El 8 de julio perdimos a nuestra compañera trans ecuatoriana Heidy Machado. Recién la semana pasada —y gracias a la red de contención de sus compañeras y a Casita Roja AMMAR, que la buscaron e identificaron—, pudimos saberlo. Heidy se encontraba en situación de calle, pasando algunas noches en un parador de Parque Patricios. Ese día no consiguió lugar y murió de frío a dos cuadras, frente al hospital Francisco Javier Muñiz, donde se realizaría una consulta médica al día siguiente por dificultades respiratorias.
En octubre del 2001, poco tiempo antes de que en nuestro país estallara la crisis socioeconómica al final de ese mismo año, migré hacia Estados Unidos y estuve unos 15 días de paso en Ecuador. En aquel momento, hacía poco tiempo que ahí habían despenalizado la homosexualidad; las manifestaciones en defensa de los derechos de la comunidad trans ecuatoriana estaban recién empezando. Al caminar por la calle, recibía un maltrato que me hacía acordar a la Argentina de finales de los 80: gritos, insultos, discriminación en muchas formas. Incluso en los boliches gays a los que mis amigos querían llevarme, el personal de seguridad me negaba la entrada: “travestis, no”. Recién cuando mis amigos le aclaraban que yo no era una travesti ecuatoriana, sino argentina, me dejaban pasar. Eso experimentaba la población trans en el Ecuador del 2001; eso era lo que había empezado a levantar las luchas de lxs compañerxs ecuatorianxs hacía muy poco, y de eso —o de sus reminiscencias luego de los pocos avances que se lograron hasta ahora en su país—, fue de lo que escapó Heidy Machado hace ya varios años, viniendo a la Argentina a buscar mejores condiciones de vida.
En los ojos del activismo trans de Latinoamérica, la Argentina siempre estuvo adelantada: el lograr la Ley de Identidad de Género en 2012, la Ley de Cupo Laboral Trans y el acceso al DNI de personas no binarias en 2021. Heidy, como tantas otras, llegó a nuestro país en busca de esos derechos que en el suyo todavía no se han establecido en la realidad como conquistas, pero se encontró con la violencia, la negligencia, el incumplimiento de leyes y el abandono, propios de las políticas de Estado en la Argentina actual, gobernada por una ultraderecha que desde los comienzos de su campaña electoral hace crecer, indirecta y directamente, las agresiones hacia nuestra comunidad. Una ultraderecha que, además, ha presentado el modelo económico y financiero ecuatoriano como una referencia, un camino a seguir.
Quienes no abandonamos, somos, como siempre, las propias compañeras: si no hubiera sido por la preocupación y contención de la Casita Roja AMMAR, Heidy, sin su familia de sangre presente, hoy sería una NN más. Gracias a las compañeras (su familia elegida), el cuerpo de Heidy será repatriado a Ecuador y podrá descansar en su tierra natal.