A las 19.10, cuando todavía falta para los primeros resultados y la calle está tan vacía como para que un chico la use de pista de velocidad con su bicicleta, Gabriel hace flamear enérgicamente una bandera argentina. Ya estuvo en este mismo lugar en las PASO, junto a su mujer, y ahora volvieron, sin que el resultado adverso de la fecha anterior los desanimara. “Vinimos a festejar esta fiesta de la democracia, y a aceptar lo que sea. Los peronistas no les tenemos miedo a nada”, dice. Tres horas después, Gabriel continúa con la tarea, pero ya sin remera, un poco desdibujado por el humo de un chulengo y más enérgico que nunca: los primeros datos muestran que el Frente de Todos logró achicar la diferencia en la provincia de Buenos Aires y, frente al Centro Cultural C, el búnker del partido, hay clima de festejo.
Si bien el Frente de Todos no logró dar vuelta la elección en la provincia de Buenos Aires, la diferencia con Juntos se achicó de cuatro puntos a poco más de uno. En la Ciudad, sostuvo el 25%. No fue suficiente para conservar el quórum en el Senado, pero el oficialismo pudo retener la primera minoría en el la Cámara de Diputados. Alcanzó para un despliegue de alegría arriba y abajo del escenario. Alcanzó para que definieran, como lo hizo el candidato porteño Leonardo Santoro, a la elección en la ciudad como “la mejor elección histórica del kirchnerismo en medio término” en la ciudad y a Victoria Tolosa Paz, primera figura de la provincia, como “la gran ganadora de la noche”.
A diferencia de las PASO, fecha en que acompañó al Presidente en total mutismo, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner no estuvo en el búnker, ubicado en Corrientes y Dorrego, en el barrio porteño de Chacarita. Según explicó en sus redes, el esfuerzo que le demandó su participación en el cierre de campaña retrasó el posoperatorio y la obligó a mantener reposo esta noche.
“Hay que cuidarla”, dice una mujer que parece una vendedora de merchandising cristinista pero que no vende nada de lo que tiene puesto: una remera con la cara de la vicepresidenta estampada, tres pines, un barbijo que recuerda el 17 de octubre y un afiche electoral tomado de la vía pública y prolijamente doblado para ocultar la cara de Alberto Fernández. ¿Cómo se llama esa mujer? “Marta, la número uno, pero ya me vacunaron”, dice. Pasada la instancia de las elecciones, tiene un solo pedido para el Presidente: “Que ponga más pilas, que tenga más fuerza. No existe con esta oposición el 'amor y paz', no existe; tiene que ser categórico en las cosas que diga”.
A su alrededor hay puestos de choripanes (costaban $200 en las PASO y subieron a $300 en la general), vendedores de banderas argentinas y una mujer que por primera vez saca su mercadería kirchenerista a la calle tras el repliegue de la pandemia. Se ven los remanentes de otras campañas: pines que dicen “Clarín miente”, “Buitres o Argentina” o muestran a “Nestornauta”. Hay, también, otras reminiscencias a viejos tiempos de movilización kirchnerista; se escucha un abucheo y sale hacia un lado, expulsado, el móvil del canal opositor TN.
Tomás Sidoruk tiene 21 años y es de San Rafael, Mendoza, pero aprovechó sus vacaciones en Buenos Aires para venir “a bancar”, incluso con las críticas que no le escatima al Gobierno. “Todo el mundo está desilusionado con Alberto”, admite. “Nosotros esperábamos que gobierne como Macri —dice—, con decretos. Para todo lo que hace le está pidiendo permiso a la oposición. El de Macri fue un gobierno nefasto, pero utilizó herramientas que le permitió la Constitución. Alberto Fernández debería salir a jugar, ponerse firme”, insiste. Según su modo de ver, entre las PASO y este domingo cambió algo “fundamental” para el peronismo: salió más militancia a la calle. El mendocino cree que ahora, con las restricciones sanitarias más relajadas, el Gobierno va a contar con ese espaldarazo. “Nos necesita a nosotros en la calle para que las medidas que el tome se cumplan”, dice.
La reducción de la diferencia electoral se dio incluso cuando en los últimos días —cruciales para la definición de los indecisos— el Gobierno sumó algunos reveses que lo hicieron pensar en la posibilidad de una profundización de la derrota. En los últimos siete días el dólar blue se disparó por sobre los $200, se informó una inflación 3,5% del para octubre (52,1% en los últimos 12 meses) y hubo una conmoción general por el asesinato del kiosquero Roberto Sabo, en Ramos Mejía. El “plan platita” fue menos voluminoso de los esperado y si bien no alcanzó para generar un alivio en los bolsillos de los familias, sí atizó la desconfianza los mercados. Se sumaron, además, declaraciones fallidas del Presidente que, entre otras cosas, llamó a la provincia de Córdoba a “integrarse al país”. Por eso el alivio y el festejo de números que en los papeles muestran una derrota.
Las primeras palabras del Presidente no conformaron, seguramente, a aquellos que le piden una actitud menos concesiva. A las 22, en un discurso grabado, repasó la agenda de gestión, enumeró algunos datos que muestran un supuesto repunte de la economía y señaló que viene una “nueva etapa” de diálogo y acuerdo con la oposición, en la que buscará generar “una agenda tan compartida como sea posible”. Mientras se emitía la pieza, Alberto Fernández viajaba desde la residencia de Olivos hasta Chacarita. Minutos después reapareció, pero ya sobre el escenario del centro cultural, acompañado de los principales candidatos, con un gesto muy distinto al del 12 de septiembre pasado: una sonrisa. “El próximo miércoles, que recordamos el Día de la Militancia, llenemos la Plaza de Mayo y celebremos este triunfo como corresponde”, dijo.
DT