modificación de la norma del manejo del fuego apunta a terminar con la prohibición de vender y cambiar el destino de terrenos que sufrieron incendios para evitar especulaciones vinculadas a emprendimientos inmobiliarios en las tierras afectadas.
También le hizo un guiño a Elon Musk, el mayor multimillonario del mundo, paladín del antiprogresismo y dueño de la red social X, que viene repitiendo elogios al libertario que preside la Argentina. Desreguló los servicios de Internet satelital y sostuvo que así posibilitará la llegada de Starlink, la empresa de Musk, a la Argentina. Nada dijo que se radique Tesla, la fabricante de autos eléctricos de Musk, que aquí sólo se abastece de litio.
Milei siempre dijo que quería privatizar todas las empresas públicas, salvo una, Aerolíneas Argentinas, que se la quiere enchufar a los sindicatos. El pueblo lo votó y todo esto quedó plasmado por el DNU. Además, Aerolíneas deberá afrontar ahora la desregulación que implica la política de cielos abiertos, también decretada. Ninguna novedad respecto de lo que había prometido.
El 30% lo apoyó en primera vuelta, quizás centrado en su discurso anticasta política y a favor de la dolarización. El 55% lo eligió en la segunda vuelta, harto de los fracasos del peronismo kirchnerista. Pero lo escogió como presidente. No puede gobernar por decreto. En la República rige la división de poderes. Veremos cómo reaccionan el Legislativo y el Judicial.
AR