Luiz Inácio Lula da Silva, de 77 años, pasó por seis candidaturas a presidente de Brasil en lo que va de su vida. Después de más de seis décadas dedicadas a la política, el líder del Partido de los Trabajadores consiguió edificar para esta elección un amplísimo arco electoral, integrado por partidos que van desde el centro-derecha tradicional hasta las más pequeñas agrupaciones de izquierda, para así conseguir derrotar a Jair Bolsonaro.
Más de diez partidos, pero también muchos líderes políticos se sumaron de manera personal a la lista 13. Antiguos rivales como Geraldo Alckmin, en la candidatura a vicepresidente, el expresidente Fernando Henrique Cardoso, del Partido de la Social Democracia Brasileña, Simone Tebet, del Movimiento Democrático Brasileño, y Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista, respaldaron de manera pública la candidatura del expresidente.
También acercó su propuesta a un grupo de empresarios y religiosos, en especial, a las iglesias evangélicas mediante una gran cantidad de actos y una carta pública en la que debió aclarar que de ganar no cerraría las iglesias, ni legalizaría el aborto de manera inmediata, sino que el tema sería tratado en el Congreso.
La campaña del expresidente de Brasil llegó a estirar su identidad al límite. El tradicional rojo dejó de ser el color elegido para pasar al blanco, pero además Lula aprendió a jugar con las reglas propuestas por su oponente. La campaña del PT consiguió con éxito amplificar debates absurdos en contra de Bolsonaro como el supuesto consumo de carne humana por parte del militar retirado o la asistencia a las misas masónicas.
El fundador del PT, candidato a la presidencia en 1989, 1994 y 1998, resultó electo por primera vez en 2002. En 2006, compitió en un segundo turno con el exgobernador del estado de São Paulo, Gerlado Alckmin, que ahora llevó como candidato a vicepresidente. En 2010, Lula terminó la presidencia con un 87% de imagen positiva. Ese mismo año, apadrinó la candidatura de Dilma Rousseff.
La anulación de las condenas
Después de pasar 580 días detenido en Curitiba, Lula decidió ir por la presidencia. El Tribunal Supremo Federal ordenó en marzo de 2021 anular las condenas en su contra en la causa Lava Jato, por considerar a la Justicia Federal de Paraná era incompetente para juzgarlo y debía pasar la causa a Brasilia.
Sergio Moro, juez a cargo del proceso, acompañante cercano de Bolsonaro en esta elección, determinó en 2017 una condena de nueve años y seis meses de prisión contra el expresidente por delitos de corrupción y blanqueo de capitales. La sentencia se amplió en enero de 2018 a 12 años. Ese mismo año, Moro dejó el poder Judicial para pasar a ser el ministro de Justicia de Jair Bolsonaro. Si bien Moro coqueteó con la idea de postularse para presidente, en esta elección compitió y ganó una banca en el Senado por el estado de Paraná.
Ya con Jair Bolsonaro como presidente, el juez de la Corte Suprema, Edson Fachin, determinó que Moro había actuado con “parcialidad” en la conducción del proceso y ordenó la liberación del expresidente. Lula recuperó así los derechos políticos que le permitieron presentarse como candidato en estas elecciones. En abril de este año, el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas respaldó está decisión. La ONU determinó que el proceso judicial violó su “derecho a ser juzgado por un tribunal imparcial, su derecho a la privacidad y sus derechos políticos”.
Del Nordeste al Sudeste
Luiz Inácio Lula da Silva nació en 1945, en la ciudad de Garanhuns, en estado de Pernambuco, en una de las regiones más pobres de Brasil, donde se crió con sus padres y seis hermanos. Aristides Inácio da Silva, su padre, abandonó la familia por otra paralela que había formado cuando eran muy pequeños. Por ese motivo, desde muy temprana edad, él y sus hermanos empezaron a trabajar en la periferia de São Paulo. Un tiempo después, Lula ingresó a la metalúrgica en São Bernardo do Campo, donde se sumaría a las organizaciones sindicales donde haría carrera.
Desde 1970 empezó su recorrido en el mundo sindical. Desde ese momento, empezó a ganar protagonismo en el ámbito público. En 1986, fue elegido diputado e integró la Asamblea Constituyente que recuperó las elecciones libres. Ese año, el Partido de los Trabajadores consiguió 16 diputados en el Congreso. En 1989, Lula presenta su primera candidatura a presidente, que pierde ante Fernando Collor de Mello. Recién el 27 de octubre de 2002, Lula consigue ganar la presidencia, después de tres intentos previos.
Por su origen y por sus ocho años de Gobierno, el líder del PT consiguió ser apodado por sus bases electorales como “el padre de los pobres”.
Si algo muestra el recorrido político del expresidente es la constancia y la capacidad de haberse podido convertir en uno de los actores centrales de la política. “Lula se mantiene como personaje de la política brasileña hace 40 años”, dice el periodista Rodrigo Vizeu, en el podcast documental Presidente de la semana. Lula nunca perdió, después de haber llegado a ser presidente, una elección en la que él se presentó como candidato.
La pelea por el Planalto
En agosto de 2022, Lula oficializó su sexta candidatura. “Los dos gobiernos de Lula fueron el combate contra la miseria, la reducción de la pobreza y la disminución de la desigualdad”, dicen las historiadoras Lilia Schwarcz y Heloisa Strarling en Brasil, una biografía. Sin embargo, las acusaciones de corrupción del llamado mensalão y la monumental causa de corrupción de Lava Jato que, si bien golpeó a los principales dirigentes políticos de distintos partidos, llegó como un broche de plomo para cerrar lo años del PT.
Su figura es central en la historia de la política brasileña. “Para algunos, Lula es la estrella del héroe popular. Para otros, un populista. Esa ambigüedad tan común en nuestra historia política. Pero lo que cuesta encontrar es alguien que sea indiferente a Lula”, dice Vizeu.
AO