Abrazada a un gato mientras esperaba su colectivo, Halyna Ukrainyk contaba que el bombardeo había comenzado de madrugada, y ella se encerró en un sótano. “Es horrible lo que está pasando allí. Es imposible permanecer allí”, dijo el viernes a la agencia Reuters. Sentados en bancos con puñados de pertenencias, Halyna formaba parte de los primeros grupos de habitantes de la localidad de Vovchansk y de las aldeas circundantes que, frustrados y enfadados, huyeron de la nueva ofensiva con la que Rusia está logrando pequeños avances en la región de Járkov, al noreste de Ucrania.
Casi 6.000 personas han sido evacuadas de la región, según las autoridades locales, que se han apresurado a organizar los traslados a lugares más seguros. En la disputada Vovchansk, zona cero del asalto ruso que una vez fue hogar de unos 17.000 habitantes, apenas quedan unos 200 vecinos. Las evacuaciones continúan. Las batallas, también. Kiev reconoce que la situación en la localidad es “extremadamente difícil” después de que las tropas de Rusia entraran el pasado viernes en la región de Járkov, intentando abrir un nuevo frente en un área de la que las fuerzas de Vladímir Putin fueron expulsadas tras la contraofensiva ucraniana relámpago en septiembre de 2022.
En un intento por cambiar el rumbo, Ucrania ha reemplazado a su comandante responsable de la línea del frente en la región nororiental. Durante su asalto terrestre, las fuerzas de Moscú se han apoderado de varios pueblos próximos a la frontera con Bélgorod, en territorio ruso. El avance ha sido relativamente rápido, si se compara con el ritmo de las operaciones rusas en el este del país, ejerciendo más presión sobre las exhaustas fuerzas ucranianas. Hasta este domingo por la noche, el Ministerio de Defensa ruso había reivindicado la captura de nueve localidades y, este lunes, ha afirmado que sus tropas han mejorado sus posiciones.
En su parte vespertino este domingo, el Ejército ucraniano reconoció algunos “éxitos tácticos” rusos y dijo que estaba desplegando reservas para estabilizar una situación que es, admitió, “compleja y cambiante”. El grupo ucraniano de análisis de código abierto Deepstate confirmó este domingo que Rusia había logrado ocupar tres aldeas en la región. “Se están librando batallas defensivas, encarnizadas batallas, en una gran parte de nuestra zona fronteriza. Hay aldeas que han pasado de ser una zona gris a una zona de combate, y el ocupante está intentando afianzarse en algunas de ellas, o simplemente utilizarlas para seguir avanzando”, dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, en su discurso nocturno. Una “zona gris” viene a ser un territorio en disputa que no está totalmente controlado por ninguna de las partes, algo así como una “tierra de nadie”.
El avance ruso está agrupado en dos áreas. La primera dirección (y la principal) es Vovchansk, situada a escasos kilómetros de la frontera y que ya cayó en manos rusas al comienzo de la invasión. El Ejército ucraniano ha asegurado que Moscú ha lanzado hasta cinco batallones contra esta localidad, ahora bajo constante fuego ruso y donde se han registrado varias víctimas. La segunda dirección es Lyptsi, ubicada más al oeste, a apenas 30 kilómetros de Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, lo que aumenta la importancia del avance táctico ruso en la zona.
Según ha informado el gobernador regional, 30 localidades de Járkov han sido alcanzadas por bombardeos de mortero o artillería. “La situación es bastante complicada. Sin embargo, está controlada por nuestro Ejército”, ha dicho este lunes Oleg Sinegúbov en un mensaje en Telegram. No obstante, ha admitido que existe un riesgo real de que los combates se extiendan a nuevas localidades. Por la noche, tras asegurar que su unidades en la zona cuentan “con las municiones y fuerzas necesarias”, Zelenski ha dicho: “Ahora estamos obteniendo cada vez más resultados, destruyendo la infantería y la maquinaria del ocupante”.
Las autoridades ucranianas creen que, con esta ofensiva transfronteriza, Rusia quiere alejar a las fuerzas ucranianas de las batallas en la región oriental de Donetsk, epicentro de la guerra hasta ahora. “Están tratando deliberadamente de ampliarla (la línea del frente), atacando en pequeños grupos, pero en nuevas direcciones, por así decirlo”, ha dicho Sinegúbov.
Esta también es la lectura que hacen muchos analistas militares, que coinciden en que, aunque el alcance de la actual operación aún no está del todo claro, Moscú está intentando crear dilemas en el bando ucraniano y buscando atraer recursos para permitir avances en otras partes críticas del frente como Chasiv Yar –cerca de la ocupada Bajmut–, a la que sus fuerzas también están intentando acercarse, en un momento en el que tienen la iniciativa en el campo de batalla mientras Kiev sufre problemas con el personal y las reservas de proyectiles de artillería y defensas aéreas, exacerbados por los retrasos causados por los meses de bloqueo republicano en EEUU a la entrega de nuevas armas.
“La ofensiva rusa en Járkov tiene muchas posibles evoluciones futuras, solo hemos visto el principio. Por el momento parece que el objetivo de la operación es causar confusión y atar a las reservas ucranianas restantes a zonas de menor importancia, lo que luego ayudaría a los rusos a lograr mayores ganancias en las zonas de interés principal, como Ocherétine [cerca de la ocupada Avdivka] o Chasiv Yar”, dice a elDiario.es Emil Kastehelmi, analista de inteligencia de fuentes abiertas y experto en historia militar. “El problema para Ucrania es que aún le faltan efectivos. Atacando en Járkov, Rusia puede agotar aún más las reservas ucranianas restantes. Rusia puede continuar la operación de distracción en Járkov, y no les causará una escasez de tropas en otras direcciones”.
“Acalorado debate” en Ucrania
En opinión del experto, la operación tiene también “probables objetivos políticos”. “Una nueva ofensiva con avances más rápidos de lo habitual ha captado la atención de Occidente, y también ha suscitado un acalorado debate en Ucrania”, agrega.
El asalto sobre Járkov es un golpe difícil de digerir para Kiev, que arrebató este territorio a las fuerzas rusas hace menos de dos años en una contraofensiva que sorprendió al mundo, y ahora se dispone a tener que defenderlo otra vez, mientras se enfrenta a preguntas de quienes cuestionan si se ha logrado fortificar lo suficiente el área. En declaraciones a la BBC, un comandante ucraniano ha criticado públicamente los preparativos de Ucrania para impedir que Rusia avance por el noreste, citando la ausencia de fortificaciones y minas. “No había una primera línea de defensa. Lo vimos. Los rusos simplemente entraron. Simplemente entraron”, ha dicho a la cadena británica, y ha mostrado un vídeo en el que se ve a pequeñas columnas de tropas rusas cruzando la frontera sin oposición.
“El éxito inicial en la frontera no significa que las defensas hayan fracasado y que se esté formando un gran avance. Defender la zona fronteriza inmediata es difícil”, dice Kastehelmi. “Los pueblos allí no son significativos, así que Ucrania no quiere malgastar mano de obra allí. Hay fortificaciones preparadas unos kilómetros más adentro. Cuanto más avanzan los rusos, las cosas se ponen cada vez más difíciles, ya que tienen que hacer avanzar también a los elementos de apoyo”. A su juicio, la batalla más importante de la ofensiva ahora está ocurriendo en Vovchansk. “Es un cuello de botella logístico, y si Rusia quiere ir más al sur, necesita capturarla”.
A su juicio, aún no se puede decir con certeza si las tropas rusas “están intentando realmente hacerse con el control de zonas terrestres más extensas o si se trata de una operación en la que los rusos se retirarán a su lado al cabo de cierto tiempo, si no se materializa un éxito más amplio”. Hay investigadores que también enfatizan que es probable que las fuerzas rusas hayan decidido lanzar operaciones ofensivas para aprovechar al máximo el tiempo que queda antes de que la asistencia militar occidental llegue en cantidades suficientes a la línea del frente ucraniana. Washington dice que cree posible que Rusia logre nuevos avances en las próximas semanas, pero no prevé “grandes avances”. “Y con el tiempo, la afluencia de ayuda estadounidense permitirá a Ucrania resistir estos ataques a lo largo de 2024”, ha afirmado John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos.
Kiev había advertido de que Rusia estaba preparando tropas y esperaba una nueva ofensiva rusa en mayo o junio –aunque no está claro que sea la actual–, mientras que algunas voces habían especulado con la posibilidad de que Rusia planeara capturar Járkov. Sin embargo, los analistas creen que, en caso de que se lo propongan, las fuerzas de Moscú probablemente tendrán dificultades para tomar la ciudad de Járkov –no lograron hacerlo en las primeras semanas de la invasión–, ya que requeriría una operación ambiciosa. “Los ataques parecen hacerse con un número limitado de unidades. En la zona de Bélgorod debería haber estacionadas más de 30.000 tropas rusas, por lo que Rusia podría en teoría enviar una fuerza significativamente mayor a Járkov si quisiera. Sin embargo, esto todavía no es suficiente para capturar toda la ciudad de Járkov. Sin fuerzas adicionales, esta operación seguirá siendo una incursión fronteriza, en lugar de una ofensiva estratégica de mayor envergadura”, explica Kastehelmi. Hay quienes advierten de que si las fuerzas rusas siguen avanzando desde sus posiciones actuales, la ciudad estará al alcance de la artillería.
Apenas unas horas después del inicio del asalto el pasado viernes, una fuente de alto rango militar declaró a Reuters que el Ejército ruso tiene como objetivo avanzar hasta 10 kilómetros en la región en un esfuerzo por establecer una “zona de amortiguamiento”. El Kremlin prometió en marzo crear dicha zona para detener los ataques ucranianos contra Bélgorod y otras regiones fronterizas rusas. “No excluyo que nos veamos obligados en algún momento, cuando lo consideremos oportuno, a crear una cierta 'zona sanitaria' en los territorios hoy bajo el régimen de Kiev”, dijo Putin tras su reelección.
“La zona de amortiguamiento también podría ser un objetivo, ya que podría impedir las incursiones en Bélgorod. Sin embargo, ésta es sólo una de las muchas opciones, ya que la operación sólo ha durado unos días. Habrá que esperar algún tiempo para ver qué forma adopta la ofensiva y cuáles son sus implicaciones reales para la situación genera”, responde Kastehelmi preguntado por esta cuestión. Este lunes, Rusia ha culpado a Ucrania de un ataque que ha dañado un edificio de viviendas en la ciudad de Bélgorod, causando la muerte de 15 personas.
Putin reemplaza al ministro de Defensa
Entretanto, Moscú está inmersa en cambios de calado tras las elecciones presidenciales del pasado marzo. Putin, cuya apuesta es convertir la guerra en una carrera de fondo, ha nombrado a Andréi Beloúsov como nuevo ministro de Defensa en sustitución de Serguéi Shoigú. Belousov, que ha ocupado diferentes cargos, tiene un marcado perfil económico, lo que ha llevado a muchas voces a leer esta reorganización de alto nivel como un intento del Kremlin de intensificar aún más su economía de guerra para continuar librando una guerra larga.
Para Tatiana Stanovaya, investigadora del think tank Carnegie Russia Eurasia Center, el nombramiento de Belousov como ministro de Defensa es el resultado directo “del actual conflicto entre el ministerio, como cliente, y el complejo militar-industrial como productor”. “La cuestión de quién ganó o perdió no viene al caso: el objetivo de Putin es mejorar la eficacia de la producción de armas y satisfacer de forma óptima las necesidades militares. En este contexto, Belousov es una elección lógica”, ha escrito en la red social X. “A pesar del carácter sorprendente de estas remodelaciones (y no es el final), la política general y los mecanismos de toma de decisiones permanecerán inalterados. El principal objetivo de Putin es mejorar la capacidad del Estado para apoyar las necesidades militares con mayor eficacia”.
Shoigú, nombrado secretario del Consejo de Seguridad del país, llevaba más de una década en el cargo y ha sido sustituido tras casi 27 meses de guerra, después de muchas críticas de halcones sobre la falta de resultados del Ejército ruso en el campo de batalla. Uno de sus mayores detractores fue el fallecido fundador de Wagner, Yevgueni Prigozhin, quien el año pasado acusó en varias ocasiones a Shoigú de negligencia y demandó públicamente su destitución, liderando un motín del pasado junio.
“Tras la liquidación de Prigozhin, se podía esperar que, tarde o temprano, caería Shoigú, porque Prigozhin tenía razón en su crítica, cada vez más feroz, de Shoigú”, dice a este medio Carmen Claudín, investigadora sénior asociada del think tank CIDOB. “Confrontado con una guerra de verdad, éste había demostrado su incapacidad y desidia (por eso, en gran parte, tuvieron que entrar en acción los mercenarios de Wagner), agravadas por la corrupción de las altas esferas del ministerio”, agrega. “Por ello se puede entender el cese del viceministro de Defensa, Timur Ivanov, precisamente por corrupción, como un preludio de lo que le esperaba a Shoigú. No se le ha dregadado para no dar una mala imagen de las fuerzas armadas, pero a partir de ahora su estrella se irá apagando”.