No solo el gobierno del presidente Pedro Castillo ha sido derrotado en el Perú. La elección de Rafael López Aliaga por el partido ultraconservador y derechista Renovación Popular en el gobierno de la ciudad capital limeña otorga un nuevo rostro y un nuevo impulso a la oposición con un líder político que conecta el desgobierno de Castillo con la crisis económica y el golpe a las economías familiares. López Aliaga no tiene reparos en defender la inversión privada y el capital como el único camino para salvar la economía familiar. “Tengo que conseguir dinero para Lima”, dijo López Aliaga, para quien la alcaldía acaso mitigue su derrota ante el actual presidente en las elecciones presidenciales de 2021 cuando el empresario logró el tercer lugar. Durante esa campaña sus declaraciones de pertenencia al Opus Dei y su celibato le habían ganado el apodo de “Bolsonaro”.
La disputa por Lima
La gobernación de Lima -la “Ciudad de los Reyes”-, ciudad capital del Perú y de la provincia de igual nombre, con 43 distritos y una extensión de 2.638 km2, fue disputada en estas últimas elecciones por ocho candidatos.En la extensa y populosa área urbana conocida como Lima Metropolitana viven 10 millones de personas, un tercio de la población peruana. La victoria de López Aliaga del 26,28% de los votos le otorgó una ajustada ventaja de 0,9 puntos. Por debajo de él, otro candidato de derecha extrema, un exmilitar acusado por violaciones a los DDHH. Daniel Urresti, de Podemos Perú, ganó el 25,37 por ciento. Para él, dijo el nuevo alcalde, las “puertas están abiertas”.
López Aliaga prometió para la ciudad limeña “Seremos potencia mundial” y pidió al presidente Castillo que “renuncie de una vez por el bien del Perú, que se asile a un país” y lo deje “en paz”. Más aún, el nuevo gobernador de Lima se niega a reunirse con el presidente Castillo.
Los porcentuales obtenidos por los otros candidatos ha dejado ver de manera nítida la fragmentación del electorado y a la vez el escaso número de votos obtenido por el ganador: “Creo que es la primera vez que gana un candidato en Lima que no llega al 30%” ponderó Hernán Chaparro, investigador y docente de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Lima, quien predijo “Con López Aliaga, creo que vamos a tener una gestión más ideologizada, más política, que tome como plataforma el municipio para enfrentarse a Castillo”. El triunfo de López Aliaga tiene como base haber logrado nuclear alrededor suyo a la derecha limeña expresada en Renovación Popular, Fuerza Popular e incluso Avanza País. Este resultado indica a primera vista que ganó la derecha y perdieron los radicales, bajo el prisma de una lectura polarizada que oculta que el radicalismo ideológico no solo está en el extremo izquierdo sino también en el derecho. Y el nuevo alcalde de Lima usufructuó esa polarización hacia la derecha en una sociedad polarizada e hiperfragmentada que le aseguró el guarismo ganador que mayor al 20 % e inferior al 30 por ciento.
Lima, la distancia que nos separa
El mapa de los resultados de la representación peruana despliega la tremenda diferenciación entre Lima y el resto del país. Lima no es la muestra representativa nacional, como ocurría hasta la década de los ’80, sino que es la de la extrema fragilidad de los partidos políticos nacionales, incapaces de articular y canalizar intereses en regiones y provincias, siendo desplazados, nuevamente, por movimientos regionales que reproducen, sin embargo, los mismos problemas que los partidos: frágiles y personalistas, convirtiéndose solo en vehículos electorales.
Una diferenciación que también es lejanía cada vez mayor de la ciudad capital peruana en relación al resto del país. Desde los ‘90 y sobre todo en este siglo, en que hay elecciones regionales y municipales, son como dos mundos paralelos. Los principales protagonistas de la contienda del 2 de octubre por la región capital, fuera de Lima, no existen. Los principales partidos que están en el Congreso no existen fuera de Lima. “Renovación Popular ha ganado en Lima 12 distritos, pero no ha ganado ningún gobierno regional, ninguna provincia importante, ningún distrito importante. Los dos partidos más importantes que pasaron a la segunda vuelta el año pasado como Perú Libre y Fuerza Popular, peor, no han ganado ni un distrito en Lima ni en ninguna región o provincia capital”, explicó Fernando Tuesta Soldevilla, docente de Ciencias Políticas en la Pontificia Universidad Católica (PUC) del Perú.
Sin embargo, no queda tan definido si perdió el fujimorismo porque figuras connotadas de Fuerza Popular apoyaron al candidato de Renovación Popular. No solo buscaron quedar bien con quienes comparten el campo ideológico sino que también confían en el desgaste de un político procaz – “no tiene control emocional”, ha dicho Keiko Fujimori. Y citan la “Ley” de que ningún alcalde de Lima gana después la Presidencia.
Los resultados también iluminan los movimientos regionales siempre nombrados en plural, pero de observarse en singular se trata de “vehículos electorales”: no son organizaciones potentes, alternativas a los partidos nacionales, sino que reproducen a escala regional los males de los partidos nacionales. “No tenemos por ejemplo, un movimiento regional del sur andino, ni del oriente peruano. Hay movimientos distintos en cada región. No tienen vínculos. Es lo que he denominado como el archipiélago representativo del país”, analiza Tuesta Soldevilla.
El nuevo alcalde: varón de empresa y hombre de Dios
López Aliaga, de 61 años, llamado “Porky” por sus seguidores según un parecido con el pequeño cerdo de dibujos animados y que él mismo tiene en cuenta cuando se nombra, prometió un “shock de inversiones” para promover el empleo en la capitalina Lima muy golpeada por la pandemia de covid-19, cuando miles perdieron su trabajo.
El 2007 fue regidor de la Lima Metropolitana por Unidad Nacional, alianza que era parte del partido de derecha Solidaridad Popular, por el que postuló en 2011 al Congreso sin obtener su curul. Después de su derrota en las parlamentarias de 2020, López Aliaga fundó Renovación Popular, definido por él mismo “social cristiano profamilia” y según sus propias palabras a un nivel mayor “el de Dios, Cristo” del anterior Solidaridad Popular, fundado en 1998 por Luis Castañeda Lossio, tres veces alcalde de Lima con varios escándalos de corrupción en su haber.
Empresario exitoso no de elite familiar antigua, sino producto dilecto del neoliberalismo (hizo negocios aprovechando las privatizaciones de la era Fujimori). López Aliaga es fundador y accionista de la empresa de valores Peruval Corp SA, de la empresa financiera de hoteles y trenes grupo Acres, accionista de Ferrocarril Transandino S. A. ây presidente del Directorio de Perú Holding de Turismo desde 1991.
Su personal religiosidad incluye la autoflagelación que practica desde hace 40 años para “unirse a la pasión de Cristo” y un fervoroso amor a la Virgen María de quien está enamorado, como confesó en público. En su electorado se cuentan cuatro segmentos: 1) católicos conservadores (sobre todo de movimientos eclesiales como el Opus Dei, Sodalicio de Vida Cristina, Neocatecumenado), 2) evangélicos (neo) pentecostales, 3) la ultra derecha peruana conocida coloquialmente como la DBA: Derecha Bruta y Achorada, y 4) ciudadanos tradicionales (no necesariamente religiosos) que ven amenazados sus criterios valorativos con los cambios culturales de los últimos años, como la igualdad de género, el lenguaje inclusivo y el posible matrimonio igualitario. También ha influido a su favor, el cansancio y decepción de la ciudadanía respecto a la situación económica, la inseguridad y la gran corrupción estatal.
López Aliaga comenzó a disputarle la representación de los movimientos liderada por Keiko Fujimori “Con Mis Hijos No Te Metas” cuando ingresó a su lista congresal para las elecciones extraordinarias 2020 -después de la disolución del congreso dispuesta por el ex presidente Martín Vizcarra- varios líderes evangélicos conservadores.
¿La distancia entre la comuna limeña y el gobierno nacional traerá consecuencias?
“Yo no puedo dialogar con una persona que tiene siete carpetas fiscales por corrupción abiertas”, ha dicho sobre la posibilidad de sostener diálogo con el presidente Pedro Castillo y con el cuerpo de ministros de la actual gestión de gobierno. “Mal haría yo dándole un aval como alcalde de Lima, que es la segunda autoridad elegida por voto popular en nuestro país. Mal haría yo dialogando con gente presta a ser parte de un engranaje, en mi opinión, totalmente cuestionado. Y, lo peor, que rota cada semana”, sostuvo el entonces candidato.
Estas afirmaciones expresadas de muchas formas a lo largo de su campaña como candidato, las mantiene en su condición de nuevo jefe de gobierno de de Lima. En una clara demostración de su postura, no acudió a la reunión que el presidente de la República tuvo con los virtuales alcaldes electos de Lima y Callao en Palacio de Gobierno. Tampoco asistieron los virtuales alcaldes distritales recientemente elegidos de su agrupación política. De seguir en sus treces, la polarización en general que tiene el país tendría un nuevo actor en este juego de confrontación, advierte Paulo Vilca, director del Observatorio Regional de 50+1 Grupo de Análisis Político. La renuencia del nuevo alcalde a conversar con el Ejecutivo puede ser un error estratégico habida cuenta de que una buena gestión en Lima requiere diálogo entre la comuna limeña y el Gobierno para los desembolsos del Ministerio de Economía y parece bien saberlo López Aliaga quien el 6 de octubre reunió con el presidente del Congreso, el militar derechista José Williams de Avanza País, para conversar sobre “competencias de región” para la ciudad de Lima y participación en la elaboración del presupuesto público nacional. “Con el señor José Williams, encantado de la vida, es un héroe del Chavin de Huantar, un caballero, un tipo decente y honesto, claro que me reúna con él. Esa desaprobación (al Congreso) es por culpa de los niños corruptos de Acción Popular” declaró no sin sentido de la oportunidad López Aliaga.
Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra
En el discurso de López Aliaga la “lucha contra Odebrecht y la corrupción” en un contexto en que varios ex presidentes y líderes políticos están investigados por casos de corrupción el discurso de López Aliaga ha tallado principalmente contra sus adversarios “caviares”. Para alguien de derecha en Perú, la izquierda o es “terruca” (terrorista) o es “caviar”, término derivado de la expresión francesa gauche caviar (izquierda caviar), que definen a la izquierda burguesa y acomodada, con lujos que las clases proletarias, no pueden permitirse. Para López Aliaga, un “caviar” es incluso una especie endémica de Perú, como se ha encargado de repetir una y otra vez en sus entrevistas: “un caviar nace, crece, entra al Estado, cobra 15.000 soles (unos 4.000 dólares) al mes, destroza la empresa privada, se reproduce y muere. Cumplió su ciclo”.
Sin embargo, López Aliaga no está libre de culpa; sino que está involucrado en el esquema de corrupción en la Caja Metropolitana de Lima, que favoreció con contratos tramposos a uno de sus socios y dos de sus compañías por más de un millón y medio de soles, durante la gestión de Susana Villarán en la municipalidad de Lima. Meses antes de la última campaña no acudió a la audiencia fijada por el juez de investigación preparatorio Jorge Chávez Tamariz por el presunto delito de lavado de activos del conocido caso de 2016 ‘Panama Papers’
El triunfo de un discurso ultraconservador de 'Guerra Santa'
La victoria de López Aliaga en la gobernación de la ciudad de Lima significa un serio revés para el progresismo y el inicio de una carrera de impredecibles consecuencias.
En los planteamientos de López Aliaga, que en ocasiones dice ser tolerante con las personas homosexuales, está ausente toda posibilidad de otorgar los mismos derechos civiles para todos los ciudadanos como el caso del matrimonio igualitario y o de la adopción por parte de familias LGTBIQ+. Entrevistado para el canal UCI el 17 de enero de 2021, declaró: “Yo tengo muchísimos amigos homosexuales que les interesa el tema patrimonial, matrimonio es otra cosa”. La misma línea sostiene respecto al uso de anticonceptivos, el aborto la eutanasia y la legalización de la marihuana.
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