El Gobierno argentino ha enviado miles de kits de pruebas de ADN a sus consulados en todo el mundo en un esfuerzo pionero para poner nombres a las víctimas no identificadas que fueron asesinadas en la entonces llamada “Guerra Sucia” que hace cuatro décadas fue librada por la brutal dictadura militar.
El mes pasado, las autoridades argentinas, en colaboración con la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, el movimiento Abuelas de Plaza de Mayo e investigadores del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lanzaron su campaña internacional Derecho a la Identidad, comprometida a designar con un nombre a todas las mujeres, varones y niños asesinados por la junta militar que ejerció el gobierno de facto en Argentina durante los años setenta y principios de los ochenta.
Después del golpe de 1976, el Ejército Argentino se propuso y dispuso de los medios para aplastar sistemáticamente a cualquier oposición potencial. Finalmente, “desapareció” y asesinó a 30.000 personas, casi todas civiles no combatientes y desarmadas.
Los abusos cometidos contra los “desaparecidos” en la Guerra Sucia de Argentina han causado un profundo trauma en la psique de los ciudadanos y ciudadanas de la nación. Las prisioneras embarazadas se mantuvieron con vida hasta que dieron a luz y luego fueron asesinadas. Al menos 500 bebés fueron separados de sus padres mientras estaban en cautiverio y entregados a parejas de militares sin hijos para que los criaran en su hogar como si fueran suyos.
La tarea de identificar a las víctimas de la dictadura es hercúlea, comenzando por descubrir los lugares donde los militares enterraron los cuerpos de sus víctimas.
Después del regreso de la democracia, se descubrió que muchas víctimas se hallaban enterradas en fosas comunes sin nombre, algunas en cementerios municipales. Otros cadáveres -o restos de ellos- llegaron a las playas argentinas luego de ser drogados y arrojados al Océano Atlántico desde aviones, durante los macabros “vuelos de la muerte” organizados por los militares.
El año pasado, el Equipo Argentino de Antropología Forense, que fue nominado al premio Nobel de la paz en 2020, inició una campaña para identificar unos 600 restos recuperados en los años posteriores a la guerra y que se cree que son personas “desaparecidas” por la junta. Sin embargo, sus esfuerzos se han visto frustrados por la falta de datos genéticos.
La búsqueda de las familias desaparecidas se ha extendido internacionalmente, más aún con la actual gestión de gobierno instruyendo a las embajadas y consulados argentinos en todo el mundo para que activamente colaboren en la búsqueda de los familiares de los desaparecidos que podrían proporcionar ADN para ayudar con la identificación.
Los primeros kits de recolección de ADN llegaron hace dos semanas al consulado general argentino en Roma.
Se espera que las pruebas en Italia revelen muchas de las identidades faltantes. Cientos de miles de italianos emigraron a Argentina a finales del siglo XIX y principios del XX y casi 700.000 argentinos tienen doble ciudadanía. Muchos otros también viajaron a Argentina durante la dictadura militar para unirse a la resistencia contra el régimen de extrema derecha. En octubre de 1982, el diario italiano Corriere della Sera publicó una lista de 297 italianos de entre 17 y 29 años que desaparecieron en Argentina.
Carlos ‘Maco’ Somigliana, quien ha sido miembro del equipo del Equipo Argentino de Antropología Forense AAF desde 1987, dijo: “Hemos podido identificar alrededor de 1.000 restos de víctimas de la dictadura argentina. Hay 75 italianos reportados como secuestrados durante la dictadura y hasta ahora hemos podido identificar positivamente a cinco de ellos”.
The Guardian ha visto una lista oficial de 45 desaparecidos de origen italiano, que aún no han sido identificados. La búsqueda de sus familiares, que ya ha comenzado, estará a cargo de dos consulados argentinos en Italia, que recogerán ADN en Italia, Albania, Malta y San Marino.
Aquellos que crean que pueden ser familiares de desaparecidos tendrán que dar una muestra de sangre para poder rastrear el ADN mitocondrial. La gota de sangre, extraída y recogida en un contenedor especial, será enviada en vuelo diplomático a la ciudad de Córdoba en Argentina, donde tiene su sede el laboratorio forense del Equipo Argentino de Antropología Forense
Ana de la Paz Tito, cónsul general de Argentina en Roma, sostuvo: “Con la ayuda de la ciencia, Argentina ha fortalecido su camino hacia la búsqueda de la verdad. Los huesos pueden hablar. La ciencia puede hacer hablar a los huesos”.
“El derecho de los hijos a identificar los cuerpos de los desaparecidos, es un derecho fundamental, como la libertad, la salud, el trabajo y la educación. Este derecho, en mi país, había sido violado por el propio Estado. Y esa tragedia nos empuja a los argentinos, hoy, a llevar la verdad a esas víctimas y sus familias. Porque la verdad nos ayuda a incrementar nuestra memoria colectiva y evitar la repetición de estas tragedias”.
Una vez identificados los restos, serán devueltos a sus familiares. Este trámite es gratuito y confidencial y habrá una indemnización económica para los familiares de las víctimas.
Jorge Ithurburu, presidente de la Organización con sede en Roma de Derechos Humanos 24 de marzo, que toma su nombre de la fecha del golpe militar, afirmó: “Es importante identificar a estas personas, el entierro es un derecho de todos, pero también es una forma para permitir que los familiares, que han vivido durante décadas en una especie de limbo, lloren a su ser querido”.
“La idea es que estas personas dejen de ser desaparecidos y que les demos un nombre, les hagamos justicia y que finalmente podamos averiguar la causa de su muerte”, dijo.
Encontrar e identificar los cuerpos es una tarea que requiere paciencia.
Azucena Villaflor, fundadora de las Madres de Plaza de Mayo, grupo de madres de los “desaparecidos” que se enfrentaron a la junta militar exigiendo conocer la suerte de sus hijos, fue ella misma secuestrada y arrojada al Océano Atlántico en diciembre de 1977.
El cuerpo de Villaflor, arrastrado por las aguas a una playa lejana poco después, fue enterrado secretamente por la policía local en una tumba sin nombre. No fue sino hasta 2003 cuando se certificó el asesinato de Villaflor, después de que el equipo que integra Somigliana descubrió el lugar donde la policía había escondido sus restos.
Desde entonces, el Equipo Argentino de Antropología Forense ha aplicado las habilidades adquiridas en Argentina en otros lugares, identificando víctimas de ejecuciones sumarias y genocidio en todo el mundo, en Bosnia-Herzegovina, África, México y Asia, incluida la identificación del cuerpo del Che Guevara, el revolucionario cubano-argentino, en Bolivia. También participaron en la tragedia de los 43 estudiantes masacrados en 2014 en la guerra contra las drogas en México a pedido de los familiares de las víctimas.
Traducción de Alfredo Grieco y Bavio