ANÁLISIS

Los incendios forestales de Los Ángeles representan la combinación de varios desastres climáticos

Meteorólogo y periodista estadounidense especializado en clima —

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Una combinación excepcional de factores medioambientales contribuyó esta semana a la tormenta perfecta de unos incendios que no tienen antecedentes históricos en el sur de California. Los vientos casi huracanados y la sequía que alimentaron los fuegos en la zona de Los Ángeles presagian una nueva era de sucesos complejos en los que varias condiciones meteorológicas históricas se producen de manera simultánea en épocas atípicas del año generando situaciones que superan nuestra capacidad de reacción.

Joe Biden prometió el miércoles que el Departamento de Defensa reforzaría la capacidad del estado y de las administraciones locales en la extinción de incendios, una medida poco habitual que deja en evidencia hasta qué punto estos incendios de rápida propagación están sobrecargando nuestra capacidad de reacción.

Las llamas quemaron más de 14.500 hectáreas. Las principales empresas de electricidad de la región tuvieron que cortar el suministro a uno de cada tres hogares y empresas de Los Ángeles en un intento coordinado de reducir el riesgo de nuevos incendios por la caída de líneas eléctricas.

Con cientos de casas destruidas, entre otras estructuras, y daños tan generalizados que las reservas municipales de agua se agotaron, el incendio de Palisades es ya el más destructivo en la historia de Los Ángeles. En la zona de Pacific Palisades, los adinerados residentes tuvieron que huir a pie tras dejar sus coches en las calles bloqueadas por el tráfico. En Pasadena, el rápido avance del fuego forzó la evacuación en zonas tan alejadas como la del Desfile del Torneo de las Rosas.

Las primeras estimaciones del impacto económico que tendrán los incendios forestales ascienden a decenas de miles de millones de dólares. El fuego todavía puede ser el que genere más daños y perjuicios de la historia de Estados Unidos, superando al Camp Fire de 2018 en Paradise (California).

Los bomberos se enfrentaron a vientos feroces con una sequía y unas condiciones atmosféricas extremadamente atípicas para el sur de California en cualquier momento del año. Más aún en enero, un mes en la mitad de la temporada de lluvias. Este fuego está ocurriendo semanas después (o antes) de las fechas en que hasta ahora han tenido lugar los grandes incendios forestales en California.

Los próximos días nos van a poner a prueba. La persistencia de vientos fuertes y secos hasta principios de la próxima semana mantiene abierta la posibilidad de nuevos incendios de magnitud similar. En el peor de los casos, los incendios no controlados de Palisades y de Eaton seguirán propagándose por el área metropolitana de Los Ángeles, con nuevos focos creciendo de manera veloz y simultánea hasta quedar fuera de control, invadiendo otros barrios y limitando las rutas de evacuación más rápidamente de lo que los bomberos puedan reaccionar. En estas condiciones es prácticamente imposible contener un fuego provocado por el viento.

Una nueva era de desastres climáticos

Estos incendios marcan un antes y un después. No solo para los habitantes de Los Ángeles, sino como representación de una nueva era de desastres climáticos complejos y combinados. Las condiciones para que en Los Ángeles hubiera una tormenta de fuego en enero no se habían dado nunca en la historia. Ahora se dan.

La explicación corta es que los gases de efecto invernadero que el ser humano sigue emitiendo están alimentando la crisis climática y aumentando la frecuencia de los grandes incendios en California. En una atmósfera más caliente, el aire a mayor temperatura evapora más agua y puede intensificar una sequía a mayor velocidad. El deshielo del Ártico cambia el comportamiento de la corriente en chorro y hace más probable la propagación de grandes fuegos provocados por el viento en California. Según estudios recientes, la crisis climática podría estar detrás de la menor frecuencia y mayor intensidad de los vientos en Santa Ana durante el invierno.

La respuesta más compleja es que estos incendios son una demostración especialmente clara de una advertencia que los científicos especializados en clima llevan haciendo desde hace décadas: desastres climáticos combinados que al ocurrir en simultáneo producen mucho más daño que por separado. A medida que se agrava la crisis climática, los sistemas atmosféricos, oceánicos y ecológicos interdependientes sobre los que se ha formado la civilización humana registrarán cambios combinados y cambiantes difíciles de predecir. Una idea que fue el hilo conductor de la Administración Biden en su valoración climática nacional de 2023.

Pasaron 16 meses desde que Los Ángeles se encontró por primera vez con una tormenta tropical. Desde entonces, la ciudad vivió el verano más caluroso de su historia y en el comienzo de esta temporada de lluvias, la más seca desde que hay registros, solo recibió el 2% de las precipitaciones normales. Las hierbas que dejó el diluvio de la tormenta tropical de 2023 siguen ahí, añadiendo combustible a los fuegos.

Solo con eso habría bastado para un desastre. Pero se le añadió la histórica tormenta de viento de esta semana en Santa Ana, que batió los récords de velocidad para cualquier época del año y en toda la región (a primera hora del miércoles, las rachas llegan hasta los 160 kilómetros por hora). La combinación de todos estos factores crearon unas condiciones extremas propicias para los incendios forestales. Habrían puesto a prueba los recursos del Estado incluso en medio de la temporada estival de incendios. Mucho peor en enero, con muchos bomberos de baja y los equipos en los almacenes.

Así es como se producen los puntos de inflexión. 

Este escenario está repitiéndose por todo el mundo, y no solo con los incendios. Durante las temporadas de huracanes de 2020 y 2021, un total de siete grandes huracanes golpearon a Luisiana y a toda la costa central del Golfo de México, en ocasiones con solo semanas de diferencia. En Florida hubo un conjunto de huracanes similar el año pasado. La superficie arrasada por los incendios forestales de Canadá en 2023 multiplicó por más de dos el récord anterior, enviando columnas de humo por todo el continente y generando problemas de salud pública a decenas de millones de personas a sotavento.

En las próximas semanas y meses, cuando se reanude la temporada de lluvias y llegue el próximo río atmosférico, Los Ángeles estará en riesgo elevado de sufrir inundaciones catastróficas en las tierras quemadas que dejarán los incendios de Palisades y de Eaton, agravando una vez más el desastre para los residentes locales.

Traducción de Francisco de Zárate