Transporte público

Constitución y Once: retratos de un paro nacional con estaciones, andenes y comercios vacíos

Una oscuridad fría y avasallante. Dentro de la Estación Constitución, la principal terminal de trenes del país, la luz se recorta por los ventanales del techo y entra tímida, apenas para iluminar uno de sus 16 andenes vacíos. Todos los días 200.000 personas llegan hasta este punto de la ciudad provenientes de diferentes localidades de la provincia, según cifras del Gobierno porteño. Luego regresan de la misma forma, alcanzando una circulación de 400.000 usuarios diarios. Pero a las 3 de la tarde de este miércoles, y tras el paro nacional de transporte que interrumpió, entre otros, los servicios de trenes y subtes en el AMBA, la desolación en Constitución es total.

Leonela Mamani, de 33 años y empleada doméstica, mira con resignación las puertas cerradas de la estación, mientras espera por la línea 51 de colectivo en las paradas de enfrente. Todos los días, la empleada doméstica llega en tren hasta Constitución desde la localidad de Temperley. Luego toma el subte en la misma estación para llegar hasta el barrio porteño de Flores. El paro de transporte, cuenta, hizo que gastara más en sus viáticos diarios. “Tengo que tomar cuatro colectivos en total. Estamos todos midiendo cada gasto y esto no ayuda”, señala Leonela. Sus empleadores no la tienen registrada y tampoco cubren el costo de sus viajes. “No estoy a favor de que paren varios transportes el mismo día”, confiesa la empleada doméstica. Desde la asunción de Javier Milei, el boleto de colectivo aumentó en un 600%.

Javier Osman, en la misma fila de la parada de colectivo de Constitución, tampoco está a favor de la medida gremial. Tiene 47 años y es técnico electromecánico de profesión. Vive en Alejandro Korn y hoy debía acercarse hasta un domicilio en Palermo para arreglar un aire acondicionado, pero el paro le impidió llegar a tiempo. “No estoy a favor de este gobierno, pero los gremios tienen que ser más pillos y no cortar todo”, comenta Javier, quien es cuentapropista. “No estoy para perder clientes en esta situación tan complicada. El verano es cuando más trabajo, me liquida este tipo de manifestaciones”, admite el técnico electromecánico.

El paro de transporte en uno de los principales centros de trasbordo de la ciudad no solo afecta a los usuarios de trenes y colectivos. Los comerciantes formales e informales que trabajan en la zona sienten la falta de circulación de pasajeros. “Hoy vendí la mitad de lo que vendo en un día malo”, cuenta Rita Menéndez, vendedora ambulante de café. Arranca su actividad a las cuatro de la mañana, cuando abre la estación. “A nosotros nos parte al medio porque vendemos sobre todo a la mañana y hoy no llegó nadie”, señala la vendedora, entre risas. En esa línea, Omar Abraham, quien maneja un quiosco lindero a la terminal de trenes, también mostró su disgusto: “Es casi un día perdido”, apunta Omar. “Estoy pidiendo cada vez menos mercadería a los proveedores porque el consumo bajó. La gente se está cuidando el bolsillo hasta con los alfajores. Más allá de que sea solo un día, te complica los números”, explica el comerciante. La Unión Tranviarios de Automotores (UTA), sin embargo, que no adhirió a la medida de hoy, anunció un paro de algunas líneas de colectivos para mañana, en medio de negociaciones salariales con empresarios del sector y el Gobierno nacional.

En la estación de trenes de Once, otro de los principales centros de trasbordo de la ciudad, la situación es similar. Si bien es una zona histórica con comercios lindantes a la terminal de trenes, muchos de ellos ni siquiera abrieron hoy. La calle Juan Domingo Perón al 2.700, una de las arterias principales del paseo de compras, tiene al menos cuatro persianas bajas. “Muchas compañeras viven en provincia y no pudieron llegar a trabajar”, señala Marilyn Díaz, de 28 años y empleada en un local de lencería femenina. “La gente se está volcando a comprar en Once por los precios, pero anda floja la cosa”, cuenta la vendedora. “Y con un día así, muy pocos entran a comprar”, agrega Marilyn.

Para Andrés Borthagaray, investigador en políticas urbanas y director del Instituto para la Ciudad en Movimiento (América Latina), un paro de estas características tiene efectos nocivos especialmente en los trabajadores del sector informal. “Buenos Aires tiene una red ferroviaria metropolitana muy importante, de más de 800 kilómetros, pero es básicamente la que tenía hace 100 años cuando tenía una población mucho menor”, describe Borthagaray en diálogo con elDiarioAR.

Para el investigador, el transporte público, como los trenes, continúa la herramienta más importante de desplazamiento urbano en el AMBA, aún con la llegada del teletrabajo. “Si bien en algunos casos hubo mejoras puntuales y modernización de servicios, queda mucho para hacer. Existen condiciones y posibilidades de potenciar la calidad para el conjunto de la población metropolitana a la hora de viajar, si se combina con otros medios”, puntualiza el especialista urbano.

La medida de fuerza no solo fue impulsada por gremios y sindicatos del transporte. Otras centrales obreras se sumaron a la jornada del paro nacional para visibilizar su descontento con las políticas y medidas del gobierno libertario. Mariana Cataneo es secretaria de Formación Político-Sindical del Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba). Vive en Moreno y desde allí movilizaron y cortaron la Ruta 23 de esa localidad. “Para nosotros es una jornada que pone en acción toda la solidaridad del movimiento sindical y la llevamos con alegría porque es fundamental garantizar la unidad del campo popular para enfrentar el saqueo de la patria”, señala Cataneo.

Ni bien comenzó la jornada de paro, el propio Milei se burló de las acciones sindicales a través de su cuenta en X, utilizando un meme. Además, desde la aplicación Mi Argentina, gestionada por el Estado nacional, se envió un mensaje para “denunciar” a los gremios que “obligan” a cesar actividades a través de la línea 134. “Estas acciones son inéditas para nosotros, nunca deja de sorprendernos la virulencia y el odio que es capaz de destilar el presidente. En este caso, además, infringe todas las leyes que garantizan la libertad sindical, como el derecho a huelga”, refuerza la sindicalista. En ese sentido, Cataneo anticipa que van a avanzar con una denuncia ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tras el mensaje del presidente.

En la estación de trenes de Once, la fila del colectivo de la línea 132 es la más larga. Para Hugo Amaya, de 52 años, comerciante y con domicilio en Moreno, la jornada laboral ─a las cuatro de la tarde─ finalizó. Sin embargo, aún queda un largo viaje de regreso a casa.

JJD