El balotaje del domingo para definir al próximo presidente en Argentina se inscribe dentro de un ciclo regional de elecciones presidenciales recientes que también se resolvieron en un duelo entre dos alternativas en una segunda ronda electoral. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre el caso argentino y la política electoral de los países latinoamericanos? ¿Qué lecciones podemos tomar de estos últimos casos para analizar la competencia entre Sergio Massa y Javier Milei?
La era de la ventaja de los oficialismos regionales ingresó, por lo menos, en un paréntesis desde 2018: salvo en Paraguay, ninguna fuerza oficialista pudo continuar en el poder. Los balotajes realizados desde 2020 nos permiten ir más allá de este desencanto. De las 12 competencias electorales presidenciales realizadas desde la pandemia, sin contar el actual caso argentino, 8 se definieron en segunda vuelta. Solamente en el caso brasilero, la fuerza en el poder, a través de la candidatura del entonces Presidente Jair Bolsonaro, logró ingresar a la segunda ronda para luego ser derrotado, y en ninguno de los 8 balotajes los oficialismos resultaron vencedores.
¿Cómo fue la relación entre los resultados obtenidos en la primera vuelta y la definición electoral en la segunda? En 5 ocasiones la opción que salió segunda en la elección general terminó alzando el premio mayor: Gabriel Boric en Chile 2021, Rodrigo Chaves en Costa Rica 2022, Guillermo Lasso y Daniel Noboa en Ecuador 2021 y 2023 respectivamente, y Bernardo Arévalo en Guatemala 2023. Por el contrario, Lula da Silva en Brasil 2022, Gustavo Petro en Colombia 2022 y Pedro Castillo en Perú 2021 lograron consolidar la ventaja inicial en el balotaje.
Por otra parte, en este ciclo reciente de balotaje en la región la diferencia obtenida por la opción que salió primera en la elección general no parece resultar decisiva. En los 8 balotajes registrados desde 2020, la distancia media entre el primero y el segundo fue de 8,1 puntos. Candidatos que salieron primeros con una distancia inferior a la media lograron tanto confirmar su victoria en segunda vuelta (Lula da Silva y Castillo), como ver invertido su predominio inicial (Kast en Chile). Asimismo, ventajas claramente superiores a la media no siempre resultaron suficientes para asegurar el triunfo en el balotaje (Figueres Olsen en Costa Rica 2022, y Andrés Arauz y Luisa González en Ecuador 2021 y 2023, respectivamente).
Naturalmente, la baja concentración del voto -esta es, la suma de los apoyos reunidos por las dos alternativas más respaldadas- que caracterizó a la mayoría de los últimos balotaje tiñó de incertidumbre el veredicto final de las urnas debido a la gran masa de electores que se quedaron huérfanos de su primera preferencia. Asimismo, un consenso negativo mayoritario en el electorado contra uno de los contendientes puede coordinarse en una segunda ronda para derrotarlo, incluso si este es respaldado por una importante e intensa primera minoría. Si este consenso existe, entonces, no hay ventaja inicial que pueda contener la reversión electoral.
En cuanto a las características de los candidatos que fueron protagonistas de estas contiendas electorales, las segundas rondas recientes de la región mostraron de manera recurrente un enfrentamiento entre un tipo de líder nuevo o de baja experiencia y un político profesional. Castillo y Keiko Fujimori en Perú, Chaves y Figueres Olsen en Costa Rica, Arévalo y Torres en Guatemala, Boric y Kast en Chile, y, en menor medida, Noboa y González en Ecuador son claros ejemplos. Y en todos estos casos, el candidato con menor recorrido en el juego político electoral resultó siendo la carta ganadora. Adicionalmente, los ganadores llegaron al poder a través de fuerzas nuevas (CS en Chile, ADN en Ecuador), que competían por primera vez en la categoría presidencial y que no exhiben una identidad, redes de apoyo y una estructura burocrática largamente afirmadas, o de partidos relativamente establecidos pero jóvenes (Semilla en Guatemala) o de baja relevancia nacional (Perú Libre en Perú).
¿Y el caso argentino? Siguiendo la línea de análisis y los casos revisados, Argentina constituye un híbrido dentro de América Latina. Por un lado tiene similitudes en cuanto a las características de los candidatos y organizaciones enfrentados: un líder y partido nuevos, Javier Milei con La Libertad Avanza, contra un político profesional con una fuerza establecida, Sergio Massa con el peronismo. Por otro lado, el caso argentino presenta diferencias: junto al brasilero se distinguen como los únicos casos en los que el oficialismo ingresó a la segunda vuelta. Por último, con una ventaja inicial alcanzada por Massa (6,9 puntos) inferior a la media regional reciente (8,1), la concentración del voto, la cual no llega al 70%, ha dejado una gran cantidad de votos disponibles que vuelve incierto el resultado del domingo.
Frente a un adversario oficialista, Milei ha intentado jerarquizar el clivaje oposición vs. oficialismos - cambio vs. continuidad. Massa, por su parte, procuró desarmar esta propuesta de alineamiento y ofreció otras: una convocatoria a la unidad nacional y la construcción de un marco que proyecte y active el miedo a un futuro con Javier Milei como presidente, haciendo énfasis en sus capacidades de liderazgo y gestión. De la decisión de los electores que se inclinaron por Juntos por el Cambio o las terceras fuerzas en octubre depende que la moneda caiga de un lado o del otro.
DB/PG