Con apenas 128 contagios en todo el país, el jueves 19 de marzo del 2020, Alberto Fernández decretó un estricto Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO). Solo se podía salir para comprar alimentos y productos esenciales. El Presidente prometió que la cuarentena sería hasta el 31 de marzo para “ganar tiempo y preparar el sistema de salud”. Es decir, diez días de encierro.
El día del decreto, en la ciudad de Buenos Aires, se registraron 14 contagios. Por las noches, los porteños salían a sus balcones a aplaudir y agradecer al personal de salud. Durante el día, en los supermercados, había largas colas de gente que quería abastecerse de agua, papel higiénico y otros productos básicos. La demanda hizo escasear el alcohol en gel. Las imágenes que llegaban de Europa, sobre todo de Italia, eran alarmantes.
En aquellos días en Argentina parecía prevalecer el triunfalismo y cierto optimismo respecto al futuro. Fueron muchos los que resaltaron, por ejemplo, que los animales habían vuelto a las ciudades desiertas.Y que la contaminación ambiental urbana había disminuido a raíz de las calles y las autopistas sin autos.
En YouTube se convirtieron en furor las clases de yoga, las recetas para hacer pan de masa madre y varias empresas liberaron, por unos días, contenidos digitales pagos. Las ventas de mopas y otros productos de limpieza se dispararon en Mercado Libre. Todo parecía una fiesta de todos por Zoom, la nueva plataforma estrella. Algunos DJs musicalizaban desde sus balcones.
“Al virus lo frenamos entre todos. Viralicemos la responsabilidad”, fue el mensaje tipo slogan publicitario de una campaña oficial que apareció en la tapa de todos los diarios y también en las calles semidesiertas. El 30 de marzo, Alberto Fernández apareció en un vivo por Instagram con Residente, el líder de Calle 13, y dijo: “Todo indica que estamos dominando al virus”. Días antes de decretar el ASPO, en una entrevista con Marcelo Longobardi en Radio Mitre, el Presidente había dicho que la OMS recomendaba tomar bebidas calientes porque “el calor mata al virus”. El 4 de abril, también en Mitre, Fernández prometió: “El domingo que viene se termina la cuarentena”. El Gobierno se pronunció en contra de los “testeos masivos”.
En esa primera época, en la que se popularizó la idea del AMBA, el Presidente aparecía con cierta frecuencia con Horacio Rodriguez Larreta y Axel Kiciloff. Cuando extendió la cuarentena hasta el 26 le preguntaron por qué no se hacían más test y no respondió.
Todavía no era obligatorio el uso de tapabocas, que recién se impuso a partir del 15 de abril, primero en CABA y después en el Gran Buenos Aires y el resto del país. Duró un mes la confusión sobre si los menores de 4 años debían usarlo o no.
La última semana del 20 al 24 de abril el dólar blue se disparó de 90 a 120 pesos. El sábado el Presidente extendió la cuarentena 2 semanas, hasta el 10 de mayo. En esa conferencia Fernández autorizó a los menores a salir una hora por día. Pero al día siguiente, CABA y otras ciudades del interior dieron marcha atrás. La confusión era total.
En la primera semana de mayo explotaron los geriátricos. En vivo y en directo los canales de noticias mostraban imágenes de viejitos en ambulancias con destinos desconocidos.
El viernes 8, en una nueva conferencia tripartita de Fernández, Kicillof y Larreta, la cuarenta se extendió hasta el 24 de mayo. Ya no había fiesta en los balcones, ni DJs ni aplausos.
Como comenzaron a crecer las críticas y reclamos, el Gobierno habilitó una salida con chicos por fin de semana con un sistema de terminación de número de DNI (par e impar). Las reglas también eran insólitas: se podía pasear hasta 500 metros del hogar.
En esa conferencia, donde no respetaron ni la distancia entre ellos y se mostraron sin barbijos, Fernández criticó duramente el modelo de Suecia, Larreta habilitó los comercios de cercanía y Kicillof se negó a hacer lo mismo. Así quedaron expuestas las primeras disidencias e incomodidades entre ellos. Al día siguiente, la embajada de Suecia respondió con ironía vía Twitter: “Pasará tiempo antes de que sepamos qué modelo funciona mejor”.
Los geriátricos siguieron con su explosión de contagios. Sesenta días después del inicio de la cuarentena, el Congreso de la Nación empezó a sesionar en forma virtual, pero en la primera sesión hubo fallas en la conectividad. El 15 de mayo murió Sergio Denis y esa noche sonaron sus hits en varios balcones porteños. Un día más tarde se habilitó a los chicos de hasta 12 años la posibilidad de pasear en CABA.
Un grupo de intendentes peronistas del conurbano empezaron a criticar a Larreta por abrir comercios y paseos. Fernando Gray (Echeverría), Patricio Mussi (Berazategui) y Mayra Mendoza (Quilmes), entre otros, tuitearon contra el intendente porteño por “cortarse solo” y abrir algunos comercios. Hasta ese momento, sólo se habían testeado cuatro villas de las casi mil que tiene el Gran Buenos Aires.
El sábado 23, en la ya clásica conferencia tripartita Fernández, Kicillof y Larreta no podían disimular la tensión entre los tres. Una de las razones de esa tensión eran los pedidos de Kicillof para que Larreta mantuviera una cuarentena estricta en la Ciudad. Fue la peor conferencia para el Presidente. Mostró un gráfico (las famosas “filminas” que se convertían en memes en las redes) con errores sobre la cantidad de muertos en Chile. Kicillof habló más minutos que el Presidente y el jefe de Gobierno y, además, criticó con dureza la gestión de María Eugenia Vidal. A su lado, Larreta, del mismo espacio y socio político de Vidal, parecía incómodo, mientras el PRO más duro empezaba a enfurecerse.
El Presidente advirtió que “esto durará lo que tenga que durar” y se enojó con la periodista Silvia Mercado porque le preguntó sobre la angustia de la gente. “Angustia es que se muera la gente y que el Estado no los cuide”, cerró. Extendió la cuarentena hasta el 7 de junio.
El lunes 25 de mayo, murió el femicida Ricardo Barreda, pero la noticia del día fue la marcha de autos en Tigre contra la extensión de la cuarentena. A la noche, se produjo el primer cacerolazo porteño.
A fines de mayo las noticias se centraron en las villas miserias. Blindaron Villa Azul por la cantidad de contagios y Susana Giménez viajó en avión privado a Uruguay. Fernández elogió en Formosa al gobernador Gildo Insfrán: “Va a poner la provincia de pie”. Insfrán gobierna Formosa desde 1995.
Después de la conferencia del 4 de junio, se extendió la cuarentena hasta el 28, pero Larreta permitió salir a correr en la Ciudad 20 a 8 de la mañana. En el día de su estreno, el Rosedal de Palermo se llenó de gente desesperada por caminar y correr al aire libre. El oficialismo apuntó a la imagen de la aglomeración y la falta de distancia social para criticar a Larreta y a los porteños. Nacían “los runners”, una figura insólita de la creciente disputa política entre el PJ bonaerense y el Juntos por el Cambio de CABA.
El 8 de junio Fernández anunció la expropiación de Vicentin, una de las principales cerealeras del país (endeudada en u$1300 millones y en concurso de acreedores), pero generó fuertes críticas empresariales y de la oposición. En Santa Fe hubo un “banderazo” de protesta y el interventor enviado del Gobierno fue echado del hotel. La medida se suspendió, en uno de los mayores tropiezos de la gestión Fernández.
Para el Día del Padre, el tercer domingo de junio, la cuarentena empezó a relajarse. Los contagios llegaban a 2000 casos diarios.
El viernes 26, el día que murió Hermes Binner, el trío Fernández, Kicillof y Larreta anunció la octava prórroga: un endurecimiento total de cuarentena del 1 al 17 de julio. Caducaron todos los permisos de circulación (que ya eran un descontrol) y también la aventura runner en la ciudad. Se conocen datos demoledores: la economía se había desplomado un 26,4% en abril y cerraron 350 mil comercios desde el inicio de la cuarentena. El Presidente insistía con una frase: “Entre la salud y la economía, no tengo dudas: priorizo la salud”.
Cuando se cumplieron 100 días de cuarentena, el 25 de junio, los números de testeos seguían siendo de los más bajos de la región: 7.245 por millón de habitantes. El lunes 29 se conoció la cifra más alta de muertes desde el inicio de la cuarentena: 48 en un día. Un par de días más tarde la noticia más importante fue otro récord: Lionel Messi anotaba su gol número 700.
LZ