Fernando Sabag Montiel (36) y Brenda Uliarte (24) pasan sus días en soledad, aislados del resto de los presos en los penales de Ezeiza. Son los principales acusados por el atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que casi le cuesta la vida el 1° de septiembre de 2022. Ambos esperan el juicio oral y público que deberán afrontar por el intento de homicidio agravado de la ex presidenta.
El tercer acusado, Gabriel Nicolás Carrizo (29), procesado como presunta partícipe necesario del hecho, se encuentra en el penal de Marcos Paz, también aislado del resto de los reclusos.
El aislamiento de los tres procesados se tomó como medida de seguridad para garantizar su integridad física, por temor a reacciones de otros presos. Viven en pequeños pabellones destinados a detenidos aislados, con un salón de usos múltiples, donde pasan la mayor parte del día, y un patio al aire libre, de acuerdo a las fuentes consultadas por elDiarioAR.
En el complejo de varones de Ezeiza, Sabag Montiel no recibe visitas, no tiene familia cercana, su madre murió en 2017 y no tiene contacto con su padre desde pequeño. Además, rechaza las propuestas de los abogados penalistas que intentan verlo en la cárcel para ofrecerle sus servicios. El hombre que apuntó a centímetros de la cara de la vicepresidenta apenas usa el teléfono y cada algunas semanas escribe de puño y letra escritos que presenta en el expediente con versiones erráticas e información sobre la causa.
Sabag Montiel había cortado el contacto con su defensa, cuando ésta estaba a cargo del defensor oficial de instrucción, Juan Martin Hermida, y apenas recibía a una de las psicólogas del Ministerio Público Fiscal, con quien había entablado buena relación. Está en contacto con su defensora oficial de juicio.
Brenda Uliarte se encuentra en el penal de Ezeiza de mujeres, también en un pequeño pabellón que sólo ella habita. Recibe las visitas de allegados, en particular su padre, con quien mantenía una mala relación antes de quedar detenida. También la visitan su abuelo, una tía y un amigo. Además, suele recibir a los abogados del estudio de Carlos Telledín -el ex desarmador de autos enjuiciado por el atentado a la AMIA, absuelto-, que la defenderán en el juicio oral y público.
Uliarte pasó unas semanas agitadas tras su llegada a Ezeiza. Protagonizó algunas crisis nerviosas durante la madrugada, pero actualmente se encontraría bien. El Servicio Penitenciario Federal le ofreció retomar los estudios secundarios y se mostró abierta a la posibilidad.
Carrizo, también aislado en el penal de Marcos Paz, recibe con frecuencia a sus abogados del estudio de Gastón Marano, de su madre, su hermano y de sus amigos y ex socios de la venta de copos de azúcar.
Recibe también visitas de psicólogos del Servicio Penitenciario Federal y manifestó a sus abogados que quiere que el juicio oral y público comience pronto. A diferencia de Sabag Montiel y Uliarte, Carrizo está procesado por un rol menor en el intento de magnicidio y su expectativa es poder salir en libertad, eventualmente.
Desde mayo último, el expediente se encuentra en el Tribunal Oral Federal (TOF) número 6, que tiene una particularidad: los tres cargos están vacantes. Actualmente, está compuesto por los jueces Sabrina Namer, Ignacio Formari y Daniel Obligado, pero ocupan los cargos como subrogantes y estas subrogancias se sortean cada dos años. Por esa razón, no está claro quiénes serán los jueces que lleven adelante el juicio oral y público.
La fiscal a cargo de la acusación será Gabriela Baigún. La expectativa en los tribunales de Comodoro Py es que el TOF 6 fije fecha de juicio durante septiembre. A partir de entonces, comenzará un proceso previo a las audiencias públicas: las partes -fiscalía y defensas- podrán solicitar la producción de nuevas pruebas que no se hayan realizado durante la instrucción a cargo de la jueza María Eugenia Capuchetti y el fiscal Carlos Rívolo.
ED/JJD