Estaban convocados para una “lluvia de ideas” sobre el refuerzo de la defensa europea para, en buena medida, reducir la dependencia de Estados Unidos y, una vez más, Donald Trump protagonizó la cita. La reiteración de que impondrá nuevos aranceles a la Unión Europea copó gran parte de la cita de los líderes de los 27, que tratan de convencer al presidente estadounidense de que una guerra comercial no beneficia a nadie, salvo a China, según expresó la jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas.
“Los americanos necesitan a los europeos y los europeos necesitan a los americanos”, dijo la estonia. La dirigencia europea lleva tiempo asegurando que esta vez el bloque comunitario está mejor preparado para el mandato de Trump que en 2016, pero hace equilibrios para no enfadarle al tiempo que reivindican a la UE como una potencia estable y con un importante mercado de 450 millones de personas. Fuentes comunitarias apuntan a que después hubo un “fuerte consenso” de los líderes de la UE en la advertencia de que los aranceles son “dañinos para las dos partes” e, igualmente, lanzaron el mensaje de que “cuando surgen los problemas, se deben encontrar soluciones”.
“Europa es económicamente fuerte. Somos un espacio económico muy amplio con empresas de alto rendimiento que operan de forma competitiva a escala mundial. Estamos interconectados con todo el mundo y tenemos oportunidades de comerciar con todo el mundo. Por eso siempre sería bueno, desde la perspectiva tanto de EEUU como de Europa, que cooperáramos”, afirmó el canciller alemán, Olaf Scholz, que siguió con la terapia que los líderes de la UE iniciaron tras la victoria del populista republicano: “El requisito previo para el entendimiento es que uno conozca su propia fuerza. Europa puede actuar”.
¿Comprar europeo o comprar a Trump?
En esa misma línea se pronunció el primer ministro polaco, Donald Tusk: “Tenemos que hacer todo lo posible para evitar esta totalmente innecesaria y estúpida guerra comercial, pero al mismo tiempo y es mi consejo, tenemos que intentar hablar con los amigos americanos y no perder el sentido común”. El líder de uno de los países de mayor tradición atlantista llamó a la UE a no perder la “conciencia” del “interés” que tiene en EEUU pero tampoco la “confianza en sí misma” y definió un posible enfrentamiento comercial entre aliados como una “paradoja cruel” ante “peligros” como la “amenaza rusa y la expansión china”.
Aunque también reconoció que no le gusta la idea de una lucha entre aliados, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, abogó por una “respuesta colectiva y contundente” del bloque comunitario. Trump amenazó con tomar el control de Groenlandia, un territorio administrado por Dinamarca. “La respuesta a los aranceles es responder con las mismas acciones”, aseveró el luxemburgués Luc Frieden, que dijo que no quiere una “Ucrania 2.0”. “Yo no quiero empezar una guerra [comercial], yo quiero empezar negociaciones”, dijo el finlandés, Petteri Orpo.
“Comprar europeo”, dijo la receta del “plan de acción” que planteó el presidente francés, Emmanuel Macron, como respuesta a las amenazas comerciales de Trump ante las que aseguró que Europa tendrá que “hacerse respetar”.
Por el contrario, el lituano, Gitanas Nauseda, apostó por ofrecer a Trump “algo que pudiera ser interesante y atractivo”, como un acuerdo de libre comercio sobre la automoción, aumentar la compra de gas natural licuado o comprarle más armamento.
La alianza post-Brexit en defensa
Entre los que advirtieron al presidente estadounidense de que no le interesa la tensión económica con la UE estuvo el secretario general de la OTAN, Mark Rutte: “Ellos venden más a Europa que nosotros a ellos, y el superávit neto es de 180.000 millones de dólares desde 2022”. Esa fue la respuesta al déficit comercial que alega Trump para justificar las nuevas tasas.
En lo que insistió Rutte es en la necesidad de incrementar el gasto militar por parte de los países europeos. “Para evitar la guerra, debemos gastar más”, animó el holandés, que recordó, no obstante, que los aliados no americanos incrementaron en un 18% el gasto en los dos últimos años. Aun así, la creencia generalizada de los gobiernos europeos (antes incluso de que lo dijera Trump) es que se debe elevar el umbral por encima del 2% estipulado.
Y esa fue parte de la discusión de los jefes de Gobierno este lunes en un ‘retiro’ convocado por el presidente del Consejo Europeo, António Costa, y al que asistió el primer ministro británico, Keir Starmer. Fue el primer encuentro de un premier con los líderes de la UE tres el Brexit en un momento en que el laborista está impulsando un acercamiento del Reino Unido al bloque comunitario. Y la seguridad y la defensa son dos de los aspectos en los que están más interconectados.
El gran debate tiene que ver con el nivel de gasto y cómo se financia. Algunos de los frugales, como Finlandia, se abrieron a que se pueda emitir deuda conjunta (eurobonos) para aumentar la inversión en defensa. España siempre estuvo en esa posición. También cómo mejorar la cooperación entre los países europeos es uno de los temas que estuvo sobre la mesa en esa intención de incrementar la autonomía estratégica de la UE.
España, una “isla” que se resiste al gasto militar
En cuanto al aumento del gasto, que tendrá un hito en la cumbre de la OTAN que se celebrará en La Haya en junio y para la que Rutte señaló al umbral del 3%, España se resiste a hablar en esos términos. No obstante, Pedro Sánchez no atendió a los medios de comunicación a su llegada a Bruselas.
“No se trata únicamente de gastar más, sino también de gastar mejor. Para España, es importante que el debate sobre las capacidades tenga en cuenta que el aumento del gasto en defensa debe, a nuestro modo de ver, contribuir a reforzar la competitividad, a fortalecer la cohesión de la UE, a desarrollar la excelencia tecnológica y a crear empleo”, señalaron fuentes gubernamentales.
“No va de incrementar más el gasto en defensa, va de que tengamos un proyecto común en el seno de la UE no dependiente de la estrategia de Estados Unidos. Y la salida es esta, no es incrementar el presupuesto, sino que Europa tenga un espacio propio”, dijo la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, que también estaba en Bruselas en un acto de la Organización Internacional de Trabajo. En declaraciones a los periodistas, apuntó a la necesidad de fomentar proyectos europeos como Airbus.
La “isla” en que se convirtió España, según la definió Díaz, ante el incremento de los gobiernos conservadores y el auge de la extrema derecha tiene por delante una dura batalla respecto al gasto militar, que el Gobierno calcula que llegará al 2% en 2029, una fecha incomprensible para el resto de aliados.