El embajador argentino Daniel Scioli acumulará dos grandes hitos de su misión en Brasil, que como él dijo fue de dos etapas. Una primera estuvo dedicada a reatar los lazos entre ambos países, muy deteriorados por las “diferencias ideológicas” entre los gobiernos de Alberto Fernández y Jair Bolsonaro. Ambos jefes de Estado se hablaron por primera vez, en videoconferencia, el 30 de octubre de 2020. Habían pasado más de 10 meses de la asunción del mandatario argentino. La conversación puso fin, de hecho, a las temibles roces entre ambos países. Ahora le toca un período nuevo, que sobreviene inclusive después de que el embajador retornara de Buenos Aires, donde ejerció durante un tiempo breve el comando del ministerio de Desarrollo Productivo. Con el presidente Lula da Silva la historia será muy diferente: “Vamos a asistir al renacimiento de la relación entre los dos países”.
Una parte larga de la entrevista, realizada en el palaciego edificio de la embajada argentina en Brasilia, estuvo dedicada a aclarar un asunto que circuló, con interpretaciones erróneas, tanto en los medios argentinos como brasileños. No hay en lo inmediato ningún proyecto de instituir una moneda única del Mercosur: “Eso exigiría un trabajo profundo y prolongado. Nosotros precisamos dar ciertas respuestas en el corto plazo”. Se refirió así al intercambio comercial entre los dos socios realizados con las respectivas monedas: el peso y el real. El dólar apenas entra a jugar a los 180 días, para las compensaciones. De tal suerte, no habrá ninguna influencia dañina para el empresariado brasileño, y al gobierno argentino le brindará la oportunidad de ahorrar las escasas reservas.
-Después de estos años de una relación compleja, y no siempre buena, con el gobierno saliente de Jair Bolsonaro ¿cómo impactará en nuestro país el retorno del presidente Lula da Silva al Palacio del Planalto?
-Desde ahora veremos el renacer de la relación entre Argentina y Brasil. Vamos a entrar en una etapa formidable de integración, porque el presidente Lula está convencido de que juntos, los dos países somos más fuertes. Él está persuadido de la necesidad de defender no solamente al Mercosur, al que deberíamos incorporar otros países, sino también la integración con Latinoamérica y otros lugares del mundo. Es claro que la relación con Argentina es privilegiada y una prueba es que el primer destino exterior del presidente brasileño, en su tercer mandato, será su viaje a Buenos Aires a fines de enero. Será para estar presente en la conferencia de jefes de Estado de la CELAC, pero además tendrá una bilateral con Alberto Fernández. Nosotros buscamos avanzar en un acuerdo binacional para ese momento, que contiene dos ejes fundamentales: la integración financiera y la energética. Pienso que para Brasil será clave para que no se detengan las exportaciones del país hacia la Argentina por las restricciones de divisas que tenemos. Es de interés común a ambas naciones ampliar el comercio bilateral, lo que puede ser totalmente factible con el uso de moneda local para las operaciones, que luego serían compensadas en un plazo de 180 días.
Buscamos avanzar en un acuerdo binacional para ese momento, que contiene dos ejes fundamentales: la integración financiera y la energética
-¿Cómo sería factible operar con reales y pesos en vista de las rápidas variaciones en la cotización de nuestra moneda?
-Se va haciendo la conversión de pesos y reales a dólares en cada transacción comercial y luego, al final de seis meses, se procede a la compensación entre los bancos centrales. Es un mecanismo que existe desde 2008 entre ambos socios, que fue impulsado por la entonces presidenta Cristina Kirchner y por su entonces colega Lula da Silva. Es decir, no hay que inventar nada. Este tema fue muy importante en el encuentro de Brasilia entre el ministro Sergio Massa y el futuro ministro de Hacienda de Lula, Fernando Haddad. Antes de su visita, tuvimos intercambios con los brasileños del Grupo de Transición sobre los puntos que figuran en el documento de un nuevo acuerdo bilateral y que le entregué personalmente al asesor especial del presidente Lula en asuntos internacionales, el ex canciller Celso Amorim. Si logramos instrumentar ese pago de importaciones y exportaciones para el primer semestre de 2023, se descomprime el uso de reservas. En lo inmediato esto va a potenciar el comercio bilateral sin restricciones. También se estudia una política de incentivos a las empresas brasileñas para que utilicen este mecanismo. Otra cuestión clave es que en junio ya estará operativa la primera etapa del gasoducto de Vaca Muerta y deberá comenzar el segundo tramo que llegará hasta la frontera con Brasil. Creo que es también un punto central para dialogar con Haddad.
-¿Por qué lo ve como el otro eje central?
-Hay un acuerdo firmado y lo que estamos haciendo es avanzar en lo que respecta al financiamiento de la segunda etapa del gasoducto. Comprar materiales de la tubería en Brasil puede servir en ese sentido. Ese es un tema de alto voltaje en el debate político, pero tengo que plantear estas cosas con responsabilidad. No sólo mirar el interés argentino sino también interpretar la mirada atenta de Lula en la defensa muy fuerte de los intereses brasileños. No dudo que es de interés para Brasil que la Argentina pueda transportar el gas de Vaca Muerta hasta la frontera en el tiempo más rápido posible. Quiero agregar el papel importantísimo que puede jugar nuestra minería: creemos, por ejemplo, que la Argentina tiene todas las condiciones para facilitarle a Brasil los minerales más demandados para fertilizantes. Finalmente, y no menos significativo, es el proyecto del nuevo gobierno brasileño de emprender una segunda etapa la industrialización, lo cual va a generar un gran flujo también para la industria argentina, porque podremos trabajar con las cadenas de valor bilaterales de sectores como la industria automotriz y la naval.
-Eso significaría revisar toda la estrategia del ex ministro de Economía Paulo Guedes, que quería incluir a Brasil como parte de las cadenas de valor globales, sin pensar en el Mercosur.
-Resolver ese litigio de la mejor manera fue, justamente, uno de los grandes logros de la Embajada argentina. Logramos impedir que Brasil impusiera, en ese momento, su voluntad de bajar el arancel externo común en un 50%, lo que hubiera generado estragos en la economía real de nuestro país. Finalmente prevaleció la posición argentina, de 10% como máximo, y que además dejó afuera de esa resolución a los regímenes especiales como los de la industria automotriz, la textil y el calzado. Fue de gran importancia en ese proceso la armonía que logramos entre las confederaciones industriales argentinas y brasileñas. Y es bueno recordar que en aquella instancia, Lula, quien aun no había oficializado su candidatura, junto con al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, salieron públicamente a acordar con nuestra postura. El ministro Guedes se enojó mucho conmigo y en una visita al Parlamento criticó mi trabajo, diciendo que él tenía la responsabilidad de los grandes lineamientos económicos brasileños, a los que yo debía supeditarme. Yendo un poco más atrás en el tiempo, el gran objetivo cumplido en la primera etapa de mi misión aquí con embajador fue precisamente ese. Fue preciso reencauzar una agenda con impacto positivo como ha sido el trabajo de revertir las controversias entre ambas naciones, y conseguir toda la energía que precisó la Argentina durante el invierno. Es más, el último viernes del año la administración Bolsonaro nos garantizó en coordinación con la argentina Camessa que las empresas privadas del sector van a continuar con la provisión de toda la energía eléctrica que necesitemos.
-¿Cómo se consiguió ese gesto de solidaridad del gobierno saliente?
-No es el primero, por el contrario. Logramos que Brasil nos apoyara en las negociaciones con el FMI. Ellos dieron el voto positivo a favor de Argentina, y eso lo hablé directamente con Bolsonaro.
-¿Cómo se logró habida cuenta de las veces en que el ex jefe de Estado habló públicamente mal de nuestro país?
-Eso se debe a la diplomacia emocional que he venido ejerciendo aquí, con la convicción de que era imprescindible cerrar grietas. Le digo que no fue tan fácil llegar a ese nivel de relacionamiento.
-¿Qué le sugiere la enorme coalición que formó el presidente Lula para llegar nuevamente al poder?
-Cuando una observa el diseño de la campaña electoral para el balotaje puede entenderse perfectamente la coalición; una alianza que incluso definió durante su visita al ex presidente Cardoso. Lula es al alma del nuevo gobierno, y desde ese lugar integra la coalición al poder con personas especializadas y de confianza. Él interpreta con precisión lo que es la democracia política, que amplía la visión más allá incluso de la alianza.
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