Joe Biden finalmente renunció y eligió a su vicepresidenta, Kamala Harris, como sucesora para que ocupe su lugar en la candidatura demócrata. Ahora bien, el apoyo de Biden no es suficiente para garantizar que Harris sea elegida la nueva presidenciable de los demócratas. Biden no puede obligar a sus delegados a votar por ella. Los más de 3.800 delegados que había conseguido el presidente durante el proceso de primarias ahora quedan libres, pues solo tenían el compromiso con él. La cuestión ahora es si alguno de los nombres que se han barajado estos días como posibles sucesores saldrán a disputarle la candidatura a Harris, o bien lucharán para hacer tándem con ella.
La renuncia de Biden deja un escenario abierto donde, de momento, existen dos futuros posibles. El primero y el más sencillo sería que el partido cerrara filas en torno a Harris en un momento en que los demócratas están en crisis. Esto no sería descartable después de ver la demostración de fuerza que hizo Donald Trump durante la Convención Republicana. El partido Republicano está más unido que nunca (porque el expresidente anula la crítica y los disidentes) mientras que parece que los demócratas se están deshaciendo como un terrón de azúcar.
Harris ya estuvo en una campaña electoral y, como vicepresidente, ya se esperaba de ella que estuviera capacitada para asumir la presidencia si era necesario. De hecho, antes de que estallara la crisis entorno al estado de salud de Biden, ya se estaba dando más protagonismo a Harris ante la posibilidad de que si Biden era reelegido, podría no ser capaz de acabar el mandato. Por lo que sería necesario que Harris asumiera el papel de presidenta. También es cierto que Harris, por ahora, es la cara más conocida que tienen los demócratas, aunque no sea muy carismática.
La segunda opción sería un proceso abierto para elegir el candidato del Partido Demócrata para el próximo 5 de noviembre. La expresidenta de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, quien se encargó de liderar las presiones para que Biden renunciara, es una de las voces que se mostró favorable a este tipo de votación. Según publica Politico, el pasado 10 de julio Pelosi comentó con otros demócratas de California que creía que un proceso no competitivo alejaría a los votantes. Mientras que uno competitivo movilizaría a más gente, además de que transmitiría la imagen de un proceso más democrático.
Aun así, para que se produzca un proceso abierto es necesario que otro candidato se postule a disputarle el ticket electoral a Harris. Esto dependerá de como se desarrollen los siguientes días, pero antes de que Biden se retirara, ya había un amplio abanico de nombres que podían sustituirlo aparte de la vicepresidenta. Entre ellos hay la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, el gobernador de California, Gavin Newsom, así como J.B Pritzker, gobernador de Illinois, y Andy Beshear, de Kentucky.
El eco del 68
La última vez que los demócratas vivieron un proceso de nominación presidencial abierto fue el 1968, cuando Lyndon Johnson decidió renunciar poco antes de las elecciones debido a la impopularidad que sufría por la guerra del Vietnam. Después de las batallas internas, Hubert Humphrey, el vicepresidente de Johnson, fue el que ganó la nominación, aunque después perdió contra el republicano Richard Nixon.
El 68 fue un año de protestas masivas por parte de los estudiantes contra la guerra del Vietnam, el fantasma de las cuales ha revivido en los campus universitarios del país con las acampadas contra la guerra de Gaza. El año en que Johnson renunció, la Convención Demócrata también se celebraba en Chicago. Durante los días que duró la convención las calles de la ciudad estuvieron marcadas por la violencia policial contra de los manifestantes anti-guerra.
Un mes para decidir candidato
Con la renuncia de Biden hecha el 21 de julio, los demócratas tienen justo un mes para encontrar a su nuevo candidato y relanzarlo. La Convención Demócrata se celebra el 19 de agosto y el discurso de aceptación de la nominación es el 22. A pesar de que el partido es el que establece las normas, el 22 de agosto se convierte en la fecha límite.
A esto se suma que en las últimas semanas se habría intentado adelantar telemáticamente la formalización de la nominación para la primera semana de agosto. Esto se debería a que el 7 de agosto es la fecha límite en Ohio para poder presentar las candidaturas. Las prisas habrían precipitado a que incluso llegara a formalizarse a finales de julio para acallar las dudas sobre Biden cuando aún no había renunciado, pero Pelosi, y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, se habrían rebelado ante la idea.