En el laboratorio electoral de Unión por la Patria (UP) apareció una luz, lejana y borrosa, pero luz al fin. A quince días de las PASO, que impuso nuevo “enemigo” político y obligó a repensar una campaña que estaba pensada para confrontar con Patricia Bullrich, tras semanas de estudios y sondeos, se detectó que uno de cada siete votantes de Javier Milei, muestran algún nivel de duda sobre su voto al libertario y podrían, bajo determinadas condiciones, migrar a otras opciones, en particular a Sergio Massa.
Los análisis, cruzando datos de la última elección, sondeos y tracking, reflejan que el 14% de los 7,1 millones de votantes que eligieron a Milei el 13-A no tiene seguro que el candidato de La Libertad Avanza (LLA) sea su preferido para las generales de octubre. ¿Reniegan de Milei, luego de haberlo votado? No: simplemente, afirman que lo votaron pero no son enfáticos respecto de volverlo a votar. En términos globales equivale a casi 4,5% de los 30 que obtuvo Milei. Son, explican en UP, ex votantes del Frente de Todos (FdT) que no descartan volver a votar a una oferta peronista.
La detección de ese universo indeciso es uno de los insumos sobre los que Massa empezó a desplegar un tono de campaña puntual: no agrede a Milei ni, como indican los manuales, se enoja con los votantes de Milei. “Los escucha, empatiza, comprende su enojo y crítica, pero plantea objeciones sobre las medidas que propone Milei”, explican cerca de Massa y dan un ejemplo: “Milei quiere romper la relación con el Mercosur y Brasil ¿y qué pasa con los obreros de las automotrices?”
La existencia de los votantes dudosos de LLA supone, de manera adicional, otro examen. “Esos votantes no son todos iguales, ni están en el mismo lugar, ni tienen los mismos intereses”, explican en el comando de la calle Mitre y ponen el acento en que deben existir mensajes segmentados pero, antes, el peronismo debe mapear el territorio para rastrear.
“Están ahí pero hay que interpelarlos, hay que hablarle de lo que ellos quieren. Y tener claro donde están”, explica un campañólogo. Se refiere a algo específico: en UP hicieron doble click sobre los territorios para tratar de determinar los márgenes de posible crecimiento del peronismo y cuánto se puede disputar con Milei. El comportamiento electoral de LLA no fue homogéneo en el país. Como su votante es trasversal, tanto respecto a condiciones económicas como políticas y etarias, es aleatorio desde el punto de vista territorial. ¿Por qué Milei sacó 26 en Santiago del Estero, donde UP superó los 53 puntos, mientras en Tucumán el oficialismo sumo 31 y LLA estuvo por arriba de los 35?
¿Es solo una cuestión de activismo de la estructura política, que fue diferente en las distintas provincias, o hay otros factores, más inasibles, que explican ese cambio en la conducta electoral? En el comando de UP; dicen que con fines meramente descriptivos, comparan, por ejemplo, la diferencia entre Formosa y Misiones. Hay datos repetidos: en CABA y la provincia de Buenos Aires, la performance de Milei fue de las más flojas -25 en promedio- del país, mientras anduvo muy bien en el interior.
“Hay más para crecer en Salta o en Misiones, donde Milei tuvo muy buenos resultados, que en el conurbano donde los números del peronismo, más allá del corte de boleta, fueron muy buenos, sobre todo en este contexto”, dice un operador de UP.
La victoria de Milei, luego de producir un shock, disparó reacciones en el peronismo. Se trata, hasta acá, de acciones muchas veces inorgánicas o, en el caso de gobernadores e intendentes, de movimientos autónomos. “No hay línea nacional clara”, se repite. Massa, individualmente, es quien más perfilado tiene el discurso de este momento que consiste en confrontar con Milei pero sin entrar en el barro. A veces, como en Washington, elogia su “moderación”; otras, como en el Consejo de las Américas, cuestiona la inaplicabilidad de sus propuestas.
Pero no hay, todavía, una campaña resuelta. Los anuncios del Massa ministro, el fin de semana pasado, generaron algunas críticas internas: en teoría, eran segmentados por sector de interés, pero fueron tantos que las propuestas quedaron difusas.
Polarización
La decisión, forzada por el escenario, de tratar de polarizar con Milei vuelve más importante la detección del votante libertario porque se vuelve matemáticamente más poderoso. Cada voto, en ese caso, vale doble. En el búnker massista afirman que Patricia Bullrich está “desangelada” y que todavía no se recuperó del golpe electoral: no solo no retiene todos los votantes que fueron a Horacio Rodríguez Larreta sino que, además, algunos de sus votantes migraron a Milei. Según los datos que miran en UP; mientras LLA creció algunos puntos, Massa mejoró respecto a las PASO, Bullrich está abajo de lo que juntó, con dos candidatos, Juntos por el Cambio (JxC).
JxC tuvo -incluso más que UP- internas múltiples, lo que en vez de potenciar generó más crisis. Las renuncias en el gabinete porteño son una señal de esa situación, acrecentada por la elección que hizo Jorge Macri de su vice. En UP advierten que ese fenómeno pudo, también, ser el que complicó la elección y perjudicó, en el corte de boleta comparativo, a Massa. “Había mucha oferta de boleta cortada en todos los partidos y eso influyó en algunos territorios. Ahora, lo importante es que todos trabajen la boleta completa”, dicen desde la campaña nacional.
PI/DTC