Más de dos semanas después de la masacre perpetrada por las milicias de Hamas en el sur de Israel y el secuestro de más de 200 israelíes, la matanza de palestinos continúa en la Franja de Gaza. Los ataques aéreos del Ejército israelí ya terminaron con la vida de cerca de 5.790 palestinos –la mayoría son civiles, incluidos más de 2.300 niños– y dejaron más de 14.000 heridos. En Israel, las víctimas son 1.400 –entre ellas, un millar de civiles– y los heridos, más de 5.000, según datos oficiales.
Con una nueva cumbre internacional fallida en Egipto y la entrada de los primeros convoyes de ayuda humanitaria en Gaza, la guerra se enquista mientras se dispara el sufrimiento: el los gazatíes, que siguen muriendo bajo las bombas, y el de las familias de los secuestrados, que no atisban un horizonte claro para su liberación. Una desesperanza que prende la mecha del odio y recrudece la sed de venganza, especialmente en Israel, donde ya comenzó una caza de brujas contra los ciudadanos disidentes que piden un alto el fuego y dicen “basta” a la violencia.
Para comprender las causas de este nuevo estallido, politólogos, analistas o académicos insisten en el imperativo de sumergirse en la historia del conflicto como fórmula para combatir las narrativas polarizadas en la era de la posverdad, donde la velocidad de transmisión de bulos y desinformación enturbia la comprensión de una realidad ya de por sí compleja. Así las cosas, estos son algunos de los acontecimientos del pasado que determinan el presente de la guerra entre Israel y Hamas, que bien podría convertirse en un conflicto regional.
1947. Plan de Partición de la ONU
Después de la Segunda Guerra Mundial, la Organización de las Naciones Unidas diseñó un Plan de Partición del Mandato que su predecesora, la Sociedad de Naciones, había concedido a Gran Bretaña sobre Palestina tras el desmoronamiento del Imperio Otomano. Dicho Plan de Partición planteó la creación de dos Estados, uno judío sobre el 55% del territorio y otro árabe sobre el 45% restante (menor en extensión, pero con zonas más fértiles, como la Galilea y el Valle del Jordán). La Asamblea General de la ONU aprobó ese Plan con un 58% de votos a favor, un 23% en contra y un 10% de abstenciones. En ese momento empieza todo.
1948. Guerra de la Independencia de Israel
La acumulación creciente de víctimas entre militares y policías del Mandato Británico (atrapados en un fuego cruzado constante entre árabes y judíos, que alcanzó el paroxismo con el atentado perpetrado por la organización extremista judía Irgún contra el cuartel general de la Administración británica, sito en el Hotel King David de Jerusalén, que causó un centenar de muertos) hizo que Gran Bretaña anunciara oficialmente su retirada para el 15 de mayo de 1948.
La víspera, el Consejo de Estado Provisional, liderado por David Ben Gurión, declaró unilateralmente la independencia, lo que al día siguiente provocó un ataque conjunto por parte de los Ejércitos de Jordania, Egipto, Siria, Líbano e Irak. Aunque menor en número de efectivos, la mejor organización militar y dotación de armamento por parte de sus incipientes Fuerzas Armadas permitió a Israel no sólo repeler el ataque, sino obtener importantes avances, pasando a controlar el 78% del territorio y dejando el 22% restante a los palestinos. Así, la independencia (Atzmaut) de Israel se convirtió en la catástrofe nacional (Nakba) de Palestina.
1956. Guerra del Canal de Suez
Con la connivencia política y apoyo logístico de Gran Bretaña y Francia, en octubre de 1956 Israel invadió la península egipcia del Sinaí como reacción al cierre del canal de Suez decretado por el presidente de Egipto, Gamal Abdel Nasser. El efecto sorpresa y la ayuda militar franco-británica permitieron una rápida victoria táctica a los tres aliados. Sin embargo, también implicó una derrota estratégica para las antiguas potencias coloniales, dado que las presiones de Estados Unidos y la Unión Soviética les obligaron a retirarse de la zona, perdiendo así su antigua influencia en la región.
Por su parte, Israel salió beneficiado de la contienda, pues logró que Egipto detuviera el envío de armamento a las guerrillas palestinas que lanzaban ataques periódicos contra su joven Estado. Finalmente, el canal de Suez sería reabierto bajo el control de un contingente de cascos azules de la ONU, conocido como UNEF, a modo de fuerza de interposición entre Egipto e Israel.
1967. Guerra de los Seis Días
La expulsión de la UNEF de la península del Sinaí por parte de Nasser –líder indiscutible del panarabismo– en mayo de 1967 hizo que Israel lanzara un ataque preventivo con el que logró neutralizar las capacidades aéreas militares de los países árabes vecinos, incluido el propio Egipto. En apenas seis días, ocupó Cisjordania, Jerusalén Este, la Franja de Gaza, la península del Sinaí y los altos del Golán sirios. La ocupación de los tres primeros territorios, en vigor a día de hoy, sigue siendo fuente inagotable de recurrentes escaladas de la violencia.
1973. La guerra de Yom Kippur
El 6 de octubre de 1973, durante la celebración del Yom Kippur (Día del Perdón), la fiesta más sagrada del calendario judío, Israel volvió a ser atacado por una coalición de Ejércitos árabes, de nuevo liderados por Egipto y Siria, que entonces quisieron recuperar la península del Sinaí y los altos del Golán, respectivamente. La ofensiva cogió aparentemente por sorpresa a sus servicios de inteligencia, que no lograron prevenir el ataque, al igual que sucedió el 7 de octubre de este año, en una analogía recurrente estos días.
Tras varias jornadas de avances por parte de los árabes, Israel logró contraatacar y reponerse sin perder ninguno de los territorios que ya había ocupado. En 1979, y tras la mediación de Estados Unidos, el Estado hebreo terminó devolviéndole a Egipto la península del Sinaí, en el marco de los Acuerdos de Camp David, que se convirtieron en la piedra angular de la ecuación de seguridad de Oriente Próximo bajo el axioma “paz por territorios”. Funcionó: la paz continúa entre Israel y Egipto.
1982. Invasión israelí de Líbano
En el verano de 1982, Israel volvió a lanzar una ofensiva contra Líbano, su vecino del norte, hasta el punto de hacerse con el control de la capital, Beirut, que bombardeaba y sitiaba hasta que las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), comandadas por el histórico líder palestino Yasser Arafat, aceptaron salir de la ciudad. Los bombardeos duraron dos meses y la operación militar fue bautizada por el Ejército israelí como Paz para Galilea.
1987. La primera Intifada palestina
Sin embargo, “en casa” las cosas iban a ser distintas. Tras dos décadas de ocupación militar, en 1987 los palestinos de Cisjordania, Jerusalén Este y la Franja de Gaza llevaron a cabo una revuelta popular contra Israel, conocida como la primera Intifada. Un levantamiento basado en huelgas, manifestaciones y disturbios, que incorporaron el lanzamiento de piedras y cócteles molotov, desbordando inicialmente a unas fuerzas de seguridad de las más sofisticadas y mejor preparadas del mundo, que terminaron reprimiendo brutalmente la rebelión. Precisamente esa extrema dureza y el afán por parte de la seguridad israelí de dividir y vencer a la resistencia palestina posibilitó la aparición de organizaciones islamistas como Hamas y la Yihad Islámica, que comenzaron a competir por el liderazgo de la causa nacional frente a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), dirigida desde el exilio por Yasir Arafat.
1991. La Conferencia de Paz de Madrid y los Acuerdos de Oslo
La primera Intifada acabó con la celebración de la Conferencia de Paz de Madrid en octubre de 1991 –auspiciada conjuntamente por los presidentes de Estados Unidos y la Unión Soviética– y la firma de la Declaración de Principios en septiembre de 1993, que a su vez daría lugar a los subsiguientes Acuerdos de Oslo. Ambos hitos diplomáticos posibilitaron la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) a modo de representante institucional de un futuro Estado palestino presidido por Yasir Arafat y que habría de convivir con el Estado de Israel en paz y seguridad.
Un proceso negociador que duró siete años, durante los cuales las Fuerzas Armadas israelíes colaboraron eficazmente con las fuerzas de seguridad de la ANP en su lucha contra los numerosos atentados terroristas –muchos de ellos suicidas– perpetrados por Hamas y la Yihad Islámica, que perseguían sabotear ese proceso de paz.
2000. La segunda Intifada palestina
El fracaso de las negociaciones de Camp David II, para las que el entonces mandatario de Estados Unidos, Bill Clinton, congregó al primer ministro de Israel, Ehud Barak, y al presidente palestino, Yasir Arafat, y que habrían de fijar el marco para un acuerdo final sobre fronteras definitivas, gestión de recursos naturales, cupos para el retorno de los refugiados palestinos o la capitalidad de Jerusalén, llevó al estallido de una segunda Intifada. A diferencia de la primera, las piedras y los cócteles molotov dieron paso a las armas de fuego y a los explosivos.
Una guerra de baja intensidad que combinó numerosos atentados terroristas por parte de las diferentes organizaciones armadas palestinas –tanto islamistas como laicas afiliadas a la OLP– con los perpetrados por las propias fuerzas de seguridad de la ANP contra efectivos israelíes o los colonos residentes en los asentamientos de Cisjordania y Gaza, cuyo número se multiplicó exponencialmente durante el Proceso de Oslo.
Cuatro años después de una secuencia de operaciones militares israelíes –la más dura de ellas, “Muro Protector”, por la que el Ejército hebreo invadió todas las ciudades autónomas palestinas–, junto con la muerte de Yasir Arafat en noviembre de 2004, conducirían al fin de la segunda Intifada, que se saldó con 5.000 palestinos muertos, un millar de israelíes y una confianza absolutamente rota entre las partes.
2005. El Plan de “Desconexión” de lsrael
Terminada la Intifada, la elección en enero de 2005 del nuevo presidente de la ANP, Mahmud Abás, posibilitó que un Gobierno de coalición liderado por el Likud de Ariel Sharon y apoyado por el Partido Laborista de Simón Peres pusiera en marcha el llamado Plan de Desconexión de la Franja de Gaza, por el que durante el verano de 2005 Israel desmanteló las colonias y bases militares que mantenía en el enclave costero.
Pero, si bien se retiró, siguió manteniendo un control férreo sobre su espacio aéreo y marítimo, así como de sus accesos terrestres, con la excepción del paso fronterizo de Rafah, que conecta Gaza con Egipto. Esto, unido a que el Plan de Desconexión fue ejecutado de forma unilateral por parte de Israel –sin coordinación con la ANP– y que sólo se aplicó en Gaza, sin un compromiso de retirada también de Cisjordania, llevó a que, contra todo pronóstico, Hamas ganara las elecciones legislativas palestinas celebradas en enero de 2006, convirtiéndose en un actor político emergente, y que, gracias a Israel, saliera del ostracismo institucional en el que se encontraba.
2007. Hamas toma el poder en la Franja de Gaza
La inesperada victoria de Hamas –en cuyo ideario está la lucha contra “los agresores sionistas ocupantes”– en los comicios de 2006 y su participación activa tanto dentro del Consejo Legislativo Palestino en la Franja de Gaza (donde se convirtió en fuerza mayoritaria, frente a un papel más secundario en Cisjordania) como en el Gobierno de unidad nacional liderado por Ismael Haniya, le permitieron consolidarse e impulsar las capacidades militares de su brazo armado, las Brigadas Izzadim Al Qassam.
Así, en junio de 2007, los islamistas, fortalecidos, pusieron en marcha una efímera pero cruenta ofensiva contra la ANP en Gaza, que llevó a la expulsión de sus dirigentes y a la hibernación de sus miles de funcionarios y policías. Su toma de control sobre todos los resortes del poder en la Franja hizo que Israel endureciera su bloqueo por tierra, mar y aire, lo que a su vez condujo a la siguiente secuencia de operaciones militares.
De 2008 a 2014, más represión, más violencia
En diciembre de 2008, Israel lanzó la operación 'Plomo Fundido'. Después de seis meses de tregua, su Ejército atacó durante tres semanas cientos de objetivos de Hamas en Gaza. El balance fue trágico: más de 1.300 palestinos muertos y una docena de israelíes. Cuatro años después volvería la violencia.
En noviembre de 2012, llegó el turno de 'Pilar Defensivo', que tuvo como detonante el “asesinato selectivo” del líder del brazo armado de Hamas, Ahmed Yabari, lo que provocó la respuesta armada de sus hombres. Esta nueva guerra duró ocho días y provocó más de un millar de muertes. Habrían sido más de no haber sido por la mediación de Estados Unidos y, sobre todo, de Egipto, en ese momento gobernado por los Hermanos Musulmanes, organización afín a Hamas.
Pero todavía faltaría la peor –hasta la actual– de las ofensivas israelíes contra la Franja de Gaza. En julio de 2014 Israel lanzó su operación 'Margen Protector' en represalia por el secuestro y asesinato a manos de miembros de Hamas de tres jóvenes judíos en la Cisjordania ocupada. Semanas después, aviones y drones israelíes volvían a bombardear cientos de objetivos en Gaza, arrasando barrios enteros y penetrando por tierra en las localidades de Beit Lahia y Beit Hanun, con un balance de más de 2.200 muertos en el lado palestino (la mayoría civiles), frente a 71 (la mayoría soldados) del lado israelí.
2018-2019. La llamada desoída de las 'Marchas del Retorno'
Con Hamas debilitado, el 30 de marzo de 2018 y con motivo del Día de la Tierra, organizaciones de la sociedad civil gazatí convocaron las llamadas 'Marchas del Retorno', una iniciativa inicialmente pacífica para exigirle a Israel el fin del bloqueo y el derecho de los refugiados palestinos a retornar a sus antiguos pueblos o ciudades, hoy en territorio israelí. Miles de personas se congregaron cada viernes, y durante algo más de un año, cerca de la valla fronteriza de la Franja, donde fueron recibidos con gases lacrimógenos, balas recubiertas de caucho y munición real por parte del Ejército israelí. Decenas de francotiradores dispararon durante semanas contra todo aquel que se acercara a varios cientos de metros de la valla, incluidos civiles desarmados, paramédicos o periodistas que no suponían amenaza alguna.
Once meses después una comisión de investigación de la ONU concluyó, en respuesta a las alegaciones israelíes de que las protestas en realidad encubrían actividades terroristas, que “pese a algunos actos de violencia significativa, las manifestaciones fueron de carácter civil y con objetivos políticos claramente definidos”. Se saldaron con más de 200 palestinos muertos y otros 36.000 heridos, la mayoría en las extremidades, el abdomen o la pelvis, dejando a cientos de niños y jóvenes mutilados de por vida, con sus consiguientes trastornos de salud mental, en la que desde hace años es ya una de las peores lacras dentro de la Franja de Gaza.
2020-2021. Un paréntesis por la covid
En 2020 llegó la pandemia de la covid y con ella un breve, pero bienvenido, paréntesis en las constantes rondas de violencia. Duró poco, sólo hasta mayo de 2021, en que una nueva hornada de hostilidades entre Israel y Hamas terminó con la muerte de otra docena de israelíes y más de 250 palestinos, junto con los 28 que fueron asesinados en Cisjordania en una escalada en la que, por primera vez desde las Intifadas, las agresiones sectarias llegaron hasta el mismo corazón de Israel.
Durante varias semanas se sucedieron los ataques contra la minoría judía en ciudades de mayoría árabe como Lod y linchamientos de árabes en ciudades de mayoría judía como Bat Yam. Varios judíos y árabes perdieron la vida en unos incidentes que cerca estuvieron, tal y como alertó el presidente israelí Isaac Herzog, de provocar una guerra civil.
Octubre de 2023
Hoy, en este octubre de 2023, la amenaza llega nuevamente del exterior, lo que ha vuelto a cohesionar tanto a los israelíes como a su Gobierno, cuya actual sed de venganza, esta vez sí, podría arrasar con el aparato militar –que no político– del movimiento islamista Hamas y, de paso, llevarse con él no solo la vida de más civiles gazatíes inocentes, sino también de los más de 200 secuestrados entre israelíes y extranjeros que permanecen en manos de los milicianos palestinos dentro de la Franja.