Las llamadas tierras bajas de América del Sur cubren una extensión significativa del continente en la cual el clima tropical reina en las extensas llanuras, los densos bosques y las cuencas de ríos caudalosos. En esta región se encuentra la selva tropical del Amazonas, cuya superficie alcanza aproximadamente siete millones de kilómetros cuadrados, que comprenden cerca del 40% de la superficie total de Sudamérica.
Estas tierras bajas se encuentran principalmente en la parte oriental de América del Sur y se extienden desde la Cordillera de los Andes hasta el Océano Atlántico. Dos de sus principales regiones de paisaje diverso son la cuenca del Amazonas y el Gran Chaco. Ambas, además, albergan una amplia variedad de culturas indígenas.
En gran parte, el paisaje exuberante y heterogéneo de la región ha cambiado drásticamente en los últimos 150 años debido a la llegada de diversas oleadas de maquinaria mecánica. Los territorios habitados por los pueblos indígenas se han visto por tanto obligados a adaptarse a nuevas formas de vida que han interrumpido o transformado sus hábitos y costumbres tradicionales.
Los barcos de vapor, los ferrocarriles y los camiones utilizados para el transporte llegaron durante el siglo pasado, con la generalización de las armas de fuego utilizadas tanto para la caza como para la guerra. Luego, la llegada de excavadoras y de motosierras utilizadas por la industria de la tala cambió para siempre el paisaje de la selva tropical, al que se incorporó finalmente el zumbido incesante de los generadores eléctricos.
Las motos son una de las últimas máquinas en llegar a las tierras bajas. En el transcurso de las últimas dos décadas, ha habido un gran auge de motos en la América del Sur indígena, con más y más personas comprándolas con el dinero que obtienen en el intercambio de materias primas como la madera, los palmitos o las nueces de Brasil.
Durante los últimos 20 años, presencié la forma en que las motos cambian drásticamente la vida de las poblaciones indígenas. Para los chacobo, un grupo indígena de la Amazonía boliviana con los cuales trabajo, tener una moto es mucho más que una forma de moverse: representa un sentido de pertenencia y ciudadanía. La propiedad de una moto es el símbolo de la adaptación exitosa de los pueblos indígenas al mundo cambiante que los rodea. La moto se considera un ícono de desarrollo y progreso, de tal manera que en la ciudad boliviana de Riberalta, en el Departamento de Beni, podemos encontrar el monumento a la moto. Para muchas personas, las motos significan más que un medio de transporte o de viaje. Y en América del Sur, especialmente en regiones como la Amazonía Boliviana, las motocicletas se han convertido en una forma de vida.
Motos y creencias
En el pasado, los pueblos indígenas de estas regiones pasaban horas embelleciendo sus adornos corporales o faciales, los arcos y las flechas. Ahora pasan la mayor parte del tiempo libre puliendo, desarmando o reensamblando sus motos. La mayoría de ellas son de marcas chinas económicas (Dayun, Wanxin, Tianma, Haojue), mientras que sus equivalentes japonesas más onerosas (Honda, Yamaha, Suzuki) son percibidas como un símbolo de mayor estatus.
La llegada de la moto ha llevado a que estos paisajes locales estén llenos de “ruinas” o “fósiles” de piezas mecánicas: las ruedas, el manubrio, las luces rotas, los tanques de combustible o los caños de escape forman pilas de escombros que acumulan polvo en las comunidades.
Dado que en este contexto las piezas de repuesto no son fácilmente disponibles, las reparaciones y las actualizaciones inevitables dependen de la “canibalización” o el bricolaje: la utilización de partes de vehículos viejos o de cualquier artículo que esté disponible a mano para resolver el problema. Obviamente, esto cambia la forma en que se ven las motos en las tierras bajas, y también cómo se perciben.
Las motos llevan nombres propios según el género que se les asigne. Muchos indígenas también creen que sus motos pueden verse influenciadas por fuerzas espirituales o sobrenaturales que inciden en su eventual comportamiento inusual o inesperado. Así, por ejemplo, una moto puede acelerar repentinamente o dejar de funcionar por completo sin ninguna explicación física o mecánica. Y se piensa que esos episodios ocurren a veces con la intención de causar daño o desgracia al propietario de la bicicleta.
Pasión vs seguridad
El boom de la motocicleta también ha originado un considerable aumento en el número de los accidentes viales. Los accidentes que involucran motos son una de las causas principales de muerte entre los chacobo, y aún más ahora que las compañías chinas comenzaron a pavimentar la ruta que atraviesa su territorio. Las cosas que muchos de nosotros damos por sentado, como las garantías, los seguros, los services técnicos, los límites de velocidad, los repuestos o la seguridad de los cascos y la ropa protectora no figuran en este escenario y muchos de los accidentes terminan siendo fatales.
Protestando contra estos accidentes, varias comunidades han iniciado acciones como el bloqueo de carreteras o la quema de los camiones comerciales que atropellan a los motociclistas. Las autoridades locales, a la vez, están comenzando a exigir una compensación legal para las familias de los muertos o heridos y la capacidad colectiva de enfrentar los accidentes viales se ha convertido en un tema cada vez más importante para los líderes indígenas y las comunidades.
Al mismo tiempo, tal como señalan los propios indígenas, las motos han transformado significativamente la relación que los pueblos indígenas tienen con la naturaleza y la sociedad. Han hecho que la caza, la pesca y el trabajo hortícola sean mucho más prácticos y productivos. Y no son sólo los hombres: muchas mujeres indígenas se han convertido en ciclistas y las utilizan para emanciparse y desafiar los roles de género tradicionales, tal como los chacobo en su conjunto emplean la moto para emanciparse de misioneros, funcionarios, proyectos de desarrollo y ONG.
Aun así, es cada vez más frecuente ver familias indígenas enteras en bicicletas, incluidas mascotas y niños pequeños. Si bien es preocupante la creciente cantidad de accidentes de moto, está claro que esta pasión mecánica se ha convertido en una parte integral de la vida de las personas indígenas que probablemente se transmitirá a través de las generaciones.
Diego Villar es actualmente Marie-SkÅodowska Curie Fellow, Università Ca' Foscari, Venecia (Italia)
Traducción: Susana Santos
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