“Peace and love (Paz y amor)”, repite insistente Ringo Starr desde el otro lado de la pantalla mientras dibuja dos 'ves' con sus dedos. Para todos, para siempre y desde siempre. El que fuera baterista de The Beatles insiste en defender un mensaje que, alcanzado un 2024 marcado por la masacre en Gaza, considera aún más pertinente “tener presente”. “Ahora más que nunca”, añade. Lo hace en numerosas ocasiones mientras atiende a los medios sentado en su estudio. El 'hogar' de un talento que sigue explotando más de seis décadas después de que entrara en su primera banda, Rory and the Hurricanes, en su Liverpool natal.
Está presentando su nueva gira, con la que a partir del próximo miércoles 22 de mayo va a recorrer Las Vegas, México, Texas y Austin. A finales de abril lanzó su Crooked boy, su último elepé, compuesto por cuatro canciones: la que le da título, February Sky, Adeline y Gonna Need Someone. Y dice que ya tiene preparado el siguiente. Va vestido de negro, lleva un collar del símbolo de la paz, un aro y anteojos de sol. Detrás de él cuelgan dos guitarras, un teclado y una estrella gigante multicolor.
Sus recién estrenados sencillos destilan buen ánimo, ritmo y energía. “Me da igual si mis canciones hablan de que el mundo se volvió loco o de que la hierba va a dejar de crecer porque, siempre hay una flor en la esquina”, describe sobre el tono que busca en sus temas. “Si me escribís una canción, puede haber un momento de bajón, pero tiene que haber subida al final, en el medio o donde sea. No me gusta que se queden en lo bajo”.
Quiere mostrar el resto del espacio, pero la cámara de su computadora es fija. No importa. Describe las paredes llenas de instrumentos y fotografías, lamentando no poder mostrar la habitación contigua, que guarda “todas las baterías”. Su lugar favorito. En el que más disfruta juntándose con compañeros a grabar y que asegura que tiene “el mejor sonido”. “Si escucharon mis últimos discos lo pudieron comprobar”, presume.
“Forma parte de mi. Vino en los 60 con los hippies y nosotros nos volvimos y fuimos hippies a nuestra manera”, explica sobre la mecha que prendió su conciencia pacifista, coincidiendo con los inicios de The Beatles. “Fue un gran momento, una gran oportunidad de cambiar el mundo, la gente cambió su actitud y fue genial. Y fue por la paz y el amor”, comenta. Su petición de “paz y amor” lleva también siendo el pilar de sus celebraciones de cumpleaños desde 2008, y volverá a serlo en la siguiente, el próximo 7 de julio en el que cumplirá 84 años.
La idea surgió hace catorce cuando, preguntado por si quería hacer algo especial para sus fans por su fiesta, dijo que lo que quería para ellos era “paz y amor”. Estaba en Chicago y, al mediodía, salió a la calle para lanzar ese mensaje ante 100 seguidores. “Ahora creo que son ya 26 los países que replican este momento por el mundo. ¿Cómo es de increíble?”, aplaude. “Quizás el próximo año sean más y llegue a cada vez más rincones del planeta. La paz y el amor. Ese es el sueño”.
Su amistad con Paul McCartney
La música estuvo siempre ligada a la vida de Starr, cuya infancia y adolescencia estuvieron marcadas por sus problemas de salud. Con seis años, debido a las complicaciones que le causó una peritonitis, estuvo en coma durante diez semanas. Con 13, un resfrío se convirtió en pleuresía, una inflamación del revestimiento de los pulmones y el tórax, que lo obligó a permanecer internado en el Myrtle Street Hospital durante dos años. Allí fue donde aprendió a tocar el tambor en las clases de música que se impartían.
Al salir le compraron su primera batería, empezó a tocar en algunos grupos locales y, ya como parte de Rory Storm & The Hurricanes, coincidió con The Beatles en Hamburgo. Tras sustituir en varias ocasiones al que fuera el primer baterista del grupo británico fue el encargado de reemplazarlo tras su expulsión. “Siempre pensé que fue increíble que nos juntáramos porque veníamos de escuchar el mismo tipo de música”, ensalza.
A partir de 1962, John Lennon, George Harrison y Paul McCartney –al que mantiene como “gran amigo” y con el que volvió a componer en numerosas ocasiones– coparon su día a día hasta que se separaron en 1970. Fueron siete los años que pasaron desde su Love me do hasta I want you, el último tema que los cuatro grabaron juntos. Desde entonces, Ringo Starr continuó su carrera en solitario, que inauguró con Sentimental Journey ese mismo año; y que continúa hasta hoy, tras acumular discos como Goodnight Vienna (1974), Time Tajes Time (1992), Liverpool 8 (2008) y Change the World (2021).
Feeling the Sunlight (2023) es una de los temas en los que volvió a trabajar con McCarney. Preguntado por cómo fue la experiencia, su primera reacción es responder con ironía diciendo que “muy duro”. Después explica que el proceso fue el habitual, se enviaron los archivos que iban realizando, grabando en su caso la batería y las voces, para poder ir intercambiando valoraciones.
“Paul participó en cuatro de los álbumes que compuse en este estudio”, explica lamentando que, en el single mencionado, tuvieran que colaborar a distancia. “Siempre que pasa por la ciudad le dijo que se traiga el bajo y nos encerramos a tocar. Es un bajista increíble, un hombre increíble y tiene un gran corazón”. De hecho, reconoce que tiene especial cariño al Radio City Music Hall por la sorpresa que le dio cuando cumplió 70 en pleno concierto: “Se subió al escenario a cantarme el cumpleaños feliz. Nadie me había dicho que habían estado ensayando”.
Ringo Starr comparte que hasta “hace poco” desconocía que McCartney tenía una cámara con la que sacó una enorme cantidad de fotos cuando aún eran The Beatles. “Es genial porque yo tengo mi propio álbum de fotos y es como si le hubiéramos dado la vuelta. De la foto que yo le saqué a él para ver la que él me sacó a mi, yo a John y él a George, por ejemplo”, comenta. “Fue realmente extraño porque estábamos muy unidos. Si lo pensá, en el 64 la única cosa a la que de verdad pudimos fotografiar fue a nosotros mismos”, recuerda.
“Debemos a la IA poder haber vuelto a escuchar a John”
Disney+ incorporó la semana pasada a su catálogo Let it be, el documental que Michael Lindsay-Hogg estrenado originalmente en 1970 y que fue restaurado. Su director introdujo sus cámaras en los Estudios Twickenham, donde John, George, Paul y Ringo pasaban sus últimas horas juntos. “Nunca me entusiasmó demasiado el original, pero este sí porque trata solo de unos chicos en avión, la música y la charla sobre las canciones. Es realmente bueno”, valora. Mejores palabras tiene para The Beatles: Get Back, que dirigió Peter Jackson en 2021, sobre la grabación del álbum Let it Be, y que se basó en las 140 horas de material que Lindsay-Hogg había grabado para su película: “Fue increíble”.
La tecnología que usó para ello el artífice de la trilogía de El señor de los anillos permitió que a finales del año pasado pudiera ver la luz “Now and Then”, la canción hasta entonces inédita de la banda y que pudo ser rescatada con IA. El tema partió de una maqueta de John Lennon que Yoko Ono había custodiado hasta 1994, cuando decidió entregárselo a McCarney, Starr y George Harrison, años antes de que este falleciera en 2001. Poco pudieron hacer con ella entonces, ya que no existía una tecnología que permitiera separar las pistas y el piano se escuchaba con muy poca calidad. Algo que, tres décadas después, sí pudo ser posible.
“La IA puede ser muy útil, lo fue cuando hicimos Now and Then. John está ahí gracias a ella. Peter tenía una máquina loca con la que pudo subir el nivel de su voz. Y gracias a eso pudimos escucharlo por primera vez, eso hay que agradecérselo”, reflexiona. “Sé que hay mucho miedo a que va a terminar robándonos el alma. Pero yo no le robaré el alma a nadie”, bromea al respecto, restándole importancia al asunto.
LGH/CRM