El último representante de la dinastía política más influyente en la historia de Estados Unidos, Robert F. Kennedy, anunció este lunes que abandona su pugna para suceder a Joe Biden en las primarias demócratas. En su lugar, presentó una candidatura independiente, con la que tratará de venderse como tercera vía ante la más que probable repetición del duelo entre Biden y Trump en las presidenciales del próximo año.
“Estoy aquí para declararme candidato independiente a la presidencia de EEUU”, dijo esta tarde en un mítin en Filadelfia (Pensilvania), enmarcando su decisión como un “anuncio histórico” con el que pretende “reescribir las asunciones y cambiar los hábitos de la política estadounidense”. Invocando la Declaración de Independencia, Kennedy dio a luz a su alternativa, que define como antisistema: “hoy declaramos la independencia de los dos partidos políticos y de los intereses corruptos que los dominan y de todo el sistema amañado, que ha convertido a los funcionarios del gobierno en sirvientes de las corporaciones”.
“Declaramos la independencia de Wall Street, las grandes farmacéuticas, las grandes empresas agrícolas y los contratistas militares y sus grupos de presión”, siguió Bobby Kennedy. El sobrino del expresidente John F. Kennedy, que cuenta con un largo historial antivacunas, se siente repudiado por el Partido Demócrata, al que perteneció también su padre, el fiscal general Robert F. Kennedy, al que se refirió en la apertura de su discurso. Al igual que su tío, su padre también fue candidato presidencial y también fue asesinado por motivos políticos, cinco años después del tiroteo al exmandatario cuando se encontraba en el coche presidencial.
Con este anuncio, Kennedy declaró la guerra al sistema de dos partidos y no le han sobrado las críticas a sus rivales. De Biden dijo que es “demasiado viejo” para presentarse a las elecciones, mientras que de Trump señaló que se enfrenta en estos momentos a numerosos procesos penales. No es el único candidato independiente: el académico Cornel West, que se había presentado con el Partido Verde, dejó el partido el pasado jueves para lanzar en solitario su carrera electoral para las presidenciales.
Sin embargo, tienen muy pocas posibilidades de salir victoriosos: la última encuesta de Ipsos mostró el liderazgo de Trump (40%), emparejado con Biden (38%) y dio un 14% a Kennedy en su hipotética campaña como independiente.
A la caza del electorado 'trumpista'
Kennedy, de 69 años, anunció en abril su candidatura a las primarias demócratas, que finalmente duró tan solo seis meses. En este tiempo, su discurso populista y antiestablishment logró más apoyos entre el electorado republicano que el demócrata. El comité nacional de su partido nunca tomó su candidatura –ni la de la otra candidata, Marianne Williamson– como una alternativa seria a Biden. Prueba de ello es que, a diferencia del Partido Republicano, los demócratas no han organizado ningún debate de primarias.
“Si me ningunean, voy a tener que buscarme otras opciones”, aseguró Bobby el mes pasado. Su figura estuvo siempre rodeada de controversia, especialmente por su posicionamiento contrario a las vacunas, que el año pasado defendió en una de las mayores manifestaciones antivacunas en Washington, donde invocó a la Alemania nazi: “Al menos, en la Alemania de Hitler, podías cruzar los Alpes rumbo Suiza o esconderte en el ático como hizo Ana Frank”. Un año antes, Instagram le eliminó la cuenta por “compartir repetidamente afirmaciones desacreditadas sobre el coronavirus o las vacunas”.
Tras el anuncio, sus hermanos firmaron un comunicado conjunto rechazando la candidatura, calificándola de “peligrosa” para EEUU. “Bobby puede compartir el mismo nombre que nuestro padre, pero no comparte los mismos valores, visión o juicio. El anuncio de hoy nos entristece profundamente”, publicó Kerry Kennedy en X, el antiguo Twitter.
Ignorado por su partido y por los medios de comunicación de referencia en EEUU, recientemente cambió su estrategia para seducir al electorado trumpista. Así, comenzó a participar en espacios mediáticos de la ultraderecha, como Fox News, la cadena que encumbró al magnate, así como en los podcasts de ultraconservadores como Steve Bannon (The War Room), Alex Jones (Infowars), Jordan Peterson o Joe Rogan, entre otros.
En julio, volvió a protagonizar un escándalo mediático con la filtración de una grabación en la que afirmaba que el coronavirus fue “étnicamente dirigido” para salvar a los judíos y a los chinos. No es la primera teoría conspirativa a la que se suma el aspirante a batir a Biden y a Trump. En junio afirmó en el podcast del conservador Joe Rogan, el más escuchado del país, que las señales de radiofrecuencia del Wifi provocan cáncer y “fugas cerebrales”. En otra aparición en Twitter Spaces con Elon Musk (propietario de X, antiguo Twitter) aseguró que la culpa de que haya tiroteos en las escuelas es del uso de antidepresivos como el Prozac (y no la legislación favorable a las armas).
Tampoco tuvo reparos en participar en el podcast de Jordan Peterson, un psicólogo canadiense, tránsfobo y misógino que triunfa entre los jóvenes, donde se hizo eco de una teoría de la conspiración que asegura que los productos químicos en el suministro de agua convierten a los niños en transexuales. Además de todo ello, en el pasado ha dicho que las vacunas provocan autismo, que el VIH fue fabricado para que las farmacéuticas se enriquecieran vendiendo medicinas y que el 5G es una herramienta de vigilancia.
En una reciente entrevista, se mostró convencido y preocupado de que el Gobierno estadounidense y las grandes tecnológicas vigilan y controlan a los ciudadanos a través de la tecnología y la inteligencia artificial, sobre todo si “estás haciendo algo que tiene que ver con disentir o desobedecer las órdenes del Gobierno”.
A Kennedy, que se presenta como una víctima denostada por los medios de comunicación y por el mismo partido demócrata –lo llama “el partido de la censura”–, lo defienden más los republicanos que los propios demócratas: el 40% de los votantes republicanos tiene una opinión positiva, comparado con el 31% de independientes y el 25% de los demócratas, según una encuesta de Quinnipac University. Hoy comienza su campaña electoral al margen de los dos grandes partidos estadounidenses.
LC