A principios de febrero, antes de que el conflicto ucrananiano cumpliera un año, comenzó la distribución del último libro de Martin Wolf, el veterano y laborioso periodista económico que en 35 años de trabajo en el Financial Times llegó a ser el comentarista estrella de este diario financiero londinense. Como epígrafe al prefacio de The Crisis of Democratic Capitalism, robusto volumen de cuatro centenares de páginas, leemos un aforismo atribuido a Mark Twain: “La historia nunca se repite, peros los acontecimientos históricos siempre riman entre sí”. Entre esta semana y la anterior, cuántas rimas en el mundo, que no son razón ni solución. Empezando por hechos de los principales personajes del elenco más estable -el americano Trump, el ruso Putin, el argentino Bergoglio, el brasileño Bolsonaro-, que nos suenan conocidos, pero que ni conocíamos, ni, como como ocurre con las raras rimas sorprendentes, como frac rimando con Balzac en un poema de Leopoldo Lugones, tampoco anticipábamos.
El americano más famoso
No faltaron voces las últimas semanas en el entorno del republicano Donald Trump para susurrar escénicamente, para murmurar con dicción articulada y audible, y en los oídos del periodismo, que el millonario ex presidente de EEUU y ex animador televisivo de talk-shows populares alto rating (que la prensa gráfica tradicional llama 'chabacanos') buscaba protagonizar como víctima otro género, el court-room drama familiar y extra familiar. Como acusado por la Justicia, y procesado por un delito que no cometió. Como víctima inocente, pero al fin triunfal y absuelta, a pesar de la persecución enconada y el prejuicio político de jueces zafios, comunistas y racistas.
El mismo jueves en que Bolsonaro volvió a Brasil, Trump volvió a la televisión. Si no en persona, sí a ganarse todas las pantallas, porque se supo que un Gran Jurado en Nueva York había votado la instrucción de procesarlo por el turbio, y confuso, asunto de un pago que presuntamente, antes de su carrera por la Casa Blanca, mucho antes, el megamagnate y especulador inmobiliario había ordenado hacer, a cambio de su silencio, a una actriz, estrella o 'estrellita' (star o starlet) de 'cine para adultos', como los documentos judiciales llaman al porno.
Técnicamente, los fundamentos legales del Grand Jury, que entretejen el presunto 'soborno mordaza' con probadas irregularidades contables de empresas de Trump en una misma y definitiva imputación, son novedosos, en el buen sentido de creativos. Por ello mismo, lucen poco sólidos a los ojos de la Justicia más conservadora. Es por ello que el expresidente, el primero en la historia de EEUU en ser procesado como presunto autor de un delito penal, confía en que saldrá absuelto.
El brasileño más infame
El insomne ex presidente brasileño Jair Messias Bolsonaro siempre se dice ganador, y (casi) siempre ha sido el primero en creerlo. El líder de la derecha con altavoz no tiene partido político propio. Para las elecciones 'sale a alquilar alguno', según Luiz Inácio Lula da Silva, el rival que lo derrotó en las presidenciales de 2022, cuando Bolsonaro creía que tenía ganada la reelecióon y un nuevo período de gobierno. Esa independencia o prescindencia no será una ventaja en su regreso a Brasil, porque ahora tampoco tiene los fueros que limitaban toda ofensiva judicial en su contra.
Bolsonaro regresó a Brasil el jueves 30 de marzo tras pasar tres meses en EEUU. Apenas pisó el país de cuyo Poder Ejecutivo se reclama el más legítimo titular, este ex capitán del Ejército, este paulista que antes de ser presidente fue durante dos décadas diputado federal carioca en Brasilia, envió un primer mensaje de aviso y tono amenazador al gobierno de Lula. Dijo que el ex obrero y ex líder sindical progresista,con dos presidencias en su haber antes de esta tercera, “no va a hacer lo que quiera con el futuro de la Nación”
Las rimas extrañas
Si el presidente de Ucrania quería fungir en Kiev como anfitrión solícito de las autoridades de Pekín, al brasileño ya lo esperaban en la capital china, donde tenía fecha y cita apuntadas para una intensa visita de trabajo. Asumida por tercera vez la presidencia tres meses atrás, Lula iba ser el primer huésped internacional de la tercera presidencia de Xi, reelegido para el cargo por el Partido Comunista seis meses atrás. Pero, como después le ocurriera al Papa argentino, el Presidente brasileño cayó enfermo en la inminencia de una semana de extrema importancia y extremas fatigas aseguradas.
Una leve pulmonía, seguida de internación hospitalaria, hizo que el líder petista primero postergara, después recalculara, y finalmente cancelara el viaje a la República Popular China. Los médicos le aconsejaron que esperara al menos hasta mayo. Con el viaje, se esperaba la firma inmediata de acuerdos de contenidos muy concretos en las áreas de tecnología, agro y energía.
En las últimas semanas, aun los aliados del Partido de los Trabajadores (PT) habían manifestado desagrado por las críticas de Lula al Banco Central, que había subido nuevamente las tasas, hasta elevarlas hasta el porcentaje más alto desde 2017. Tampoco causaron agrado las sospechas enunciadas por el Presidente acerca de que una operación criminal de los narcos del Primer Comando Capital (PCC) contra Sérgio Moro, descubierta y desbaratada por la Policía Federal (PF) se imbricaba en una operación mediática en suma muy conveniente para el ex juex y actual senador.
Lula no viajó a China, pero un centenar de empresarios, de la comitiva que iba a acompañar al presidente, sí viajó. Están en Chna, negociando, y los medios brasileños dicen que lo saben hacer, y lo están haciendo bien. Lo cual es más que muy bueno. Porque el futuro el bolsonarismo rima, demasiado perfectamente, con el futuro del lulismo.
AGB