Se conoce con el nombre de páginas matutinas a la práctica de escribir todos los días, por la mañana, nada más salir de la cama. La creadora del concepto fue la escritora estadounidense Julia Cameron, quien en su libro El camino del artista (publicado en 1992, después de circular durante años en fotocopias y en ediciones artesanales confeccionadas por la propia autora), afirma que las páginas matutinas son una de las principales herramientas para la “recuperación de la creatividad”. Sin embargo, sus beneficios no se limitan a superar el bloqueo creativo: hay muchos más.
En su libro, Cameron -quien escribió novelas, poesía y guiones, pero sobre todo se ha destacado en la enseñanza de escritura creativa- define las páginas matutinas como “simplemente tres páginas manuscritas de estricto flujo de consciencia”. Es decir, páginas en las cuales cada persona escribe lo que acude a su mente en ese momento, sin detenerse a pensar en el contenido, la forma, la corrección de la escritura, etc.
Debido a eso, destaca la autora, las páginas matutinas no pueden hacerse mal. Son “divagaciones diarias que no pretenden ser arte”, ni tampoco “escritura en un sentido literario”. “Las páginas están concebidas para que nos familiaricemos con el acto de mover la mano por el papel y volcar en él todo aquello que te pasa por la cabeza, sea lo que sea -insiste Cameron-. Incluiremos todo, por nimio, tonto, estúpido o raro que pueda parecer”.
Hacer catarsis por medio de la escritura
¿Qué se logra al escribir estas páginas? Como explica la psicóloga Patricia Fagúndez, especialista en terapia narrativa, lo que permite esta escritura es una especie de “drenaje del cerebro”. “Es probable que si uno no tiene práctica de escritura al principio cueste mucho y lleve tiempo”, añade esta especialista. Las primeras veces, puede que no surjan más que ideas del tipo: “Qué ganas de estar en la cama, tengo sueño, odio madrugar”. O, más aún, en algún caso podría ser necesario llenar las tres páginas repitiendo una misma frase: “No sé qué escribir, no sé qué escribir, no sé qué escribir”.
“Pero con el correr de los días y semanas, la escritura comienza a fluir”, señala Fagúndez. Como enfatiza Cameron en su libro, “con frecuencia las páginas matutinas son negativas, fragmentarias, autocompasivas, repetitivas, forzadas, infantiles, malhumoradas, sosas y hasta ridículas. ¡No importa!”. Lo bueno es precisamente que todos esos elementos negativos se quedan en el papel, como si uno se los sacara de encima nada más levantarse. La escritura ayuda a sacar fuera ideas y sentimientos que pesan, permite liberarse de ellos: hacer catarsis.
Dice Cameron que cuando la gente le pregunta para qué sirve esta clase de escritura, ella responde: “Para llegar al otro lado”. La gente cree que se trata de una broma, pero la autora habla en serio: “Las páginas matutinas nos llevan al otro lado: de nuestros miedos, de nuestra negatividad, de nuestros altibajos”. Por eso Fagúndez asegura que “si comenzamos el día escribiendo y bajando todas nuestras ideas y pensamientos al papel, tendremos por delante un día más ligero”.
Reglas de las páginas matutinas
En un sentido, esta práctica se parece a llevar un diario, una actividad que también ofrece muchos beneficios. La diferencia es que las páginas matutinas implican algunas reglas que el diario no: hay que escribir todos los días -sin saltarse ninguno-, debe ser lo primero que se haga en el día, deben ser tres páginas -ni más ni menos-, escritas a mano -y no en la computadora-, que nadie las lea -ni siquiera la propia persona que las ha escrito- al menos hasta dos meses después y se debe seguir el llamado flujo de la consciencia, es decir, escribir sin pensar en lo que se escribe, todo lo que a la persona se le ocurre.
A la práctica de volcar en el papel ese devenir de la consciencia se la llama escritura automática. André Breton y otros escritores surrealistas de la primera mitad del siglo XX propusieron que, a través de esta técnica, es posible vencer la censura de la consciencia y es el inconsciente el que se plasma en la escritura. Fue debido a eso que interesó a psicólogos como Carl Jung, y allí reside una de las claves del efecto terapéutico de las páginas matutinas. Es por eso, también, que hay quienes apuntan que escribir páginas matutinas es una especie de meditación.
Después de El camino del artista, Cameron publicó una treintena de libros más -a razón de más de uno por año- sobre temas relacionados con la escritura creativa y, en particular, cómo vencer el bloqueo creativo, lo cual habla de su vigencia. Y muchas personas que han seguido sus preceptos dan fe de los efectos positivos de las páginas matutinas. La editora argentina Mercedes Cabrera Castilla dice que las páginas matutinas le dan un acceso muy rápido a información sobre sí misma, “mucho más rápido que el ”autoanálisis“ que uno puede llegar a hacer”.
Una forma de “dibujar el mapa interior”
¿De qué manera las páginas matutinas brindan esa información? Sobre todo, a partir de las repeticiones y las relaciones. Cabrera compara los elementos que se reiteran en la escritura con estrellas en el cielo: “Cuando observás los puntos sueltos no ves nada, pero cuando los unís ves los dibujos, las constelaciones. Creas una nueva narrativa, terminás armando el cuadro, la figura”. La propia Cameron lo dice de manera parecida: “Las páginas matutinas dibujan nuestro mapa interior. Sin ellas nuestros sueños podrían seguir siendo terra incognita”. A menudo, añade la autora, “las páginas nos rescatan de la desesperación y nos empujan hacia salidas con las que ni siquiera habíamos soñado”.
Escribir a mano, por su parte, es clave para poder aprovechar las ventajas de la escritura manuscrita. En particular, el hecho de que no se pueda editar ni borrar lo escrito. A lo sumo se puede tachar, pero los tachones quedan allí, visibles en la página, y también generan un sentido. Además, la escritura manual permite otra clase de registros: dibujos, cuadros sinópticos, flechas, cruces, recuadros, planos y otros símbolos pueden tener su lugar en el papel. Plasmarlos en la computadora es mucho más difícil.
Y otra diferencia radica en el hecho simbólico de guardar los papeles o el cuaderno donde se escriben las páginas matutinas siempre en el mismo sitio, ver cómo los escritos se acumulan, tocar el objeto físico donde se apoya la escritura. Los ordenadores, tan útiles para infinidad de tareas cotidianas, no pueden en este caso -al menos para muchas personas- suplir el carácter y los efectos de la escritura a la vieja usanza.
Dificultades de las páginas matutinas
La escritura de las páginas matutinas también presenta a veces algunas complicaciones. Sobre todo dos. La primera es de orden puramente práctico: en muchos casos, implica la obligación de levantarse veinte minutos o media hora antes de lo habitual para poder escribir antes de iniciar las actividades del día. No parece tan difícil, pero para algunas personas puede llegar a serlo.
La segunda complicación, de todos modos, es más importante. Hay personas que, no mucho después de comenzar con el registro del flujo de consciencia por las mañanas, descubren que no pueden lidiar por sí solas con lo que surge en la escritura. No es solo una negatividad de la que uno puede desprenderse al hacer catarsis escribiéndola en el papel, sino que se trata de angustias o problemas más profundos. En ese caso, podría suceder que el resultado de las páginas matutinas sea contraproducente. Pero habrán servido para descubrir la necesidad de acudir a terapia con un psicólogo que le podrá ofrecer la ayuda que le hace falta.
C.V.