“Es muy difícil que podamos hablar de otra cosa si antes no nos sentamos a discutir sobre la soberanía de las islas Malvinas”. Eso es lo que, según su propia versión, le dijo el presidente Alberto Fernández al primer ministro británico, Boris Johnson, en la reunión bilateral que mantuvieron este lunes en el marco del G7. La reunión había sido pedida por Johnson, interesado en discutir cuestiones vinculadas a la provisión de insumos básicos como alimentos y energía, pero el punto no se llegó ni siquiera a explorar. El Presidente “lo paró en seco”, según el canciller Santiago Cafiero.
La disputa histórica por las islas australes no ha obstruido hasta hoy el vínculo comercial entre ambos países, que el año pasado totalizó US$1.300 millones. US$760 millones en exportaciones argentinas (alimento para animales, vino, aceite); US$540 millones de importaciones británicas (metales, medicamentos, químicos). “No hay ninguna anormalidad en la relación comercial de Argentina y Reino Unido; ninguna prohibición, ni embargo, ni nada. En todo caso, lo que el Presidente está diciendo es que no se va a sentar a negociar ningún acuerdo comercial especial”, ajusta el analista en negocios internacionales Marcelo Elizondo. En particular, el Reino Unido está detrás de un acuerdo de libre comercio con el Mercosur.
El abandono del bloque de la Unión Europea implicó un rearme de la estrategia de comercio exterior de Reino Unido. Ya en 2016, año del referéndum que dio inicio al proceso del Brexit, creó el Ministerio de Comercio Internacional con el objetivo de adaptar los acuerdos comerciales que tenía como país miembro de la UE, de modo que estén activos bajo una forma bilateral desde el día uno de su “independencia”.
Según explica a elDiarioAR Alfredo Fierro, director del área de Comercio e Inversiones de la Embajada Británica en Argentina, Reino Unido fue el país del mundo que más acuerdos cerró en el último año y medio, alrededor de 130 desde su salida del bloque de la UE. La mayoría fueron adaptados y relanzados, pero otros se negociaron de cero como el que se firmó con Japón, Australia o la EFTA, que incluye a Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.
“Hay interés en negociar un acuerdo con el Mercosur”, ratifica Fierro y señala que la idea --que lleva alrededor de cuatro años-- no avanzó por falta de un criterio unificado dentro del bloque sudamericano. “Siempre ha habido uno de los socios que no estaba listo, o uno que estaba más listo que el resto. En algún momento fue Brasil, en otro Argentina, en otro Paraguay”, apunta el funcionario, que admite que la cuestión de Malvinas es “uno de los escollos”.
“Reino Unido venía muy embalado con este acuerdo, pero se trabó del lado Mercosur y otros países tomaron la posición de prioridad que tenía. Sobre todo porque hubo mucho interés por avanzar de otras regiones, como por ejemplo Medio Oriente y en particular los Emiratos Árabes, y se les dio prioridad”, comentó. Sin embargo, en la reunión con Alberto Fernández Johnson intentó refrescar el asunto.
Los países que integran el Mercosur están obligados por el Tratado de Asunción a coordinar su política arancelaria, pero el bloque no pasa por su mejor momento y su letra constitutiva está horadada. Uruguay empezó a negociar bilateralmente con China y está dispuesto también a dialogar con Turquía; Brasil bajó tres veces los aranceles de manera unilateral. De todos modos, la posición británica es, por el momento, esperar que los países acuerden internamente y negociar con el bloque.
Otra alternativa, posible desde lo técnico, es que se desdoble el acuerdo ya negociado con la Unión Europea y hacerlo funcionar también como un acuerdo Mercosur - Reino Unido. Los británicos consideran que incluso podrían mejorar algunos términos para la Argentina, dado que las principales barreras europeas estaban pensadas en función de proteger a los agricultores de otros países de la UE como Francia o Irlanda. A Reino Unido no le afecta especialmente que entre más vino, más granos, más aceite de oliva, más carne.
¿Puede Reino Unido, en este contexto de necesidad, evaluar la posibilidad de abrir el capítulo Malvinas? Johnson anticipó que no. “Es un tema saldado hace 40 años”, dijo. El país no está tan necesitado de energía como otros países de la Europa continental, aunque sí lo acecha la inflación de alimentos, que sería más fácil de apuntalar si se dispusiera de un abanico amplio de proveedores.
Sobre esta nueva posición estratégica que tiene la Argentina en el contexto de guerra, otra pieza fuerte de negociación bajo su control es la posibilidad de discutir condiciones de inversión y negocio en el Atlántico Sur, algo en lo que Reino Unido está especialmente interesado.
El antecedente es el acuerdo petrolero firmado entre ambos países en los 90, que se denunció y canceló unilateralmente bajo el gobierno de Néstor Kirchner. “Ambos países trabajarán de manera conjunta en desarrollar la industria energética en el Atlántico Sur y compartirán los resultados de las mismas”, decía ese texto firmado por Carlos Menem. Un acuerdo que algunos señalan como un argumento a favor de la posición argentina: Reino Unido aceptaba compartir regalías de un territorio que, supuestamente, era suyo. Es un capítulo, de todos modos, por el momento Alberto Fernández no está dispuesto a abrir.
DT