Durante casi un año, Israel y Hezbollah se vieron envueltos en una intensa guerra de desgaste a la que el Gobierno israelí decidió poner fin lanzando bombardeos masivos y anunciando una posible nueva invasión terrestre en Líbano.
En esa guerra de desgaste y de acción-reacción, ambos habían evitado un conflicto a gran escala. El grupo chií Hezbollah comenzó disparando el 8 de octubre como respuesta a la ofensiva en Gaza (que en su primer día ya dejó centenares de palestinos muertos) e Israel ha esgrimido el argumento de la “defensa propia”. Un análisis de los datos realizado por elDiario.es confirma que, hasta la reciente escalada del conflicto, los ataques de Israel en Líbano multiplicaron por cinco los realizados por la milicia. De este modo, el 83% de incidentes transfronterizos estuvo protagonizado por Israel.
Entre el 8 de octubre de 2023 —fecha en la que Hezbollah anunció el lanzamiento de cohetes “en solidaridad” con el pueblo palestino y como plan “para liberar el territorio libanés ocupado en las Granjas de Shebaa”— y el 16 de septiembre de 2024 —un día antes de las explosiones de los buscas y el inicio de la nueva fase de la ofensiva israelí en el frente norte—, se produjeron un total de 9.950 incidentes registrados por la organización Armed Conflict Location & Event Data (ACLED), una ONG internacional independiente que recopila datos sobre conflictos y protestas en todo el mundo. De ellos, 7.940 han estado protagonizados por las fuerzas armadas de Israel y 1.610, por Hezbollah.
Durante ese mismo periodo, los ataques de Hezbollah han matado a 26 personas, mientras que los de Israel han acabado con la vida de 711. La inmensa diferencia entre ambas cifras se ha ampliado aún más durante la última semana de bombardeos, que sólo en su primera jornada dejaron unos 500 muertos. Desde que Israel lanzó un ataque masivo a través de los buscapersonas de miembros de Hezbollah la semana pasada, las autoridades libanesas han contabilizado 1.540 fallecidos y 5.410 heridos en el país árabe.
La base de datos no recoge el ataque ocurrido en los Altos del Golán ocupados por Israel y en el que murieron 12 menores. Israel acusa a Hezbollah de haber cometido ese ataque, pero el grupo lo niega.
Entre los incidentes registrados no se incluyen aquellos en los que Israel interceptó los cohetes de Hezbollah algo que, según la base de datos, ocurrió 197 veces entre el 8 de octubre y el 16 de septiembre. Israel solo intercepta los cohetes si van a caer en zonas pobladas donde ponen en riesgo a la población.
Además, la base de datos no cuantifica cada cohete como un “evento”, sino que los eventos hacen referencia a incidentes ocurridos en un lugar y un momento determinados y pueden agrupar varios ataques con decenas de lanzamientos de cohetes o bombardeos.
“Desescalada a través de escalada”
“Necesitamos seguir atacando a Hezbollah. Hemos estado esperando esta oportunidad durante años”, ha señalado este jueves el jefe del Ejército israelí, Herzi Halevi. Netanyahu se ha pronunciado de manera similar, según ha aterrizado en Nueva York para su intervención en la Asamblea General de la ONU: “Israel seguirá atacando Hezbollah hasta que alcancemos todos nuestros objetivos”.
Israel ha definido esta nueva fase como una ofensiva preventiva. “No estamos esperando a que llegue la amenaza, nos estamos adelantado a ella”, ha afirmado Netanyahu. Fuentes del Gobierno israelí aseguraron la semana pasada al medio Axios que no están buscando una guerra abierta, sino que la ofensiva es un intento de “desescalada a través de escalada”, es decir, someter a Hezbollah a través de la fuerza.
Israel llevaba desde el 8 de octubre contemplando la posibilidad de lanzar una guerra preventiva en Líbano. Poco después de los ataques de Hamás del 7 de octubre contra el sur de Israel, los cazas de combate estaban listos para recibir la orden de bombardear Líbano. A las 6.30 de la mañana del 11 de octubre, las autoridades israelíes informaron a la Casa Blanca de que estaban considerando ataques preventivos y solicitaban su apoyo, pero Washington consiguió parar la operación, según información del think tank estadounidense, Center for Strategic & International Studies (CSIS).
“Desde 2006 al 7 de octubre de 2023, durante 17 años, no se había producido ningún gran incidente en la frontera entre Líbano e Israel y Hezbollah estaba ahí”, decía esta semana el ministro de Exteriores libanés, Abdallah Bou Habib, en un encuentro organizado por el think tank Carnegie Endowment for International Peace. Durante el año anterior a los ataques de Hamás del 7 de octubre solo se produjeron 15 incidentes registrados por ACLED, 13 de ellos protagonizados por Israel sin ningún fallecido y dos lanzados por Hezbollah con un muerto.
Los analistas del CSIS coinciden con el ministro. “Desde 2006 prevaleció una disuasión incómoda. Israel atacó ocasionalmente a combatientes de Hezbollah y convoyes de suministro de armas y se dieron ataques intermitentes con cohetes, aviones no tripulados y otros ataques de ida y vuelta a través de la frontera. Sin embargo, en su mayor parte, la frontera era la más tranquila de las últimas décadas, con ambas partes deseosas de evitar otra guerra total”. El 7 de octubre cambió radicalmente la situación, haciéndola mucho más volátil.
“Hay mucha gente en el establishment de defensa de Israel que siente que ha pasado demasiado tiempo desde que Israel dio su último golpe fuerte a Hezbollah”, explica Jon B. Alterman, director del programa de Oriente Medio del CSIS. “Sienten que la disuasión de Israel ha caído porque su respuesta a los cohetes de Hezbollah ha sido demasiado comedida desde el 7 de octubre”.
“Este Gobierno [de Israel] solo puede sobrevivir a través de guerras [...] Siempre que hemos tenido una escalada ha sido una escalada israelí”, decía el ministro de Exteriores libanés mientras reconocía que Hezbollah empezó lanzando cohetes el 8 de octubre.