Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich no se imaginaban un comienzo de año tan tormentoso. Confiados en su carrera electoral de este año, brindaron por el 2023 en el final de una semana cargada de denuncias, filtraciones y acusaciones en su círculo íntimo. Los caminos hacia la Casa Rosada son pedregosos.
El alcalde porteño recibió el año nuevo en el Sur. Viajó a Villa La Angostura para celebrar con su pareja, pero también para hacer política: está en el mismo club Cumelén que Mauricio Macri, con quien se esperaba entrevistar el fin de semana.
La expectativa de ese encuentro tenía que ver con “fijar reglas de juego claras”, comentó un vocero amarillo a elDiarioAR. Con Macri por ahora afirmado en un rol de “árbitro” en la disputa del PRO, su indefinición sobre las elecciones se mantendrá por lo menos todo el primer trimestre del año. Juegue o no el ex mandatario, el jefe de gobierno está decidido a competir igual. Y lo mismo mantiene Bullrich.
La ex ministra cambió de año en Buenos Aires, pero –después de una estadía veraniega en Brasil– tiene también en agenda visitar a Macri en Cumelén. Será después del 20 de enero, cuando retome sus recorridas preelectorales. “No tienen agenda para esa reunión”, confió un entornista, que avisó: “Patricia no se va a bajar de la presidencia”.
Parece que no hacen mella en el búnker de la titular del PRO los rumores de que, en el marco de una negociación más grande, ella podría ser candidata a gobernadora en la provincia de Buenos Aires. En su círculo aclaran que ni siquiera podría: es porteña y no tiene domicilio bonaerense.
Pero antes que las elecciones, Larreta y Bullrich tienen que enfrentar las crisis abiertas por los nuevos supuestos chats del ministro de Seguridad y Justicia porteño, Marcelo D’Alessandro, y el cada vez mayor escándalo de los contratos del diputado nacional Gerardo Milman, histórico mano derecha de Bullrich.
D’Alessandro y el ruido interno de los chats
D’Alessandro rechazó como falsas las supuestas conversaciones suyas que se conocieron con Silvio Robles, asesor del presidente de la Corte, Horacio Rosatti, y con el empresario a cargo de la concesión del servicio de acarreo en la ciudad, Marcelo Violante. El destape motivó el viernes una cumbre de alto nivel en el gobierno porteño. Larreta se sumó vía Zoom.
El alcalde ratificó por ahora a su ministro, aunque se iba a tomar el fin de semana para tomar una decisión final al respecto, recogió elDiarioAR en la Ciudad. La clave estará en la estrategia a su regreso a CABA. Difícil que se haga eco del pedido del Frente de Todos para que renuncie.
Pero el escándalo eclipsó la victoria judicial que la Ciudad tuvo ante la Corte por la quita de coparticipación por parte de la Nación. Según el FdT, “Rosatti (a través de Robles) escribió el fallo a favor de Larreta, y se lo hizo saber a través de D’Alessandro”.
“Es lógico que el ministro de Justicia hable con jueces, el problema es qué dice. El tema es cómo darle verosimilitud a un chat que no sabes si es real o no desde lo jurídico”, dijo en una entrevista a este medio Waldo Wolff, flamante secretario de Asuntos Públicos porteño.
En el universo amarillo nadie quiere asumir que los chats sean ciertos, pero hay preocupación por su impacto político. “Sí que hay ruido, porque no son habituales estas situaciones en nuestro espacio”, compartió con frustración un funcionario de Uspallata.
En la trinchera de Bullrich aprovecharon para meter el dedo en la llaga. “Estos son los desaguisados del larretismo. En la vida no solo tenés que ser, sino también parecer y hasta exagerar. Yo nunca me subí a un avión pagado por otros”, chicaneó un armador de la ex ministra.
Y fue más allá, sobre todo por el supuesto vínculo de D’Alessandro con las firmas Dakota y BRD, vinculadas a Violante, quien tuvo el manejo del acarreo: “El kirchnerismo puede hacer cualquier barbaridad, pero todo el mundo sabe que uno de los agujeros negros de la Ciudad es el servicio de grúas. Es una caja negra y fuente de financiamiento”, cargó el colaborador estrecho de Bullrich.
Milman y sus contratos
El caso D’Alessandro dejó en un segundo plano a otra polémica que enturbió los ánimos en el PRO: las denuncias contra el diputado Milman por contratar asesoras sin experiencia profesional o con vínculos en agencias de modelos. Incluso se lo acusa de haber alquilado “una casa de fin de semana en Exaltación de la Cruz en un club exclusivo por el cual pagó USD 37.000 por nueve meses y expensas por $120.000 y una casa en Pinamar por USD 12.000 por mes”, según el bloque del FdT en la Cámara baja.
Milman ya estaba acusado de ser uno de los supuestos autores intelectuales del intento de magnicidio a la vicepresidenta. Y fue señalado por el ministro Aníbal Fernández de haber contratado a “18 espías sin ninguna vinculación antecedente ni experiencia en inteligencia criminal” cuando él y Bullrich manejaban la cartera de Seguridad durante el macrismo.
Por esa lista de sospechas el FdT pidió su exclusión por “inhabilidad moral”. Pero si bien la bancada amarilla lo defiende, Bullrich acusó recibo de la situación: hace semanas que ya lo excluyó de su mesa chica. Su rol pasó a ser ocupado por el legislador porteño Juan Pablo Arenaza.
Por lo bajo, en el PRO admitieron que las acusaciones contra Milman tienen un alto grado de verosimilitud, pero las tildaron de “quilombos personales” que el propio diputado debe aclarar. “Puede ser inmoral lo que hizo, pero no hay una ilegalidad. No hay que desaforarlo hasta que la Justicia compruebe lo contrario”, se plantaron alrededor de la precandidata presidencial.
Y aunque cada tribu macrista estuvo enfrascada en cómo resolver sus propios conflictos, hubo tiempo para un último cruce interno antes de fin de año. El fichaje de Larreta a su gabinete –aunque con miras a su plan electoral– de Wolff, Martín Redrado y Silvia Lospennato fue la excusa.
La llegada del ahora ex diputado “halcón” al nido de palomas del alcalde motivó en el PRO a hablar de “traidores”. Y la incorporación del ex titular del BCRA durante el kirchnerismo generó disgustos en Hernán Lacunza y Luciano Laspina, mentores económicos del armado amarillo. El 2023, para Larreta y Bullrich, comenzó tormentoso.
MC