Se suele afirmar que la piel es el reflejo del estado de salud de una persona. Incluso también que revela nuestro estado mental y, en particular, nuestro nivel de estrés. Algunos signos como enrojecimiento, tez apagada, psoriasis, eccema o acné pueden o suelen desencadenarse o empeorar por los altos niveles de cortisol, las hormonas del estrés.
La cosmética ha tenido un papel importante a la hora de proteger o cuidar la piel y aliviar síntomas como los descritos. En forma de maquillaje, productos para el cuidado del cabello, de la piel, perfumes, fragancias, incluso productos para la limpieza de uñas, son algunos de los cosméticos más utilizados.
Pero, de un tiempo a esta parte, los ingredientes activos de una crema parecen no ser suficientes. Porque ya no se trata solo de cuidar la piel, sino también de calmar la mente y sentirnos mejor. Así, muchas de las personas que usan cosméticos lo hacen, según una investigación de la Universidad del País Vasco, por motivos emocionales.
Para los responsables de la investigación, “el componente emocional tiene un efecto importante” a la hora de comprar estos productos. La sensación de bienestar que se obtiene al eliminar o reducir los sentimientos de preocupación es una de las principales emociones positivas que despiertan estos productos de belleza.
La industria cosmética, cada vez más interesada en el impacto emocional de sus productos, avanza e intenta adaptarse con soluciones de bienestar general. Y lo hace la mano de lo que se conoce como psicocosmética o neurocosméticos.
Psicocosmética, nuevo enfoque del cuidado cosmético
Los neurocosméticos no son nada nuevo. Una de las primeras veces que este término se usó de manera oficial fue en 2007, durante la Reunión Anual de la Sociedad estadounidense de Químicos Cosméticos, para referirse a un producto cuyos ingredientes activos se dirigen a las terminaciones nerviosas de la piel, que son sensibles al calor, al frío, al dolor y la presión.
A los péptidos biomiméticos sintéticos se les atribuye capacidad de realizar “neuroacciones”. La psicocosmética tiende a encontrarse más fácilmente en la clase de productos antienvejecimiento, capaces de producir una sensación de una piel más suave.
El concepto detrás de la psicocosmética procede de una combinación del enfoque NICE (sistemas nervioso, inmunológico, cutáneo y endocrino) y el enfoque TCM (medicina tradicional china). La línea entre la parte más estética y la psicológica en el campo de la psicocosmética es muy fina.
Las moléculas de felicidad y bienestar son la última tendencia en cosmética. Una de ellas es la fiebre por los cosméticos con cannabidiol (CBD), uno de los signos de esta tendencia de “piel feliz”. Sin embargo, los obstáculos regulatorios vinculados a su uso están animando a los fabricantes de principios activos cosméticos a usar otras moléculas.
¿Qué dicen los psicólogos?
Como hemos visto, la psicocosmética no ha aterrizado hace dos días. Desde hace muchos años se usa como una experiencia que nos ayuda psicológicamente para sentirnos bien. Pero, como admiten los expertos de la plataforma Ifeel, “la cosmética no es psicocosmética porque no se puede psicologizar cualquier cosa que nos haga sentir bien”.
Frases como “Tu piel nunca está tan radiante como cuando estás feliz” son un claro ejemplo de cómo la psicocosmética se adentra en el consumidor. ¿Se puede probar tal afirmación? Hacerlo requiere disponer de fundamentos que demuestren que sí tienen algún impacto porque, en muchos casos, el uso de la cosmética por sí sola “no basta a todo el mundo”, reconocen los expertos.
En los últimos 30 años, la industria cosmética ha desarrollado cientos de ingredientes activos que prometen beneficios preventivos y curativos: vitaminas de AHA, de ceramidas a liposomas, isoflavonas, antioxidantes, resveratrol, retinol, etc. para tratar, sobre todo, uno de los aspectos que preocupa más, el envejecimiento.
Aunque muchos de estos productos cumplen con buena parte de sus funciones básicas, debemos ser precavidos a la hora de considerarlos como el elixir de la juventud. La aplicación de una crema para el cuidado de la piel puede inducir al bienestar, pero este debe cuantificarse mediante pruebas validadas.
Para los psicólogos de Ifeel, estos productos “pueden hacer que tu piel esté sana y brillante, pero esto no es desarrollo personal en el sentido profundo del término”. Porque, entre otras cosas, no va a hacer que estés más alegre, ni orgulloso, ni satisfecho contigo mismo, ni te va a enseñar habilidades sociales ni te solucionará ningún problema.
Algo similar ocurriría también con la cirugía estética, como admite un estudio de la Universidad de Cambridge, según el cual “existe información limitada sobre los efectos psicológicos de la cirugía estética”. Cuando, previa a la cirugía, existen síntomas de salud mental, estos no desaparecerán después.
Extrapolar los efectos placenteros que puedan ofrecer una crema o un champú al campo psicológico es ir más allá de lo que realmente ofrecen, aseguran los psicólogos, porque estos tienden a ser superficiales y temporales.
M.Ch.