Los biógrafos de Caputo: “Para que Milei se mantenga limpio, alguien tiene que meterse en el barro. Ese es Santiago”
Desde su misteriosa relación con Karina Milei hasta su enemistad personal con Mauricio Macri, todo lo que rodea al asesor presidencial tiene la lógica del sigilo. Maia Jastreblansky y Manuel Jove explican cómo se convirtió en el operador más influyente del gobierno de Javier Milei, moviendo los hilos desde las sombras.
El Monje, la biografía de Santiago Caputo escrita por Maia Jastreblansky y Manuel Jove.
Durante meses, Maia Jastreblansky y Manuel Jove se dedicaron a investigar al personaje más enigmático del gobierno de La Libertad Avanza. En El Monje. La verdadera historia de Santiago Caputo, el guionista de Milei, la biografía del asesor todoterreno del líder libertario, publicada por editorial Planeta, reconstruyen el ascenso de un operador sin cargo, sin firma y sin exposición pública, pero con una concentración de poder real inédito para cualquier consultor que haya pisado la Casa Rosada. “Es un Durán Barba 3.0”, resume Jastreblansky durante la entrevista con elDiarioAR. Y no es una metáfora.
En esta extensa conversación, los autores revelan los vínculos familiares que marcaron el camino de Santiago Caputo, el diseño del “triángulo de hierro” que lo posiciona como ejecutor de las decisiones más sensibles, y la lógica de una arquitectura de poder donde el protagonista no estampa su rúbrica, pero decide. “Caputo maneja gran parte de la botonera del Estado y eso suele generar ruido interno”, señalan los autores. Una afirmación que fue confirmada por el propio Javier Milei hace pocos días, cuando aseguró que el rol de su asesor de 39 años está incluso por encima del de su jefe de Gabinete, Guillermo Francos.
Maia Jastreblansky y Manuel Jove, autores de El Monje, la biografía de Santiago Caputo.
Desde su relación con Karina Milei —marcada por la tensión, la prueba constante y una desconfianza latente— hasta su disputa personal con Mauricio Macri, todo lo que rodea a Caputo tiene la lógica del sigilo. “En el gabinete se preguntaban por qué él podía entrar con celular y los demás no”, cuenta Jove. En ese silencio, que se rompe cada vez que interviene a través de las cuentas que se le atribuyen en X, Caputo se convirtió en el hombre que Milei escucha sin condiciones. “Lo que diga Santiago”, era una de las frases más repetidas por el Presidente durante la campaña.
El resultado, dicen los autores, es una figura que disfruta del poder, lo administra con eficacia, y se mueve con una lógica casi ritual: la masonería, los símbolos, la lealtad como núcleo de todo. “No lo ves en la primera línea, pero está en todas partes. Es el operador que se mueve en la oscuridad”, sintetiza Jastreblansky.
—El libro le pone mucho foco al mundo de la consultoría. ¿La figura de Santiago Caputo ahí —en ese mundo consultoril— representa una suerte de duranbarbismo recargado? ¿Una superación? ¿Cómo lo piensan ustedes?
Jastreblansky: Primero había una intención de mostrar ese mundo de los consultores que no estaba tan explorado y que incide muchísimo en los turnos electorales. Muchas veces son ellos los que diseñan la oferta electoral, digitando un poco lo que finalmente nosotros podemos elegir en las urnas. Y no solo en los años de elecciones. Muchas veces los consultores también son operadores de la política que se mueven más en las sombras, mientras que al frente están los propios políticos, los candidatos, los dirigentes. Pero todo ese mundo de los asesores mueve hilos. Y con respecto a lo que decías, sí: es como un Durán Barba 3.0. Porque acumula mucho más poder. Durán Barba siempre se quedó en el rol de gurú. Santiago Caputo, en cambio, está gobernando junto con los líderes.
Santiago Caputo, junto a los hermanos Milei y Gerardo Werthein. Twitter
Jove: —Sí, es una combinación de Durán Barba con Marcos Peña. Para ir al ejemplo que traías. Y respecto a los consultores, algo que quizás no contamos tanto pero que fue muy importante para el libro, es que hablamos con un montón de ellos. Algunos que conocían a Santiago, otros que habían trabajado lateralmente con él. Porque también funciona mucho este esquema en el que los asesores y consultores de campaña terminan colaborando con alguien que no es su socio, pero coinciden en una campaña determinada. O dividen la estrategia. Funciona así.
—Claro. Circunstancialmente.
Jove: Exacto. Y además, lo que notamos al hablar con tantos es que en general uno tiende a pensar “bueno, son todos consultores”, pero después hay quienes están más específicamente dedicados a redes sociales, otros a estrategia general, otros a encuestas, otros solo a la comunicación del candidato. Y la consultora donde trabajaba Santiago —Move Group— estaba bastante ensamblada con esas funciones. Tenía todo el esquema bien aceitado. Y además, muchos de estos tipos están metidos hace tanto tiempo en la política, y han trabajado no solamente con Caputo, sino con tantos otros, que son un cajón inagotable de anécdotas. En un momento, salimos con Maia de una entrevista a uno de ellos y nos miramos: “Acá hay un libro”. Esos tipos son un libro per se. Porque es verdad que Santiago es un poco eso: alguien adaptado a los nuevos formatos de comunicación, a la creación de redes de cooperación política, pero también con mucho de ese mundo tradicional.
Santiago Caputo durante la cena de gala de la CPAC Argentina. CPAC
—¿Y él era una figura marginal al interior de todo ese mundo?
Jastreblansky: Descubrimos que era mucho menos marginal de lo que creíamos. Lo que pasa es que hacían un culto al secretismo. Muchos consultores hoy en día van a la tele, muestran sus encuestas, se hacen conocidos para vender servicios. Move Group, en cambio, tenía otra lógica: trabajar en secreto. Literalmente. A veces ni siquiera les daban la encuesta a sus propios clientes. Les decían: “Nosotros la usamos, pero no se la podemos pasar porque no queremos que se filtre”. Creían que esos materiales —las encuestas, los focus groups— eran mucho más precisos que los que circulaban por el mercado. Para ellos era un bien muy preciado. Lo usaban como material de trabajo interno y no salía de esas cuatro paredes.
Jove: Sí, en los circuitos de la política y de la consultoría, Caputo ya era conocido, sobre todo por llevar el apellido que lleva. Pero lo interesante es que muchos con los que había trabajado lateralmente ni siquiera sabían que era él. Porque, en ese grupo de Move Group, la referencia más fuerte era Rodrigo Lugones. De hecho, lo contamos en el libro: la madre de Rodrigo, Alicia Justo, fue pionera en focus group en Argentina. Era, en su momento, la voz más autorizada para hablar del tema. Y Lugones heredó eso. Se convirtió en el especialista absoluto en segmentación electoral, en la identificación de perfiles a partir de bases de datos. No es que se dividían tajantemente los trabajos dentro de la consultora, pero quedó muy instalada la idea de “lo de los Lugones es segmentación”. En muchos casos, en realidad, era Caputo el que hacía ese trabajo. Pero hacia afuera, era más conocido Rodrigo.
Rodrigo y Mario Lugones, figuras clave en la gestión del área de Salud del gobierno libertario.
—Hay algo ahí que me llama la atención. En el macrismo uno veía claramente el laboratorio, los hilos, el coaching. Macri era casi un “producto”. En el caso de Milei, da la sensación de que Caputo fue atrás de un fenómeno que ya estaba en marcha. ¿Fue así o cuánto incidió realmente en la construcción de esa figura libertaria?
Jastreblansky: Hay una diferencia clave. Durán Barba, por ejemplo, trabajaba solo con Macri. Más allá de que tenía otros clientes en la región, era exclusivo de él. En cambio, Move Group —que es la consultora que armaron estos discípulos argentinos de Durán— trabajaba con un arco político más amplio. Y lo interesante es que ellos ya venían viendo que era el turno de un outsider. Mucho antes de que Milei irrumpiera. Veían que la grieta kirchnerismo-macrismo estaba agotada y que algo nuevo tenía que emerger. Y pensaban que ese algo iba a ser más de derecha. Después, encontraron a Milei como figura y vieron que podía encajar en esa demanda social.
Jove: Sí, y algo que muchos consultores nos dijeron, y que ellos mismos repetían a sus clientes, era: “Cuando la opinión pública está muy marcada, es más fácil encontrar al candidato ideal que adaptar al candidato que ya tenés a esa opinión”. O sea, es más eficaz buscar alguien que encaje con el clima de época, con la demanda específica, que tratar de transformarle el cassette a alguien que ya representa otra cosa. Y Milei, con la inflación como tema, con su desparpajo, encajaba perfecto.
El asesor presidencial Santiago Caputo entra de noche a la Casa Rosada. NA/Marcelo Capece.
Jastreblansky: Además, en un momento donde todos estábamos convencidos de que Larreta era el presidente puesto, ellos decían que no había ninguna chance. En serio. Y eso nos lo dijeron muchas fuentes. En esa época en la que parecía que el camino estaba allanado para Larreta —y que el propio Larreta seguramente también lo creía—, ellos decían que por el lado de la moderación no se llegaba jamás.
Jove: Y no es algo que hayan dicho por Milei solamente. Ya lo venían planteando desde antes, desde la elección de medio término de 2017. Cuando Macri arrasó y todos creíamos que se encaminaba tranquilo a su reelección, ellos veían otra cosa. Decían: “Si Macri no se radicaliza, si no cambia su tono, va a empezar a perder capital”. Esa mirada más de shock, más disruptiva, ya estaba instalada en ellos desde entonces. Y en muchos espacios del PRO lo sabían.
—Me interesa que nos metamos en el costado más nétamente biográfico. Todo el tramo familiar del libro es muy potente. Santiago parece una figura medio “paria”, incluso dentro de los Caputo. ¿Cómo reconstruyeron eso?
Jastreblansky: Su abuelo, por parte paterna, empezó trabajando en el Mercado Central. Tardó años en tener su propio local. Después armó una red de distribución de frutas y verduras. Nada que ver con el abuelo de Nicky Caputo, que emigró a la Argentina y fundó la constructora que se convirtió en el emporio familiar. El padre de Santiago, Claudio, también hizo su camino: se convirtió en escribano y después hizo algo de carrera política dentro del Colegio de Escribanos. En ese mundo. Pero era otra clase de Caputo. No del linaje que heredaba capital, sino de los que venían con relación de dependencia antes de ser dueños de algo. Además, el árbol genealógico lo acerca más a la rama de Dante Caputo, el canciller de Alfonsín, que a la de Nicky o Toto.
—Entonces Caudio, el padre de Santiago, ¿tenía más relación con Dante?
Jastreblansky: Sí, no era parentesco directo, pero había una relación ahí. Y después hay un dato que es muy revelador: Claudio se convirtió en el escribano de las empresas de Nicky Caputo, pero mantenía una relación estrictamente profesional. No le gustaba pedir favores. Por ejemplo, cuando Santiago empezó a estudiar Ciencias Políticas y quería conocer a Durán Barba, su propio padre no se animaba a pedirle una entrevista a Nicky. Le daba pudor. No había confianza para eso. Y dentro de su núcleo familiar —padre, madre, cuatro hermanos— Santiago era el rebelde sin causa. El que les llevaba dolores de cabeza a sus padres. Algunas actitudes que tiene hoy, cuando ves su historia, tienen coherencia: siempre fue un chico así.
El asesor presidencial Santiago Caputo en la cena de gala de la CPAC Argentina. CPAC
—Uno tiende a pensar que, en algún punto, él está ajustando cuentas con ese pasado. ¿Puede ser?
Jastreblansky: Sí, puede ser. Aunque también hay algo generacional. Él es el segundo de cinco, con un hermano mayor muy ejemplar, muy distinto. Esas dinámicas familiares son bastante típicas. Hay algo de eso.
Jove: El libro también está atravesado por esa historia. La política de las últimas décadas, pero también el apellido. Aparecen un montón de personajes que podrían tener su propio libro: Durán Barba, Nicky Caputo, incluso el abuelo de Santiago. Era un personaje muy particular. Tuvo un socio que fue acusado de contrabandista y estuvo vinculado al peronismo. Pasó de ser perseguido a ser colaborador del peronismo. Fue detenido durante la dictadura. Todo eso forma parte del universo que rodea a Santiago. Es un personaje que está hecho de muchas capas.
Jastreblansky: Y hay algo que él mismo marca, en su interior, respecto de “los otros Caputo”. Los primos lejanos iban al Newman. Los otros tenían que “salir a laburar”. Hay una distancia de clase que él siente. Él ya nace en una familia un poco más acomodada, pero el padre y el abuelo vinieron por otro camino. Lo económico fue una barrera distinta.
—¿Y qué relación tiene hoy Santiago con su tío Toto Caputo, por ejemplo?
Jove: Claudio, el padre de Santiago, tenía una relación con los hermanos de Toto: Flavio y Hugo Caputo. Ellos son los dueños de la empresa que después quedó mencionada en la causa Revolución Federal. Claudio era escribano de esa firma, pero además había generado un vínculo humano con ellos, más allá de lo profesional. Con Toto la relación no era tan cercana: él estaba en Wall Street, tenía otro recorrido. Pero en 2023, cuando ya se sabía que Santiago estaba trabajando con Milei, ese vínculo se reactivó. Toto empezó a acercarse más a Claudio. Y ahí Santiago empezó a entrar en esa conversación. De repente se hablaba de coyuntura, de economía, y se deslizaban ideas.
El ministro de Economía, Luis Caputo, es tío segundo de Santiago. NA
Jastreblansky: Incluso hubo un informe de Anker, que era la consultora de Toto, que hablaba bien de la dolarización justo cuando ese tema era parte del debate nacional. No fue casual. Y el desembarco de Toto en el Gobierno fue sorpresivo para muchos. Incluso para Macri. Imaginate que Caputo se había ido mal del gobierno de Cambiemos. Dejó el Banco Central en medio de una crisis, con una situación familiar complicada. Macri sabía todo eso. Entonces cuando Santiago le dice a Macri que el candidato para ministro de Economía era Luis Caputo, Macri le responde: “No, no va a querer. No hay posibilidad de que acepte”. Y Santiago le dice: “Vos confiá”. Y bueno, efectivamente terminó siendo. Se dio una negociación con Emilio Ocampo, que era el candidato original para el Banco Central, y Milei —con Santiago como interlocutor— decide que se haga lo que sea necesario para que la línea la marque Toto. Si Ocampo se adapta, bien. Y si no, afuera.
—¿Y en el día a día de la gestión cómo es esa relación? ¿Hay vínculo más allá de ser parte del mismo gobierno?
Jastreblansky: Sí. Todas las medidas que se tomaron en torno a la salida del cepo, al acuerdo con el Fondo, al pasaje al nuevo esquema monetario, vinieron con un envase narrativo muy trabajado. Y eso no es casual. En los últimos días, veníamos viendo que Toto y otros funcionarios del equipo económico iban a verlo a Santiago. Eso fue evidente. Fue un trabajo en conjunto. Porque en economía también importa mucho cómo se cuenta, con qué palabras, en qué momento.
Jove: Además, cada uno —en su área— fue mostrando resultados. Toto con la baja de la inflación, con el frente fiscal. Santiago, con su lectura de la política y su estrategia. Eso les dio poder. A Santiago lo benefició la salida de Nicolás Posse [el exjefe de Gabinete, que renunció en mayo de 2024]. Ahí sumó áreas, ganó influencia. Toto también: se quedó con infraestructura, absorbió sectores que estaban en Jefatura. Más allá del vínculo familiar, creo que hoy están aliados por necesidad.
—Es interesante lo que decís del poder, porque uno habla de Caputo como si fuera un funcionario con cargo formal. Pero no lo es.
Jastreblansky: Nosotros también nos preguntábamos eso: “¿Che, no se dan cuenta los Milei de todo el poder que tiene este chico?”. Porque convengamos que los Milei no son de repartir poder fácilmente. Al contrario, son celosos. Entonces pensábamos: ¿cómo puede ser? Lo que descubrimos fue que hay un diseño: el triángulo de hierro. La lógica es que Milei se mantenga limpio, alejado de las zonas más oscuras de la política. Que no se embarre con el barro judicial, ni con los servicios de inteligencia, ni con la rosca. Que se mantenga como el divulgador de las ideas, el economista puro. Para que eso funcione, alguien tiene que meterse en ese barro. Ese es Santiago.
Karina Milei, Guillermo Francos y Santiago Caputo juntos, en la foto "de la paz". Twitter
—¿Y el hecho de no tener cargo formal también le da mayor libertad para embarrarse?
Jastreblansky: Sí, pero también es un problema. Porque adentro del equipo genera cierto recelo. Tiene poder pero no tiene responsabilidad formal, no firma nada. Y eso, claro, molesta.
Jove: Genera ruidos. Pensamos que en algún momento se iba a blanquear, que iba a pasar a ser funcionario. Pero no. Pasó el tiempo y sigue igual.
—Lo que sí cambió, en todo caso, es que empezó a mostrarse más. Al principio ni figuraba.
Jove: Exacto. Si comparás los primeros meses del gobierno, no aparecía en las fotos, pero estaba en todas las reuniones clave. Negociaba la ley Bases, hablaba con diputados, definía cosas. Pero públicamente no era nadie. Ni siquiera los propios dirigentes sabían quién era. Algunos hasta lo ocultaban: no te decían que se estaban reuniendo con Santiago. Decían que se reunían con Francos, con otro. Eso fue cambiando con el tiempo.
Javier Milei y su asesor estrella Santiago Caputo. @JMilei
—¿Y cómo es la relación con Karina?
Jastreblansky: Es un gran misterio. Nosotros intentamos reconstruir todo lo que pudimos, pero hay un punto donde es muy difícil acceder. Karina es más hermética que Santiago. Su manera de ejercer el poder es muy opaca.
Jove: Políticamente es un enigma. Uno supone que piensa como su hermano, pero no sabemos mucho más. No da entrevistas, no tiene declaraciones.
Jastreblansky: Igual hay cosas que se saben. Por ejemplo, lo de la pelea con Manes en el Congreso. A Karina no le gustó. Porque ese día el protagonista tenía que ser Javier, y Santiago se llevó los reflectores. Pero al mismo tiempo, a ella le gusta que defiendan a su hermano. Hay una ambivalencia. Una lógica de medir lealtades permanentemente.
—¿Ella sospecha que Santiago está construyendo algo propio?
Jove: Ella mide todo el tiempo. Yo creo que con el armado de listas vamos a ver muchas respuestas a eso. Ya se vio en algunas internas locales. Pero nada va a ser tan definitorio como el armado nacional.
Jastreblansky: Sí, y es inteligente. Sabe que no puede ir contra Karina. Tiene que evitar tocarle los intereses. Aunque hay diferencias en las segundas líneas sobre la estrategia electoral. No siempre están alineados.
El asesor presidencial Santiago Caputo durante el discurso de Milei en la apertura de la 143 asamblea legislativa en la Cámara de Diputados. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
—Mencionaron a Macri. ¿Cómo ven esa relación hoy? ¿Hay una enemistad directa entre él y Santiago?
Jastreblansky: Ya es irreconciliable, a esta altura. Y ahí Karina y Santiago están completamente alineados. Coinciden. Y de a poco fueron convenciendo también a Milei. Hoy ya no lo invita a comer milanesas. Eso cambió.
Jove: Sí, y no es algo nuevo. Viene de la época en que la consultora de Santiago quedó afuera del esquema nacional de gobierno de Macri. Durán Barba siguió trabajando con él, pero sus discípulos argentinos no, quedaron afuera.
Jastreblansky: Y eso dejó una marca. Nunca hubo relación fluida.
Milei, Macri y Santiago Caputo.
Jove: Y mientras tanto, hoy Macri sigue tirando munición. En privado habla con empresarios, con consultores, y deja correr la sospecha. No lo acusa directamente, pero insinúa: que Santiago tiene poder sin control, que busca cajas, que quiere meterse en negocios.
—¿Y ustedes lo ven así? ¿Lo ven con intereses concretos en cajas o negocios?
Jastreblansky: Sí, en cajas seguro. Está muy estudiado dónde están los botones del Estado que mueven intereses económicos. Y él maneja parte de esa botonera. No hay ninguna duda.
Jove: Totalmente. Por ejemplo, todo lo que pasó con Salud. La llegada de Mario Lugones, que venía funcionando como un Caputo de la salud, fue muy clara. Santiago blanqueó ese poder en esa área. Y también está metido en ARCA, en lugares sensibles. Todo con un nivel de control muy quirúrgico.
Santiago Caputo, asesor presidencial y uno de los integrantes del "triángulo de hierro" de la cúpula del poder libertario.
—¿Y ese poder sin firma cómo lo viven los demás en el Gobierno?
Jastreblansky: Con recelo. Porque tiene peso, pero no tiene responsabilidad legal. Y eso genera roces. En su momento hubo mucho ruido por eso. Sobre todo cuando se hizo evidente que estaba manejando temas como los fondos reservados de la SIDE. Y cuando hubo derrotas —como esa, que fue su primer traspié político fuerte— empezaron las críticas internas.
Jove: Sí, hubo reclamos. Que por qué él podía usar el celular en las reuniones de gabinete y los demás no. Que por qué estaba en todas las decisiones sin cargo formal. Fue justo cuando se perdió la votación de los fondos reservados en el Congreso. Y al mismo tiempo, se lo acusaba de errores estratégicos. Fue su peor momento hasta ahora.
—¿Y qué pasó con Mario Russo, el exministro de Salud?
Jove: Fue uno de los pocos que lo confrontó abiertamente en el gabinete. No públicamente, pero sí internamente. Y terminó eyectado. Eso ordenó las cosas. El respaldo que los Milei le dan a Santiago quedó claro ahí.
—En toda esa construcción, hay una idea fuerte de personaje. ¿Esa cosa sacrificial que él proyecta, comparándose hasta con Robespierre, es real?
Jastreblansky: Un poco de personaje hay, claro. Eso de “dar la vida por el proyecto”. Pero también hay algo real. Él sabe que ya no puede volver atrás. Ya no puede volver a ser un consultor neutral. Se comprometió políticamente, y eso marca un punto de no retorno. Caputo nos lo dijo: “Estén seguros que el plan de Javier va a salir. En lo que a mi se refiere, no hay chances de que yo termine bien”. Eso lo diferencia de la consultoría tradicional, donde uno trabaja para distintos clientes. Él ahora se jugó entero por este proyecto.
Santiago Caputo suele practicar tiro en un club de San Telmo. Captura de video
Jove: Y también hay un goce en el ejercicio del poder. Lo ves cuando las cosas le salen. Se nota en el clima interno. Cuando las medidas económicas funcionan y la comunicación también, se siente que hay una validación. Y también hay algo más profundo: su socio, Rodrigo Lugones, por ejemplo, vive en Madrid. Tiene acceso al poder desde lejos. Santiago está en la trinchera. Eso dice mucho.
Jastreblansky: Si lo comparás con otros monjes negros como Enrique “Coti” Nosiglia, hay muchas similitudes. El Coti también construía desde las sombras, tenía poder residual, pero no estaba en la primera línea. Santiago tiene esa cosa de mostrar los dientes, de empoderarse desde la oscuridad. De hacerse el malo. De construir un personaje que va para adelante, sin freno. Toda esa lógica del Gobierno que no retrocede, que se planta, viene un poco de su cabeza. Y la ejecuta.
—¿Y lo imaginan después de Milei? ¿Hay un Santiago Caputo posgobierno?
Jastreblansky: Cuesta pensarlo. Porque si se inmola —como dice—, después no hay vuelta. Y además, todos los gobiernos pasan. Y al final de los gobiernos vienen las denuncias judiciales. Eso siempre fue así. Y él lo sabe.
Santiago Caputo y Sebastián Amerio, su alfil en el mundo judicial, en la previa al discurso de Milei.
Jove: Además, la Justicia es procíclica. La misma denuncia puede tener recorrido o no, según el clima político. La de Facundo Manes, por ejemplo: hoy fue desestimada. En otro contexto, podría haber avanzado. Eso también lo sabe.
—Hay un dato que es, sin duda, un hallazgo del libro: la revelación acerca de su condición de masón. ¿Qué importancia le dan a eso?
Jastreblansky: Cuando Manu lo trajo fue como: “Claro, tenía que ser”. Era obvio. Por el perfil, por cómo se maneja. Tiene todo: el sigilo, el secreto, la lealtad.
Jove:Hoy la masonería es más una red de sociabilidad. Una cena en un lugar lindo, donde se cumple un ritual, y después viene la rosca. Es un espacio de poder. Se junta gente que, de otro modo, no se vería. Y eso en la política pesa.
Jastreblansky: Sirve para eso: para que tipos que no se juntarían, de repente se vean, hablen, hagan acuerdos. Y en ese armado de mística del Gobierno, hay mucho de eso. Se nota en los gestos, en la liturgia. En cómo se arma el relato del poder.
PL/JJD
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