“Perdón” y “Paz”: la carta de una nieta de un represor franquista a las víctimas de su abuelo

Carlos J. Domínguez

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Una cascada de dolores y perdones. Muchísimas décadas después. Eso es lo que una sencillísima carta manuscrita que ha aparecido en el pueblo de Santa Eulalia de Cabrera (municipio de Encinedo en la provincia de León) ha conseguido arrancar a raíz de reconocerse de manera por primera vez pública y directa algunos salvajes asesinatos de represión ocurridos en la comarca leonesa de la Cabrera, que fuera santuario de la primera guerrilla antifranquista de España, con el mítico Manuel Girón como uno de sus líderes.

La carta del perdón final, asumiendo aquellos crímenes siempre conocidos pero jamás aireados, está firmada por Gema Rodríguez Ballester. Ella ha querido hacer el esfuerzo que varias generaciones obviaron y escribir el reconocimiento de algunas muertes de la represión en la dura posguerra de esta comarca, repleta de violencia silenciada durante décadas.

En la puerta del Cabildo del pueblo, el punto donde de manera habitual se sitúan escritos y avisos oficiales o populares, ella pegó hace unas semanas una carta de su puño y letra que seguro que fue difícil de escribir. Decorada con unas flores, el texto reza así:

“Santa Eulalia. 7 de julio de 2022

Estas flores blancas son para el hombre y la mujer, cuyos nombres desconozco, vecinos de Santa Eulalia de Cabrera, que en los años 50 fueron torturados y asesinados a manos de mi abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, y de su hermano pequeño, José Rodríguez Cañueto. Ambos emigraron a Sevilla, como una forma de huida, imagino.

A las familias de este hombre y esta mujer, en nombre de mi familia quiero decir:

“LO SIENTO”

Siento mucho todo lo que sucedió.

Siento mucho vuestro dolor.

Una pérdida así no se puede reparar pero con este gesto pretendo al menos reconocer la responsabilidad que mi linaje paterno tuvo en estos actos criminales.

Y pedir PERDÓN.

La guerra terminó. Que la paz sea para todos, para los que ya murieron y para los que seguimos vivos.

Que Dios tenga en su Reino a aquellas víctimas que tanto sufrieron sin comprender y a sus perpetradores, haciéndoles reflexionar sobre sus actos y haciéndoles restablecer el equilibrio en el continuum de la vida.

La Guerra terminó.

Paz para todos.

Si alguien encuentra esta carta y conoce a algún miembro de estas familias a las que me dirijo, le agradecería que les hiciera llegar estas palabras“

No parecía conocer mucho los detalles pero sí el dolor que sin duda la actuación de sus propios familiares causó. Así, salió a la luz la historia de los Rodríguez Cañueto. Ahora se reconoce por fin que fueron ellos los artífices de la muerte de los vecinos Antonio León Carrera y Carmen Ballesteros Rodríguez un fatídico 23 de abril de 1951.

La traición que acabó con el mítico Girón

Tal y como relata y demostró en su libro 'El monte o la muerte' Santiago Macías, “mientras José fue uno de los autores materiales, su hermano Benjamín lo fue de forma intelectual, tanto para contactar con algunos miembros del último grupo guerrillero -que estaban al tanto de la operación- como señalando a los objetivos entre la población”.

Además de este episodio, también sale a la luz indirectamente una especie de demostración definitiva de que José Rodríguez Cañueto fue el artífice de la histórica traición por la que cayó El Girón, quien fuera desde 1936 la pesadilla de resistencia antifranquista en el monte para el régimen fascista de Francisco Franco.

Infiltrado en la última cuadrilla maqui de Girón, se ganó la amistad del líder y aprovechando una ocasión única le mató disparándole a bocajarro mientras desayunaba cerca de Molinaseca el 2 de mayo de 1951, desfigurándole la cabeza para causar confusión y enterrándole evitando que su sepultura se convirtiera en un referente de la lucha contra el dictador y su régimen de 40 años. Dicen que cobró 80.000 pesetas, una fortuna de la época.

Reacciones a la historia

Ahora, las simples líneas de Gema Rodríguez Ballester han desatado el perdón que reclamaban, en cascada. En el grupo de Facebook 'Cabreireses entusiastas', donde se compartió su escrito, ya son dos los familiares directos de los vecinos asesinados los que han reaccionado a los detalles de la historia.

Tere Franco afirma: “Soy nieta de Antonio León y aunque nada va a cambiar el dolor de mi abuela y de sus hijos me parece un buen gesto que desde aquí quiero dar las gracias”. Parecido mensaje que desde Francia ha escrito Carmina Cortes: “Hola. La mujer que mataron en Santa Eulalia era mi abuela Carmen Ballesteros. Gracias por reconocer públicamente el horror que cometió tu familia”, le replica ella a Rodríguez Ballester.

Para Santiago Macías, que arrojó tanta luz sobre hechos como estos, las de la emotiva carta “son unas palabras que no van a cambiar el pasado, pero honran a quien las ha escrito porque pocas veces se pueden ver cosas así”. Porque “para perdonar, alguien tiene que pedir previamente perdón”, zanja. Es así como la verdad, la historia y los sentimientos pueden ayudar a cerrar heridas.