Javier Milei, fundador del partido La Libertad Avanza, ganó las elecciones argentinas este 20 de noviembre en una segunda vuelta que se disputaba con Sergio Massa. El candidato de La Libertad Avanza fue elegido el presidente de Argentina a partir del próximo 10 de diciembre, al obtener casi el 56% de los votos, y derrotó al oficialista Sergio Massa, quien sumó el 44%.
Milei, de 52 años, parece haber convencido al electorado con la denuncia de “la casta” y “los políticos”, los sindicatos y, a veces, “los periodistas”. En cambio, no dedicó palabras hostiles a empresarios, la Iglesia y los terratenientes, ni a expresidentes de derecha, como el fallecido peronista Carlos Menem o el conservador Mauricio Macri. Entre sus seguidores más fieles hay youtubers, brokers financieros, personajes mediáticos, predicadores de la ultraderecha nostálgica de la dictadura militar, antifeministas y conservadores de todo color.
En su programa defiende el fin del aborto legal, el fin de la educación sexual en las escuelas y la libre portación de armas. También afirmó que el calentamiento global “es otra de las mentiras del socialismo”. Milei dijo en varias ocasiones ante los medios que de niño sufrió maltrato físico y verbal por parte de sus padres. “Para mí no existen. Están muertos”, decía en 2018.
Propuestas económicas radicales
El economista y exasesor de Corporación América, uno de los principales emporios económicos argentinos, arremetió tras su victoria en las primarias contra “esa aberración llamada ‘justicia social’, que es injusta porque implica un trato desigual frente a la ley y está precedida de robo”.
El hiperliberalismo económico que propone La Libertad Avanza incluye una dolarización de la economía, que podría llevar entre 9 y 24 meses hasta la circulación cotidiana del dólar en la calle en Argentina. También propone el cierre del Banco Central del país y la privatización de la salud y la educación, con el “cierre” del Estado, eliminando subsidios y bajando impuestos y gastos en obra pública. Un “cambio de 180 grados”, tal y como lo definió Milei.
Además, su liberalismo económico extremo lo llevó incluso a apoyar la compra-venta de órganos humanos, una cuestión que fue polémica en la campaña electoral, pero que parece que no le pasó factura. “Es un mercado más. Vos podrías pensarlo como un mercado. El problema es por qué todo lo tiene que estar regulando el Estado”, defiende.
En su habitual retórica contra la clase política tradicional, un rasgo común en las extremas derechas de todo el mundo, el candidato prometió: “Estamos frente al fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad que dice que donde hay una necesidad, hay un derecho, pero se olvida que ese derecho se tiene que pagar”. De lo contrario, eso “se traduce en fuerte déficit fiscal, donde de los últimos 122 años, Argentina tuvo déficit durante 112”.
“A inicios del siglo XX, Argentina tuvo 22 crisis, donde 20 fueron producto del déficit fiscal y hoy es el país con la presión fiscal más grande del mundo”, denunció anoche ante sus seguidores, encontrando un caldo de cultivo en la desastrosa economía argentina, con una inflación disparada y una tasa de pobreza que fue a más en los últimos años (actualmente la pobreza por ingresos se sitúa en el 39%, según datos oficiales).
De mediático a candidato presidencial
Los medios de comunicación le abrieron la puerta de la política a Milei, después de haber cosechado éxitos en pantalla. Al promedio tecnocrático, el economista le agregó una personalidad exuberante que hacía que su participación televisiva rindiera en términos de audiencia.
A mediados de 2021 fundó La Libertad Avanza para competir en las elecciones legislativas. En las primarias de septiembre de ese mismo año, la primera vez que era candidato, Milei cosechó el 13% de los votos en la ciudad de Buenos Aires, convirtiendo a su recién nacido partido en la tercera fuerza más votada.
Tras su primer éxito electoral, Pablo Stefanoni, historiador argentino y autor del libro '¿La rebeldía se volvió de derecha?', explicó que “Milei encarna un liberalismo de derecha que no existía en Argentina. En él resuenan algunas cosas de las derechas alternativas globales, por eso su reivindicación de Trump, su vínculo con Bolsonaro y con Vox. Emerge como un outsider, un personaje excéntrico, estéticamente en las antípodas del los viejos liberales argentinos. Milei es mirado, hasta ahora, con aversión en las fundaciones liberales tradicionales”.
Antes de esa cita con las urnas, Javier Ortega Smith, secretario general de Vox, estuvo en Buenos Aires como invitado a una conferencia organizada por Victoria Villarruel, segunda candidata en la lista de Milei. En el encuentro, el dirigente español llamó a construir una alternativa a la izquierda radical en Argentina: “Les propongo, como hemos propuesto a nuestros compatriotas en España, que busquen una alternativa, pero no una alternativa electoral a corto plazo, sino generacional”.
Milei utiliza a veces el mismo discurso que la ultraderecha española, como el negacionismo de la dictadura y de la memoria histórica, en un país como Argentina donde la reciente dictadura militar (1976-1983) dejó unos 30.000 desaparecidos.
Precisamente, Villarruel, postulante a vicepresidenta de Milei, firmó el documento fundacional del Foro de Madrid, creado en 2020 para combatir a la izquierda en la “iberosfera”, lo cual introdujo a La Libertad Avanza en el planeta Vox, fuente de inspiración en su camino a la Casa Rosada (sede del Gobierno en Argentina).
El candidato ultralibertario emplea también el adjetivo “comunistas” como insulto para sus adversarios políticos y calificó las políticas de memoria y reparación de mero “adoctrinamiento”, ideas todas ellas amplificadas por el mundillo intelectual y periodístico que le viene rodeando desde su ascenso meteórico.
En un primer momento, el mercado electoral de Milei fue el de los “decepcionados” con el expresidente Macri (2015-2019), a quien siempre exceptuó de su ira, pero, más tarde, su mensaje permeó en sectores populares afines al peronismo. Los problemas económicos de Argentina brindaron a Milei la oportunidad de pescar en el hartazgo, sobre todo, de sectores medios y medios-bajos.