La estrategia kirchnerista después del acto en La Plata

En clave electoral: CFK exige medidas urgentes, apunta a ordenar al FdT desde arriba y, por ahora, a retener la provincia

20 de noviembre de 2022 00:02 h

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El hombro derecho desnudo dejaba al descubierto dos dibujos: una bandera argentina con un CFK en la franja blanca central y un pingüino nestorista. “Siempre que vengo a los actos me pongo esta remera así, dejando libre el hombro, para que se me vean los tatuajes”, decía la señora de unos sesenta, el tono orgulloso. “Y hoy más que nunca hay que mostrarlos”, remató con una sonrisa, mientras caminaba hacia el ingreso del Estadio Único Diego Armando Maradona. 

La postal de fidelidad kirchnerista fue una de las innumerables que hubo entre las sesenta mil personas que el jueves colmaron La Plata. El furor militante le pidió explícitamente desde las tribunas a Cristina Kirchner que sea candidata a presidenta en 2023. Pero la vice terminó bajando al campo político un mensaje menos entusiasta y más realista en el intento de sacar a flote el barco del Frente de Todos para que llegue competitivo a las elecciones. 

Es que más que lanzarse –“hubiera sido al vacío”, consideró un dirigente, que igual la quiere como candidata–, la primera intervención masiva de la CFK pareció marcar un rumbo. Una especie de faro para iluminar un futuro posible en el oscuro presente de la coalición, marcado por la crisis económica. Dejó en claro que es la accionista mayoritaria, y que hará revalidar sus créditos ante el resto de los socios. Sobre todo, ante quienes admiten su centralidad en el universo frentetodista, pero que orbitan más lejos. No salió a la cancha para convencer a los propios, sino a los ajenos.

CFK y su círculo cercano quedaron conformes por la convocatoria, y a partir de ahora –calendario en mano– estiman entrar en “modo vacaciones” hasta febrero. “Fue el mejor acto que podíamos producir en las condiciones actuales en las que estamos”, apuntó un vocero. Organizado al detalle por La Cámpora, incluso se eligió que hable de noche para que haya “cierta mística”, como aquel acto en Arsenal al lanzarse como candidata a senadora por Unidad Ciudadana. 

Mundial y fiestas de fin de año de por medio, Cristina dejará que en los próximos dos meses decante la “bajada” que expuso en La Plata. A priori, espera que haya una reacción rápida desde el Ejecutivo sobre los dos pilares que instaló en su discurso: la seguridad y la inflación. Un llamado de atención a Aníbal Fernández –que en menos de 24 horas salió a cruzarla– y otro para Sergio Massa –que justo estaba “celebrando” sus cien días en Economía–. Por elevación, volvió a insistirle al presidente Alberto Fernández que use la lapicera, aunque fue mucho más decorosa que en anteriores presentaciones. 

“Esperamos que las medidas que reclamó se implementen en el corto plazo”, señaló una fuente de trato cotidiano con la vice. La necesidad real de la población, y la necesidad electoral, justificarían las medidas. Táctica y estrategia.

Cristina supo a quiénes criticar: ninguno de los aludidos estuvo entre los dos mil invitados especiales. Massa y el Presidente faltaron al acto porque estaban regresando de su gira por Indonesia. Tampoco se lo vio al ministro Fernández, aunque sí a otros funcionarios nacionales albertistas. “No es jurisdicción nuestra, lo que hacemos es colaborar. Los gendarmes están en el Conurbano. Lo que se dice a veces se dice sin conocerse”, salió a contestarle temprano a la vice el ministro de Seguridad, otrora su jefe de Gabinete. 

A su vez, desde las usinas del massismo se tomaron el trabajo de difundir anteayer un paper del Consejo de las Américas sobre la gestión económica en los últimos tres meses. Las líneas que resaltaron en negrita son por demás elocuentes: “Es difícil imaginar que aceptaría el desafío de conducir la economía argentina si no estuviera pensando al menos en la presidencia”, expresa el texto original en inglés, que remata: “Cualquier camino viable hacia la presidencia depende de dos factores. La primera es Cristina Fernández de Kirchner, quien aún conserva el poder de bloquear o facilitar cualquier nominación. La segunda es la inflación”. Al menos en ese último punto, hay coincidencias entre la vice y el ministro, quizás la diferencia está en el cómo bajarla. “¿Hacen suyas algunas de las afirmaciones del texto?”, preguntó elDiarioAR en el círculo de Massa. El silencio fue elocuente.

Asado y 2023

El pedido de que la Gendarmería vuelva al conurbano y de que los salarios le ganen a la inflación fue el plato principal del asado post-acto que CFK encabezó con los intendentes y dirigentes clave del conurbano en la residencia de Axel Kicillof. “Se repasó la agenda de su discurso”, comentó un comensal que compartió la cena. En las tres horas que duró el after, el comentario más sonado fue “la ausencia” de la fuerza federal en el cordón más populoso de la provincia, el bastión electoral clave para ganar cualquier elección.

Al hablar de seguridad e inflación, la vice habilitó a que las líneas discursivas del kirchnerismo ahora vayan por ahí. “La seguridad siempre fue un tabú para nosotros. Con su discurso lo derribó”, comentó un operador. El pedido de CFK en el asado fue “ponerse la camiseta del oficialismo” y salir a patear el territorio. Si no, no habrá 2023 para nadie. 

El listado de invitados –desde Fernando Espinoza, cacique de La Matanza, pasando por la camporista Mayra Mendoza, de Quilmes, hasta el ministro albertista Gabriel Katopodis, de San Martín– revela otra jugada que comenzó a desplegar la vice tras su acto masivo: la decisión de ordenar el espacio oficialista desde arriba, aunque debajo la interna continúe, y hacer foco en el conurbano.

Antes de cualquier nueva aventura nacional, CFK y Máximo tienen como prioridad número uno retener la provincia en 2023, con Kicillof a la cabeza, según pudo reconstruir elDiarioAR. Es quizás el único consenso oficialista, desierto el mapa de precandidatos presidenciales y poblada de internas los distritos.

Un caso es justamente del distrito matancero. En la cena también participó la intendenta de Moreno, Mariel Fernández, dirigente de Movimiento Evita de Emilio Pérsico, que busca que su pareja, la diputada bonaerense Patricia Cubría, destrone a Espinoza. La agrupación no movilizó militantes ni llevó banderas a La Plata, pero sí estuvo presente otro “delegado”: el diputado Leo Grosso, amigo de Máximo Kichner. 

“Marcó un rumbo, habló más para afuera”, fue el saldo que dejó el acto en el Evita, que tiene el dilema de admitir la centralidad de CFK en el dispositivo oficialista y ampliar sus redes, por su propia ambición de poder. Sus popes tienen diálogo fluido con Massa “para trabajar juntos” y hasta con el radical outsider Facundo Manes. Aquella crítica de la vice a los planes aún se siente en la organización: tampoco estuvo en La Plata Fernando “Chino” Navarro, que ni siquiera siguió en vivo el discurso.

“Nos llevó la tranquilidad de tener una conducción muy clara, luego de que estuvimos al borde del precipicio”, planteó un intendente de los convencidos, que estuvo en el acto pero se diferenció de los jefes distritales del conurbano: entró caminando al estadio y cenó en una YPF. Para él, “ya se acabó el tiempo de la interna: ahora hay que ganar las elecciones”. 

Ese tiempo comenzaría recién en 2023, porque según el círculo de la vice no habrá actos hasta el año próximo. Una incógnita es qué hará para la emblemática fecha del 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, y ante la posible visita de Lula da Silva –como le prometió al Presidente– previo a asumir en Brasil el 1 de enero. De reojo habrá que seguir el derrotero mundialista de la Selección, porque la final en Qatar es el 18 de diciembre, la semana antes de Navidad. Un operador camporista ya marcó su fecha en el calendario: “En febrero empieza nuestra batalla”.

MC

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