REPRESALIA IRANÍ CONTRA ISRAEL Análisis

Qué cambió para siempre en el mapa geopolítico de Medio Oriente

15 de abril de 2024 10:11 h

0

Hasta el 13 de abril, todo estaba en orden. A los ojos de la República Islámica de Irán, su conflicto geopolítico existencial con el Estado de Israel progresaba muy bien desde hacía dos décadas. Vale decir: era excepcional que el curso de los acontecimientos y los enfrentamientos se distrajera de las vías planeadas por Teherán. La orientación tecnológica, los apoyos y entrenamientos logísticos, y la influencia militar de Irán se ampliaban sin menguas en los siguientes países: Irak, Siria, Líbano, Yemen. Israel estaba rodeado. Pero el sábado las cosas descarrilaron. Durante tres horas oscuras, las llamaradas de trescientos espectaculares e inocuos drones y misiles iraníes incendiaron los cielos israelíes nocturnos. Pero por primera vez Irán había perdido la ventaja. Ese ataque aéreo iraní no era más que una represalia, bajo la invocación del derecho de la nación víctima de agresión extranjera a la legítima defensa internacional. Vale decir: la República Islámica había perdido la iniciativa.

Irán perdió la iniciativa y abandonó la ambigüedad estratégica...

Fue a la vista del mundo, sin lugar para desmentidas: la Aeronáutica militar iraní no actuó: reaccionó. El gobierno de Irán se vio ‘forzado’ a ofrecer una respuesta condigna a un ataque del lunes 1° de abril atribuido a Israel que mató a una docena de personas en dependencias del consulado iraní en la capital siria de Damasco. ‘Obligado’ a responder con sus propias FFAA formales y en su propio nombre propio. Aun seis meses después de la mortífera razzia de Hamas en suelo israelí del primer sábado de octubre, la eventualidad de librar una guerra convencional y directa contra el Estado hebreo lucía remota. Ya no. La conflagración regional ya no está semi-oculta tras su manto de neblina iraní. Porque después del segundo sábado de abril la República Islámica perdió también las ventajas de una ambigüedad estratégica que hasta ahora había preferido, conseguido y retenido.   

En el último semestre, al mirar de cerca y con detalle la guerra implacable que Israel libra en la Franja de Gaza contra las formaciones militares de la organización política islámica sunita palestina de Hamas, la profesionalidad de su Ejército regular y la superioridad de su armamento deslumbran. O encandilan. Al ver el mapa regional desde más lejos y más allá de las fronteras de Israel y de los territorios ocupados o contenidos de Cisjordania y de Gaza, la imagen de aquel abrumador desequilibrio tan favorable al Estado hebreo en la relación de fuerzas no tarda en modificarse, y reequilibrarse para desmedro israelí.   

...pero en el mapa regional la República Islámica sólo gana y retiene posiciones

Gracias a su fraternidad y generosidad en el Líbano con Hezbola, encarada en las plurales facetas de movimiento social, partido político, y milicia armada  de esta organización islámica (que puede hacer oír a los fieles del mundo árabe una voz shiita que les habla en árabe y no en farsi); gracias a su sostén e instrucción en la Franja de Gaza de la organización islámica sunita Hamas en sus facetas social, política,  y militar; gracias a su alianza militar firme en Yemen con la organización islámica shiita y las milicias de los hutíes (a las que proveen de drones) que van ganando una guerra civil sangrienta prolongada por décadas con una intensidad que en el último lustro no ha bajado y que han desplazado al gobierno nominal sunita de la capital yemení de Sana; gracias a su alianza diplomática con los gobiernos de Bagdad (donde es elegido por una población iraquí mayoritariamente shiita) y de Damasco (donde es sostenido y promovido por un Ejército de oficialidad alawita en un país pluriconfesional de mayoría sunita), la República Islámica de Irán ha completado el círculo en torno al Estado de Israel así asediado.

Si se toma aún más distancia para observar el mapa, de inmediato cobra relieve un segundo arco de las fuerzas en juego regional que deja ver una segunda configuración geopolítica que se articula con la anterior en un cuadro más completo y complejo. Se advierte que la estrategia de Irán, actuando siempre en los mismos países, en Yemen, Líbano, Siria, Irak, más simpatías ganadas en Qatar y Bahréin, también ha tenido buen éxito para ir cerrando otro círculo y otro asedio, en torno y en perjuicio de Arabia Saudita. La República Islámica shiita considera sus dos más poderosos y ricos adversarios a la Monarquía sunita y saudí y al Estado de Israel.

Uno de los logros irrefutables del brutal ataque de Hamas del 7 de octubre ha sido el frustrar un ‘acuerdo de Abraham’ al que la diplomacia silenciosa de la Secretaría de  Estado republicana y de la Casa Blanca de Donald Trump había dedicado algunos de sus mejores esfuerzos. El pacto entre saudíes e israelíes, cuya firma estaba en ciernes en octubre de 2023, y que significaba el reconocimiento del Estado de Israel por el país islámico de la ciudad santa de La Meca, el líder de la Liga Árabe, y el mayor exportador de petróleo del mundo, no llegó a ratificarse. La derrota en Gaza será militar para Hamas, en Medio Oriente será política para la alianza entre árabes e israelíes que no fue. Pero esas dos derrotas afianzan una victoria política y económica y el horizonte de un triunfo militar para otra potencia petrolera, Irán.

AGB