La singular propaganda rusa en Jersón: “Yo también era un orangután en un zoológico”

Charlotte Higgins

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Un amanecer del verano pasado en la ciudad ucraniana de Jersón, quienes buscaban a tientas su radio a las siete de la mañana podrían haber escuchado a un presentador ruso que les daba los buenos días con una surrealista imitación de un vídeo motivacional: “Como dijo Lenin: 'En el trabajo nos forjamos'. Yo también era como un orangután en un zoológico, pero empecé a trabajar duro y me compré un coche, me construí una casa en Crimea e incluso mejoré mi coeficiente intelectual. Trabaja igual de duro todo el día y serás como yo”.

Más tarde, hacia las 15 horas, entre un popurrí de jazz y metal y un concurso que premiaba con dónuts, los oyentes podrían haber escuchado un debate político en torno a que “los estadounidenses la han fastidiado. Hagamos que exista la República Popular de Alaska”; una referencia al pasado de Alaska bajo el imperio ruso, antes de que el territorio fuera vendido a los estadounidenses en 1867.

Estos extractos del guion proceden de notas manuscritas encontradas en la sede de la emisora nacional ucraniana Suspilne en Jersón. Radio Tavriya, una emisora de propaganda rusa, ocupó los estudios entre marzo y noviembre del año pasado; periodo en el que Jersón estuvo bajo control del ejército ruso.

Los guiones son una muestra de la curiosa mezcla de nostalgia soviética, amenazas apenas veladas, siniestro sentido del humor y de nacionalismo ruso radical que se ofrecía a la población ucraniana bajo ocupación. Durante esos meses, todas las emisoras de radio y televisión de Jersón estaban bajo control ruso; las redes de telefonía móvil e Internet se desviaban a Rusia; y las redes sociales y los sitios web de noticias ucranianos estaban bloqueados.

Cada hora, según el guion de Radio Tavriya encontrado en la sede de la emisora, debían emitirse mensajes que supuestamente mandaban de mujeres de Jersón a sus seres queridos que luchaban en el ejército ruso en Mykolaiv, la ciudad ucraniana cercana, situada al noroeste, que fue blanco implacable de la artillería rusa el año pasado, pero que sigue bajo control ucraniano.

Radio Tavriya no pudo escucharse en Mykolaiv porque la señal fue bloqueada por los ucranianos. El público al que iba dirigido el mensaje era, probablemente, el de la ciudad ocupada de Jersón. “Saludos a Mykolaiv: vamos a liberaros”, indica el guion.

“Va a hacer calor”

Incluso la información meteorológica contenía un siniestro mensaje, que pretendía ser chistoso, sobre el “calor” de los bombardeos. “Hoy hace 34 grados en Jersón, no hay precipitaciones, enviamos saludos especiales a la ciudad de Mykolaiv, va a hacer calor”. Entre febrero y octubre del año pasado, más de 2.000 edificios residenciales fueron alcanzados en Mykolaiv y 148 civiles murieron en los bombardeos.

Según las notas encontradas en la emisora, a las 21.00 horas, tras “media hora de música clásica”, el presentador debía recordar a los oyentes el próximo toque de queda. A las 22:00: “La ciudad se duerme, la mafia se despierta. Es hora de atrapar a los saboteadores”, es decir, a la resistencia ucraniana.

Sofia Cheliak, periodista del canal cultural de Suspilne en Leópolis y directora de programas del Foro del Libro de Leópolis, encontró el cuaderno en un escritorio durante una visita a la ciudad a finales de diciembre. Junto con otros miembros de la división en Ucrania de la asociación mundial de escritores PEN (que promueve la amistad y cooperación de escritores, novelistas y traductores de todo el mundo), se había desplazado hasta Jersón para llevar ayuda y reunirse con personalidades del mundo de las artes y la radiodifusión.

Durante los meses de ocupación, los soldados rusos utilizaron la planta baja de las oficinas de Suspilne como vivienda. En el piso de arriba, donde Cheliak encontró el cuaderno con los guiones en una caja sobre un escritorio, se respiraba un aire de repentino abandono. Todavía había una botella vacía de coñac armenio tirada y cartas de niños rusos a soldados clavadas en las paredes. En una puerta alguien había escrito el lema militar ruso “no abandonamos a los nuestros” junto con la letra Z (que representa a los partidarios de la invasión rusa de Ucrania). Según Cheliak, “aunque no se utilizara el guion, es evidente que alguien lo estuvo trabajando... Me los imagino sentados allí, bebiendo su coñac armenio, y creando este escenario, pensando: 'Cómo haremos esto'. No es sofisticado; es cutre y banal”. El guion, garabateado con el símbolo del águila que figura en el escudo de armas de la Federación Rusa, contiene incluso la letra de un jingle: “Radio Tavriya al habla. Radio Tavriya es la mejor radio de Rusia. Radio Tavriya, radio para ti. 107.6 Radio Tavriya, trabajamos para ti”.

El equipo de Suspilne en Jersón no ha podido recuperar los estudios desde que las fuerzas ucranianas retomaron la ciudad. El ejército ruso destruyó la torre de transmisión y el edificio es ahora un lugar inestable y peligroso debido a la magnitud de los bombardeos rusos desde la liberación. En su lugar, los periodistas de radio Suspilne realizan emisiones digitales desde un refugio antiaéreo y recaudan fondos para financiar su trabajo. Por su parte, Radio Tavriya, que se ha traído locutores de la Crimea ilegalmente ocupada por Rusia, sigue funcionando, pero ahora desde la orilla izquierda del río Dnipro, lugar donde se ha establecido el ejército ruso desde su abrupta retirada de Jersón.

Durante su visita a la ciudad, Cheliak también ha visitado la Biblioteca Oles Honchar, que antes de la invasión del año pasado era un animado centro cultural. Según el personal de la biblioteca, durante la ocupación rusa se retiraron de las estanterías libros sobre la historia de Ucrania y la UE. Cuando los soldados rusos abandonaron la ciudad precipitadamente en noviembre, y quizás sin el tiempo necesario para arriar el estandarte ruso que ondeaba junto a la biblioteca, bombardearon el mástil. Esto dañó el edificio y destruyó la mayoría de sus ventanas, dejando las cortinas raídas ondeando al viento y la colección expuesta al clima invernal. El edificio, que está situado en un lugar prominente sobre el delta del Dnipro, al alcance de la artillería rusa de la orilla opuesta, es ahora un lugar peligroso.

Propaganda para la anexión

En la biblioteca, Cheliak encontró más pruebas del estilo y el tamaño de la propaganda rusa en la ciudad ocupada, como folletos, ilustrados con fotos de madres rubias y niños vestidos con el traje nacional ucraniano, que promocionaban las ayudas por hijos a cargo. Sin embargo, las prestaciones sólo estaban disponibles para aquellos que convirtieran a sus hijos en ciudadanos rusos. También encontró un panfleto de 22 páginas sobre la historia de Jersón, publicado por los ocupantes en verano para preparar el espurio “referéndum” de septiembre que convertiría a la región de Jersón oficialmente en parte de la Federación Rusa. El documento, que al parecer se distribuyó a finales de verano, antes de la votación no reconocida, está aderezado con un lenguaje sacado directamente de la era soviética, un fuerte sentido del nacionalismo étnico ruso y una línea de pensamiento ya familiar que ve al gobierno ucraniano como marionetas de Occidente y como nazis. Al igual que el ensayo de Vladimir Putin de 2021 sobre la unidad histórica de rusos y ucranianos, considera que Ucrania (o la Pequeña Rusia, como dice) es un país históricamente indivisible de la Federación Rusa.

El panfleto comienza relatando que 1.000 delegados en una reunión en la Universidad Estatal de Jersón habían votado para elaborar el documento como “una declaración ideológica que establecería el futuro de estas tierras del sur de Rusia”. En él se proclama “la unidad de las naciones rusa, ucraniana, bielorrusa y otras como una sola patria... sucesora de la patria soviética y de la Rusia histórica”. El panfleto describe el periodo de Jersón bajo dominio ruso y soviético como “una época dorada”. Sin embargo, no menciona el Holodomor, el periodo de hambruna forzada como resultado de las políticas de colectivización de Stalin que provocaron la muerte por hambre de unos 3,7 millones de ucranianos entre 1932 y 1933. “La época dorada de la región de Jersón terminó con el colapso de la Unión Soviética”, afirma el texto. Desde la Revolución Naranja de 2004, los gobiernos ucranianos se han convertido en “marionetas del capital extranjero”. Según el panfleto, la invasión a gran escala de febrero de 2022 fue un “ataque preventivo para defender Donbás y desmilitarizar y desnazificar Ucrania”. La lengua rusa, que, según el documento, había sido sistemáticamente erradicada de la región, pasaría a ser la lengua del Estado; su futuro económico residiría en las energías alternativas y en el establecimiento de “un conjunto de centros turísticos de gran calidad”. El panfleto concluye afirmando que la zona es “una parte indivisible de un país muy grande, que lleva el orgulloso nombre de Rusia”.

“Es un lenguaje con un estilo muy soviético. Me recuerda a los referendos celebrados en el este de Polonia, el oeste de Bielorrusia y el oeste de Ucrania en 1939”, afirma Timothy Snyder, profesor de Historia en Yale y uno de los mayores expertos en historia ucraniana, que ha revisado el panfleto. En su opinión, “ lo importante es que nadie tiene que creérselo; simplemente, todos deberían entender que la gran estupidez de los argumentos es una señal de que realmente no hay elección”.

“El argumento histórico es que, puesto que Jersón formaba parte del imperio, debe formar parte de la Rusia actual. Esto también significaría que la mayor parte de Polonia, todo el Báltico y Finlandia también pertenecen a Rusia, así como la mayor parte de Ucrania”, señala el académico. Los argumentos, concluye, “no están pensados. No es el trabajo de alguien muy interesante. Y eso en sí es interesante. Es una propaganda mediocre. No conocen a su público”.

Traducción de Emma Reverter