La inflación se dispara al 9,8% interanual en España, récord desde 1985

Daniel Yebra

30 de marzo de 2022 11:13 h

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La inflación se aceleró un 9,8% en marzo en España respecto al mismo mes del pasado año, según el dato adelantado por el Instituto nacional de estadística (INE) este miércoles. Se trata de un récord para el Índice de precios de consumo (IPC) desde 1985, tras el incremento, también interanual, del 7,6% en febrero. El IPC suma ya 6 meses por encima del 5%.

La tasa de inflación de marzo responde a la perturbación provocada por Rusia al invadir Ucrania en los mercados internacionales, que comenzaron a tensionarse desde finales de 2021.

“Un 73% de este alza se debe al impacto de la invasión de Ucrania sobre los precios de la energía y los alimentos no elaborados”, lamentan fuentes del Ministerio de Asuntos Económicas, del que está al frente la vicepresidenta primera, Nadia Calviño. “Por eso es urgente desplegar el Plan Nacional de respuesta que permitirá revertir esta tendencia alcista, frenar el aumento de costes a empresas y familias e iniciar a corto plazo la reducción de la inflación hasta niveles más moderados”, continúan.

La inflación recoge la escalada de los precios de la electricidad, del gas, de los combustibles, de materias primas importantes para la industria como el aluminio o el acero y de cereales en los que Rusia y Ucrania son actores clave a nivel mundial. Y este marzo añadió los problemas de abastecimiento por el paro del transporte por carretera, justificado precisamente en el incremento de los costos, que impactó en alimentos básicos como la leche, el aceite o la harina.

En variación mensual, respecto a febrero de este mismo año, la inflación aumentó el ritmo hasta 3 puntos. En este caso se establece un máximos desde 1977, en plena crisis del petróleo.

Y si se observa el IPC subyacente, que mide la evolución de los precios extrayendo los productos más volátiles de la canasta de la compra, como son la electricidad y los alimentos, aceleró un 3,4% en marzo, respecto al mismo mes de 2021, un récord desde 2008, tras acelerar otro 3% en febrero.

“Los precios de la energía están absolutamente fuera de control”, reconoce Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, quien considera que “este es ahora un territorio de pánico del tipo que puede hacer que los gobiernos sean derrocados, por lo que espero que se anuncie más apoyo político más temprano que tarde”.

La inflación venía aumentando el ritmo desde la primavera del año pasado por los cuellos de botella en el comercio mundial por las dificultades de la oferta mundial para reactivarse y atender la explosión de demanda tras la pandemia, teniendo que salvar restricciones intermitentes por razones sanitarias. La última importante, el confinamiento de Shanghái, la capital financiera de China, esta misma semana.

Mientras que el IPC interanual de febrero de 2021 fue ligeramente negativo -respecto a 2020-, en marzo del año pasado avanzó un 1,2%, lo que agrava la aceleración de este mes de marzo de 2022.

La inflación se ensaña con los más pobres

La inflación se ensaña con las familias más pobres. Según distintos estudios realizados con datos de Eurostat para el conjunto de la eurozona, son las rentas más bajas las que más dinero dedican respecto a su gasto total a los bienes y servicios básicos, los más tensionados.

Concretamente, según calcula la agencia de calificación de deuda Moody's, la quinta parte con menos renta disponible de las familias europeas gasta un 15% en alimentos y un 7% en suministros de electricidad, gas y en distintos combustibles. Mientras, las rentas más altas dedican a estos mismos productos solo un 11% y un 4%, respectivamente, sobre su gasto total.

“Estos productos presentan una demanda muy rígida que dificulta buscar sustitutos (uno puede dejar de ir de vacaciones si le sale muy caro, pero resulta más difícil limitar la calefacción en los meses de invierno, por ejemplo), por lo que la subida de la inflación está teniendo un impacto desigual por tramos de renta”, apunta Rita Sánchez Soliva, economista de Caixabank Research, en un informe reciente.

“Los efectos perversos de la inflación sobre las rentas más bajas son demoledores, porque dedican una proporción mayor del salario o de los ingresos a productos básicos”, coincide el profesor Josep Bertran, quien añade, por otra parte, que “cuanto más sube la inflación, más IVA se paga, ya que se recarga el mismo porcentaje sobre un precio mayor”.

El equipo de analistas de Moody's demuestra en un análisis histórico que “cuando suben los precios del petróleo, el gasto de los consumidores en alimentos es más resistente que otros gastos”. En definitiva, y en consonancia con el ejemplo de Rita Sánchez, es fácil aplazar la decisión de disfrutar de un crucero en un contexto inflacionario, pero no se puede prescindir de comprar pan.