“Todavía está caliente el cadáver de anoche”. El punzante comentario de una voz de mucha influencia en el capítulo cordobés de Juntos por el Cambio interpretó el clima que se vivía en la provincia el día después del largo, tedioso y polémico escrutinio que dio vencedor al peronista Martín Llaryora sobre el opositor Luis Juez. Recién cuando despuntó la mañana no quedaban dudas del resultado, con el recuento clavado en un 94,90 por ciento.
Aunque Juez ya avisó que esperará el escrutinio definitivo para darse perdedor, el gobernador electo es el delfín de Juan Schiaretti. Llaryora superó al senador nacional por tres puntos: 42,76% a 39,76%. Menos de 60 mil votos de diferencia.
“A los bandidos no les reconozco nada, me hubiesen llamado anoche, me hubiesen dicho cómo era el tema, hubiesen hecho las cosas como corresponde”, se quejó Juez en un raid mediático post-electoral. La demora en el escrutinio tuvo como epicentro una falla en el sistema de carga electrónica de datos, denominado Turing y manejado por la contratista OCASA. La falta de conexión en muchas escuelas habría impedido la transmisión de las actas y el recuento automático, por lo que se tuvo que pasar a un proceso manual.
“Juez hizo una recontra buena elección, pero es irreversible, ya está”, confió la fuente cambiemita a elDiarioAR durante el mediodía del lunes. Tanto Juez como Llaryora cargaron contra la Junta Electoral, a cargo de Marta Vidal, magistrada con 25 años en el cargo, los mismos que lleva el PJ local en el poder. Este año tiene en agenda retirarse del puesto.
“La tendencia es irreversible, algunos no saben perder”, dijo Llaryora este lunes, buscando dar por cerrado el debate. Su primera actividad como gobernador electo fue un acto en una escuela en uno de los barrios más humildes de la ciudad de Córdoba.
Si bien el actual intendente de la capital mediterránea consiguió ganar las provinciales, el futuro que le espera es complejo: los casi 40 puntos que consiguió JxC revelan que a partir del 10 de diciembre habrá una reconfiguración más pareja en el esquema de poder local. Sobre todo porque perdió la mayoría automática en la Legislatura y en el Tribunal de Cuentas, tramos de la boleta donde ganó Juez. Allí radica la intransigencia del senador por esperar el escrutinio definitivo: saber definitivamente la distribución de las bancas.
El silencio de Schiaretti
Más allá de la disputa local, la contienda dejó consecuencias a nivel nacional. Por caso, fue Schiaretti quizás el más dañado por la tensión que generó el lento conteo de los sufragios. No pudo apalancar su precandidatura presidencial con la victoria de su delfín. No apareció en público en el búnker, tampoco el día después hasta bien entrada la jornada: junto al intendente inauguraron un polideportivo. Pero principalmente dejó que Llaryora ganara la vidriera para ratificar su discutida victoria.
Schiaretti se refugió en “el Panal”, como se conoce a la sede del gobierno provincial, el mismo lugar donde siguió los comicios toda la tarde-noche del domingo. Tampoco se mostró con su compañero de fórmula, el ex ministro kirchnerista Florencio Randazzo, que había viajado especialmente desde Buenos Aires.
En la mañana del lunes, el diputado nacional retornó a la Capital Federal, acompañado de Diego Bossio, otro de los armadores nacionales de Schiaretti. Ambos habían pasado la noche en el hotel Quórum, donde se instaló el búnker de Hacemos Unidos por Córdoba. Por lo bajo le restaron importancia a la no-foto que hubo el domingo de elecciones. “Ahora vamos a empezar a caminar por todas las provincias”, recogió elDiarioAR.
Hacia las PASO presidenciales la verdadera apuesta de Schiaretti pasa por acumular mayor volumen parlamentario, a partir de su alianza con el peronismo bonaerense no-kirchnerista y el socialismo santafesino. De hecho, en Buenos Aires va con boleta corta, sin precandidato a gobernador. Hilda “Chiche” Duhalde será la cabeza de lista.
“Schiaretti va a ser el próximo presidente de la Argentina. ¿Cómo se va a jubilar?, tiene un gran trabajo por adelante”, lo ponderó Llaryora este lunes ante los medios. Tuvo que explicar su discurso de la madrugada, donde había dicho que, con su gestión, “empieza una cuenta de cero”. Por primera vez en un cuarto de siglo, ni el apellido Schiaretti ni De la Sota estarán al frente del peronismo cordobés, que siempre “alambró” muy alto la provincia. Impidió que haga pie el kirchnerismo –ayer su candidato quedó octavo–, pero tampoco logró “exportar” su “cordobesismo” a otros distritos.
Bullrich metió primera
El resultado apretado también le sumó incertidumbre a la performance que podría sacar Schiaretti en su propia provincia. Hay sondeos que lo ubican tercero, por detrás de Javier Milei y de Patricia Bullrich. Otra vez los libertarios tuvieron una pésima elección provincial –Agustín Spaccesi sacó 2,49%, aunque no tenía el apoyo explícito de Milei–.
Pese a la derrota de Juez, Bullrich intentó hacer pie igual. Viajó el domingo y pasó la noche en la ciudad, antes de hacer escala en Rosario. Buscó diferenciarse de su rival interno, Horacio Rodríguez Larreta, que evitó aparecer por la provincia desde que generó un escándalo político al coquetear por un acuerdo con Schiaretti semanas atrás.
“Sin especular y sin hacer cálculos políticos, fui a Córdoba con una convicción: el cambio es a fondo o no es cambio. Los pactos entre políticos para políticos no van más”, torpedeó la ex ministra al jefe de Gobierno a través de Twitter. A la distancia, el alcalde optó por publicar en la red social una felicitación genérica a toda la oferta local de JxC. También dijo que fue “quien más veces visitó la provincia”. Hoy cuesta encontrar respaldos a su precandidatura entre la dirigencia local.
Pasadas las elecciones, este mismo lunes el equipo de Bullrich en la provincia mediterránea comenzó a trazar su campaña. Al frente de la estrategia quedó la diputada macrista Laura Rodríguez Machado. El plan estará centrado en tres puntos claves: territorialidad de los candidatos y dirigentes locales, distribución de las boletas y fiscalización durante el domingo de las PASO.
En el bullrichismo se estaba terminando de delinear un documento Word donde se comparaba la lista a diputados que se armó entre el PRO, gran parte de la UCR y Juez –encabeza Luis Picat, el intendente de Jesús María–, versus el armado de Larreta, con dirigentes amarillos sueltos y el radicalismo de Martín Lousteau –el primer candidato es Pedro Dellarossa, ex jefe comunal de Marcos Juárez–.
“Bullrich tracciona por sí misma, pero la dirigencia territorial tiene que motorizar desde abajo. Y ahí estamos mucho mejor”, recogió elDiarioAR cerca de la ex ministra. Confía en aprovechar el paso en falso de Schiaretti, el buen resultado de Juez y el fervor antikirchnerista del electorado cordobés a su favor: “Tenemos que ser la provincia que haga la diferencia para Patricia a nivel nacional”, cerró la voz consultada, recordando el impulso que tuvo aquí la victoria de Mauricio Macri en 2015.
MC