Entre la minería y la tradición

Un proveedor minero de origen colla cuenta su historia en la Salta más profunda

“Price? Pricio?”, intenta hacerse entender un turista francés en un puesto de venta de tortillas rellenas. El francés está en la última parada del tren a las nubes en Salta. Cuando llega a su punto más alto, el Viaducto La Polvorilla, los turistas tienen 30 minutos para asistir a la ceremonia de la bandera y sacar fotos a 4.220 metros sobre el nivel del mar, antes de regresar. Abajo —arriba—, los puneños los esperan con tortillas, pulóvers de lana, llamas, llaveros, merchandising típico del norte argentino.  

Cuando tenía ocho años, Luis Vacazur también esperaba a los turistas en La Polvorilla. Les ofrecía rocas volcánicas y botellas con tierra de colores de la puna. A veces, aceptaba alguna propina a cambio de posar con una llama para la foto. “Esa fue mi primera actividad comercial”, recuerda sobre su infancia en San Antonio de los Cobres, la ciudad hermana de Antofagasta en Catamarca y Susques en Jujuy, por ser base de proyectos mineros. Ahora, a sus 47 años, su empresa Grupo Vacazur Hermanos factura U$S10 millones al año como proveedor de servicios de logística con especialización en alta montaña. Con una flota de 80 camiones, camionetas y hasta ambulancias ofrece servicios de carga, guía escoltas de camiones y transportes de pasajeros a ocho proyectos mineros de la puna salteña. En 2013 fundó la primera Cámara Pyme de pueblos originarios del país.

“Todo nació de una necesidad. Es que la pasábamos mal, porque no había mucho por hacer en San Antonio de los Cobres. Acá no podemos criar vacas, ni plantar soja, no hay otra actividad económica. Yo me crié viendo a nuestros hermanos mayores yendo a trabajar, a lavar copas o repartir comida a las grandes ciudades, porque acá no había trabajo. Como originarios tuvimos la curiosidad de saber de qué se trata la minería y el turismo, porque son las dos únicas alternativas que tenemos en la puna”, cuenta a elDiarioAR bajando una escalera empinada del Viaducto que, dice, de niño subía corriendo.

Una región llena de contrastes

Atravesar la puna salteña implica recorrer desde el típico paisaje desértico con miles de cactus, hasta tierras de minerales de colores amarillos, marrones, rojos; pasando por salares a una altura promedio de 4000 metros sobre el nivel del mar. Cada tanto, algún pueblo con plaza, iglesia, escuela, casas bajas y poca gente: viven 18.000 habitantes en total, con una densidad poblacional de 1 por kilómetro cuadrado. Para ponerlo en perspectiva, la media nacional es de la media de Argentina es 16.5 hab/km²-. 

Si bien los departamentos de esta región poseen entre un 17,5% y 25% de hogares con Necesidades Básicas Insatisfechas (promedio 22,6%) y un 9% de desocupación, Salta es rica en minerales. Hoy su relevancia en el mapa minero no es significativa. Pero, después de Río Negro, la segunda provincia argentina con mayor cantidad de proyectos en carpeta —29 de litio, uno de plata, uno de oro y dos de cobre—. “En 2013 escuchábamos ya el ruido de la minería y el litio. Y yo, mi familia, mis vecinos, como todo nativo en cualquier parte del mundo tendíamos a tener rechazo por la minería. Forma parte de la idiosincrasia y de la cultura que nos enseñaron, pero tratamos de romper los esquemas e involucrarnos en el mundo minero”, explica Luis. 

Para ese momento ya habían pasado catorce años desde aquel 18 de octubre de 1999 en el que, gracias a un desperfecto en la combi de la minera Río Tinto —una de las más grandes del mundo—, lo contrataron para ofrecer su primer servicio de transporte de trabajadores mineros. “Fui el contratista argentino más jóven de la empresa”, cuenta recordando sus 22 años.  

Con esa experiencia, fue a tocar la puerta de la Secretaría de Minería de Salta. “Nos acercamos con un poco de resentimiento, porque estuvimos un año dejando carpetas y tarjetas y no teníamos respuestas”, recuerda. Lo primero que le dijeron es que no iban a poder, que con los camiones “atados con alambre” no tenían la capacidad de abastecer a las mineras. Pero Luis insistió, y pidió empezar por algo simple: que la AFIP vaya a la puna. “Es que sin conciencia tributaria, nunca íbamos a poder desarrollar proveedores. Recuerdo que eso ya fue en 2014, porque se empezaba a implementar la factura electrónica y nosotros no teníamos ni internet”. Hoy, las camionetas que forman parte de la flota del GVH cuentan con la antena de Starlink móvil, para estar conectados permanentemente en el camino. 

En acción

“Animal suelto al costado de la ruta, equipo liviano de frente, lona colgada, equipo pesado de nuestra mano, un peatón al costado”. El convoy de cuatro camionetas de GVH que llevan a un grupo de periodistas a un recorrido de dos días por la puna salteña tiene un líder, que va al frente, y reporta por radio todo lo que ve a su alrededor. Elías, el conductor de la nuestra, fue abanderado en segunda camada de la formación profesional para conductores de alta montaña que impulsa la misma empresa: “Mi papá es conductor de larga distancia, y mi mamá tiene familia minera. Así que yo tenía que terminar en algo así”, dice sonriendo y coqueando durante el camino de altura. 

Elías no es de Salta, pero se conoce la puna de memoria. No solo los caminos y los atajos: también los proyectos mineros y las empresas que los operan. “Mi papá me dice que deje de hacer esto, que mejor me pase a su rubro, que está en camisa y corbata y no con tierra como acá. Pero a mi me gusta estar acá arriba, siempre le digo”, y agrega: “La puna es un lugar inhóspito, con poca conectividad y terrenos complicados por la falta de mantenimiento en los caminos. Hay que saber para manejar acá”.

El día anterior, un alud provocado por lluvias en el cerro ocasionó una demora de seis horas por tres cortes en la Ruta Nacional 51. Eran las 18.55 y una catarata de agua impedía pasar a camiones, livianos y 4x4. Anocheció sin novedades, hasta que Vialidad Nacional envió dos retropalas para trabajar. Los locales no estaban sorprendidos: “Esto no se dice mucho, pero las rutas de la puna son así. Febrero es temporada de lluvias en Salta y los cortes son más regla que excepción”, contaba un camionero varado a elDiarioAR.

La 51 es la evacuación de todos los proyectos mineros de la región. Los despachos actuales tienen un trayecto logístico de más de 1500 km hasta el Puerto de Rosario, desde donde se embarcan para exportación. El paso de Sico, que es la frontera con Chile más cercana, significa la mitad del kilometraje. Sin embargo, la ruta no se encuentra acondicionada para tal fin, y solo están habilitados los camiones de carga. 

Y las empresas que operan allí lo tienen contemplado. Desde el área de logística de Eramine informaron a este diario que cuentan con rutas alternativas cuyas distancias pueden ser más largas (bajando por Jujuy, por ejemplo). En cada corte calculan que la demora estimada no sea mayor a los tiempos que se extienden por ir por camino alternativo. “Hoy por hoy es más barato exportar por el puerto de Rosario, porque falta infraestructura para pasar por Chile”, aseguran desde una de las firmas que trabaja en la zona en diálogo con este diario.

El último de los tres cortes por el alud se levantó a las 00.50. Con la obra pública parada, el Gobierno provincial y las mineras intentan encontrar alguna alternativa para resolverlo. Hoy en día, lo que queda es esperar a Vialidad. 

“Pérez, Horacio”, se presenta en ese orden tomando una Coca-Cola de premio uno de los trabajadores que manejaba la retropala para sacar el barro y el agua de la ruta. Trabaja hace 18 años en Vialidad Nacional, y dice que el año pasado se puso más difícil. Es que la motosierra de Javier Milei no esquivó al organismo que, si bien logró matizar la reducción inicial de 355 del plantel de la empresa, recortó recursos. Los trabajadores cuentan que tienen que repartir el combustible entre camiones y máquinas porque no les llegan a ambos. “Igual hacemos con lo que podemos. Yo estaba en mi casa en Salta y me llamaron para venir. Este trabajo es así, no podes dejar a la gente varada”. 

Los collas hablan de política

Luis prefiere hablar de la Cámara de proveedores de servicios mineros y turísticos de la puna argentina (Caprosemitp), más que de su empresa en particular. Presenta a Carlos Ferril, dueño de la empresa de seguridad privada Cóndor, que le ofrece servicios a la china Gangfeng lithium en su proyecto Mariana, inaugurado a principios febrero: “Yo vengo de abajo, no tuve familia de millonarios. También vendí piedritas, tierritas de colores para hacerme el día”, cuenta. Cóndor tiene hoy 45 empleados, la mayoría de la puna. 

Yo vengo de abajo, no tuve familia de millonarios. También vendí piedritas, tierritas de colores para hacerme el día

Carlos es uno de los 66 socios que ofrecen servicios a las mineras: desde ingeniería y obras civiles, hasta hospedaje, pasando por gastronomía, consultoría, enfermería, alquiler de baños químicos, lavandería e incluso insumos industriales indumentaria de trabajo. San Antonio de los Cobres, donde nació Luis, es el pueblo que tiene más proveedores mineros. Allí, la Cámara emplea a más del 15% de la población. 

“Desde adentro, buscamos herramientas para conseguir equidad, para que vengan las mineras y traigan las divisas, pero que eso sirva para contratar a pymes, emprendedores, trabajadores. Que no venga el grande y se coma a toda la cadena, sino que cada uno pueda proveer desde su capacidad. Hoy los collas hablamos de política, de políticas de Estado”, se emociona Luis. 

Es que, además de posicionarse como proveedores mineros, impulsaron la ley provincial 8.164 de promoción minera, que promueve la contratación de proveedores locales. Entre otras cosas, la ley —promulgada en octubre de 2019— sugiere contratar preferentemente trabajadores con domicilio real en los departamentos de actividad minera, y luego en el resto de la provincia de Salta, en una cantidad no inferior al 60% de toda su nómina. La Cámara impulsa también un proyecto para incorporar una materia de educación ambiental en la escuela, para dejar los absolutos y entender el verdadero impacto ambiental y la importancia de la minería en el cotidiano: “Los instrumentos de un quirófano son a partir de minerales. La minería está en todo”, dice Luis. Y la regulación tiene que ser desde adentro: “Tenemos ingenieros ambientales de la comunidad, ¿qué mejor que los nuestros para defender nuestro territorio?”, sentencia.

Vacazur admite que puede sonar raro escuchar a un originario a favor de la minería: “Hay algunos que me tratan como vendido”. Uno de los casos más famosos de comunidades en contra de la minería son las 38 comunidades de la Cuenca de Salinas Grandes y Laguna de Guayatayoc, territorio que comparten con Jujuy. Desde 2010, con avances y retrocesos, las comunidades luchan en defensa del agua dulce y contra el desarrollo del litio en la región. 

Esta semana, el Banco Mundial suspendió los estudios hidrogeológicos que contrataron las provincias de Salta y Jujuy para llevar a cabo en la Cuenca. Después de recibir una carta de las comunidades expresando sus preocupaciones sobre el proceso, el Banco informó que suspenderá los estudios hasta que se cumplan los estándares internacionales de derechos indígenas, especialmente en relación al derecho a una consulta previa, libre e informada. 

Salta, provincia minera

Hoy en día, Salta aporta un 8% de la producción total de oro de la Argentina, muy por debajo del más de 43% y 49% que producen San Juan y Santa Cruz, respectivamente. También produce un 5% del total de litio, por debajo del 28% de Catamarca y el 67% de Jujuy de acuerdo con datos de la Cámara Argentina de Empresas Mineras (CAEM) solicitados por este diario. Sin embargo, los últimos tres proyectos de litio puestos en marcha en el país se radican en la provincia, así como uno avanzado de cobre que la posicionará en el mapa de producción nacional. 

El Centenario-Ratones de la francesa Eramet se inauguró a mediados del año pasado; luego Sal de Oro de la coreana Posco en la parte norte del Salar del Hombre Muerto, en la zona fronteriza de las provincias de Catamarca y Salta. Finalmente, en febrero de este año se inauguró Mariana en el Salar de Llullaillaco, también en la puna salteña, operado por Litio Minera Argentina, subsidiaria de Gangfeng Lithium. Cuando los tres se encuentren produciendo a toda su capacidad hacia el 2030 (25.000tn Eramine, 25.000tn Posco y 20.000tn Ganfeng), tendrán el potencial de más que duplicar la producción actual de litio en Argentina (67.000tn según la Bolsa de Comercio de Rosario). Este año se inaugurará el proyecto Salar del Rincón, también en la puna salteña. Está operado por la inglesa Río Tinto y aportará 50.000 toneladas de litio de producción cuando se encuentre en su máxima capacidad hacia 2029.  

Entre las proyecciones que cambiarán la matriz productiva de la provincia, se encuentra el proyecto de cobre Taca-taca, posicionado como uno de los diez más grandes del mundo, según sus recursos. Operado por la empresa canadiense First Quantum Mineral, tiene una inversión estimada de US$3.583 millones y podría producir 244.000 ton/año de concentrado de cobre, además de oro y molibdeno concentrado.

Mientras almorzamos bife de llama y quinoa con verduras en San Antonio de los Cobres, un chico ofrece piedritas a cada comensal. “¿Vendiste algo?”, le acaricia la cabeza Luis. “¿Sólo dos? No puede ser si acá son muchos más. A ver, probá de nuevo”. Luis ve una oportunidad en cada proyecto minero, pero también sabe que queda mucho por hacer. En un lugar donde la pobreza es palpable y las alternativas escasas, la minería podría ser una llave para abrir puertas, pero solo si se logra equilibrar el progreso con un desarrollo equitativo para todos.

NR/JJD