Poco antes de las 13 del jueves, Karina Milei ingresó presurosa al salón Versailles del Hotel Alvear, donde se llevaba a cabo la reunión anual del Council of the Americas (COA). Junto a ella, entraron la candidata a vicepresidenta Victoria Villarruel y un puñado de allegados a La Libertad Avanza, mientras Javier Milei se acomodaba en el estrado.
La mañana había transcurrido entre discursos de Agustín Rossi, Patricia Bullrich, más políticos y hombres de negocios, pero el número que concitaba la atracción excluyente de unos 800 miembros de la elite económica argentina era la presentación del ganador de las primarias del 13 de agosto.
“Vení, sentate acá conmigo”, invitó a Karina uno de los hombres más ricos del país. El empresario, con activos en tres continentes, le había reservado una silla en primera fila, pero otras manos señalaban más lugares disponibles. Instantes de incertidumbre, hasta que encargados de protocolo aceleraron el paso para ubicarla junto a la esposa de un petrolero, mientras el dueño de otro emporio económico fotografiaba con el celular al disertante.
El dato que marcó los siguientes 50 minutos en los que Milei tomó la palabra fue la ausencia de aplausos, que se reservaron para el final. El candidato los buscó de muchas maneras. Llamó “héroes” a los empresarios que ganan dinero, los arengó con un “sean libres” en clave motivacional, hizo bromas, regaló música para los oídos con promesas de eliminación de impuestos e indemnizaciones, creación de nuevos negocios y combate a los piquetes. El ultraderechista sólo despertó una tímida aprobación cuando se refirió a 540, como denomina a su novia, Fátima Flórez.
'Venía bárbaro, pero no sé para qué mierda empezó hablar de dolarización', reprochó un alto ejecutivo bancario
La distancia entre el poder económico y un postulante a la Presidencia podría ser leída como saludable, pero cobra significado al ser contrastada con la efusividad que coloquios de este tipo venían brindando desde hace años a exponentes de Cambiemos/Juntos por el Cambio, por no mencionar la desmesura predemocrática de los sermones de la Sociedad Rural en Palermo.
Aun sumida en la desorientación que le produce constatar que un competidor se está por comer el pastel del extremismo, Bullrich ganó con creces la copa del aplauso. Yo tengo fe que Pato va a ganar, canta la hinchada.
Aplauso, pasillo y oferta
Predominó el silencio durante el momento Milei, pero las reacciones no fueron todas iguales. José Luis Manzano (Integra Capital, Edenor, América) dejó ver alguna sonrisa intranquila, Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy) se mantuvo circunspecto, Eduardo Elsztain (IRSA, Cresud), también medido, buscó al disertante para saludarlo al final, como varios. La postura cauta primó en José Urtubey (Celulosa), Marcelo Figueiras (Laboratorios Richmond), María Luisa Macchiavello (Droguería del Sud) y Claudio Cesario (ABA, bancos extranjeros). Mauricio Filiberti (Transclor, Edenor) eligió retroceder algunas filas para escuchar las palabras de quien parece encaminarse a presidir Argentina a partir de diciembre. El rostro del “rey del cloro” evidenciaba mediodías más gratos.
Cristiano Rattazzi (ex FCA, Fiat-Peugeot) ganó la carrera de cuatro metros con obstáculos (había pantallas led en el piso) para dar un abrazo a Milei en cuanto éste terminó de hablar. Exfiscal electoral en La Matanza para Juntos por el Cambio en las elecciones de 2019, Rattazzi se prueba una camiseta alternativa. Segundo en esa competencia (la carrera) quedó Juan Nápoli, quien jugaba en su doble rol de presidente de Bolsa de Valores y candidato a senador por LLA. El ganadero y foresto industrial Marcos Pereda (vicepresidente de la Sociedad Rural) denotaba esperanza a cada paso. Eduardo Eurnekián (Corporación América) también acudió a abrazar a su exempleado. “¿Lo convencí?”, bromeó el candidato y execonomista jefe de Aeropuertos 2000, con una complicidad construida durante años. “Te felicito”, regaló la esposa de un magnate top a Victoria Villarruel cuando la desbandada de la audiencia habilitó emociones más intensas.
Hubo, también, retiros por alguna contingencia. Miguel Galuccio, expresidente de YPF y accionista de Vista Oil & Gas, presente durante gran parte de la mañana, no tuvo tiempo de quedarse a escuchar al libertario.
Aun sumida en la desorientación que le produce constatar que un competidor se está por comer el pastel del extremismo, Bullrich ganó con creces la copa del aplauso
En los pasillos, voces ponían en palabras la dualidad que significa contener el entusiasmo. “Venía bárbaro, pero no sé para qué mierda empezó hablar de dolarización”, reprochó un alto ejecutivo bancario. El gerente general de otra petrolera histórica admitió que las reformas que plantea Milei, desde el mundo laboral al impositivo y la creación de nuevos mercados por retiro del Estado, seducen a la audiencia. “La gran duda es por la viabilidad”, admitió.
El entusiasmo que genera la narrativa de Milei en buena parte del gran empresariado argentino (el intervencionismo, el peronismo, la izquierda, los sindicatos y los piqueteros son el mal del país) da lugar a matices cuando hablan voces menos expuestas y, sobre todo, ejecutivos y gerentes con pasillos oficiales recorridos y píes sobre la tierra.
Al fin y al cabo, la implementación de principios económicos pinochetistas en la economía argentina significará un cambio de paradigma para un empresariado que en cierta medida encuentra rentabilidad en los subsidios, leyes ad hoc, mercado protegido y contratos públicos. Cuando Augusto Pinochet liquidó la capacidad del Estado y armó negocios en educación, salud, finanzas, medios, pensiones y obra pública, los entregó a manos de cómplices que lo habían ayudado a sostener su régimen atroz. Muchos de los apellidos consagrados en la década de 1980 siguen arbitrando en la economía de Chile.
La pregunta que subyace es si una transición por el estilo es factible en un país con la tradición cultural y económica de Argentina. A ser llevada a cabo, además, con las reglas de la democracia, por un grupo conformado con precipitación mediante conexiones entre inusuales (la consultoría, las finanzas) o directamente turbias, y con dos líderes de las características personales de Javier y Karina Milei. Y todo ello, ante el abismo de una dolarización sin dólares en el Banco Central.
Por lo pronto, los conglomerados empresariales más poderosos de Argentina —si se mide, además de su valor económico, su peso simbólico y político— no buscaron responder la duda el jueves pasado. Ni Clarín/Telecom ni Techint enviaron representantes a la cita en el Alvear.
Celebración, dudas, resignación y acciones de mayor calado. El mismo jueves, un allegado a Milei escuchó la idea de un lobista del periodismo para organizarle al candidato un tour con inversores de Manhattan auspiciado por tres bancos que estarían dispuestos a pagar el caché. El allegado no cerró la puerta, aunque transmitió que la agenda del candidato presidencial está complicada.
Camino a octubre
Una encuesta terminada el jueves, no hecha pública, ubica a Milei en 39,7% de intención de voto para la primera vuelta, con Sergio Massa en 27% (sin cambios con respecto a las PASO) y Bullrich en 22% y tendencia a la baja.
Esos números marcan un empeoramiento del panorama para el oficialismo con respecto a la semana anterior, probablemente a raíz de los episodios de saqueos y de la enésima postergación de reparación económica a los sectores más necesitados, heridos todavía más por la devaluación del 14 de agosto. Si la meta móvil del macrismo fue el “segundo semestre”, la de Massa viene siendo “la semana que viene”. La práctica de anunciar medidas que nunca llegan está demostrando una eficacia demoledora, mientras el sórdido mundo subterráneo de la política y los medios se ocupa de los saqueos.
Si la meta móvil del macrismo fue el 'segundo semestre', la de Massa viene siendo 'la semana que viene'
Los sondeos yerran seguido en Argentina, pero el citado es de una firma que nadó contra la corriente en julio pasado, cuando afirmó no constatar la caída abrupta del candidato extremista anunciada por los diarios.
Milei podría estar a un paso de ganar la Presidencia en primera vuelta si supera el 40% y sus rivales quedan a más de diez puntos. De no ser así, en la proyección de balotaje entre el libertario y el peronista, el primero vencería por 14 puntos. Nada está dicho. Restan dos meses de campaña y la segunda vuelta suele ser un partido con reglas propias, en un ecosistema político que parece estar viviendo variaciones tectónicas.
En la Argentina y en el mundo, hay antecedentes de votos de resistencia ante amenazas que son presentadas como olas inexorables y cuentan con auspicios poderosos. Por caso, el resultado decepcionante que consiguieron el Partido Popular y Vox en España en julio pasado obligó a ambas formaciones de derecha a postergar sus planes de hiperliberalismo económico y reposición disimulada de alguna estatua del dictador en un pueblo de provincia.
Milei incremental
Mario Riorda, consultor político y comunicacional, docente en universidades de América Latina, advirtió antes de las PASO que no observaba ningún motivo para el presunto declive de Milei, versión que atribuye a “una campaña orquestada y articulada de las dos grandes coaliciones”. Cree que la tendencia continúa. “No hay ningún elemento racional y objetivo que determine una merma de su caudal electoral”, dijo el analista a este diario.
Un elemento evidente es que las propuestas de Milei, por temerarias y precarias que sean, ordenan el debate electoral. El postulante libertario y una maquinaria con notable talento en las redes sociales son las que disponen y el resto del sistema político comenta. “La exposición pública de Milei se transformó en un mojón ideológico que ordena la oferta política”, razonó Riorda. “Su actitud pos-PASO, con alguna expresión puntual de prudencia, manejo de los tiempos y habilitación de algún tipo de acuerdo —ya no habla tanto de quemar ni aplastar— permite pensar en un apoyo incremental con respecto al shock de la primaria”, puntualizó.
La capacidad de réplica de La Libertad Avanza parece de relojería, no orquestada en una usina misteriosa, que alguna habrá, sino ejecutada polifónicamente por jóvenes nacidos y criados en el lenguaje digital, frente a una coalición conservadora que enfrenta a los tumbos el riesgo no sólo de una derrota electoral sino de pérdida de razón de ser, y una peronista con un Presidente sin palabra posible, una vicepresidenta y líder del espacio borrada y un candidato sometido a sus propios vaivenes y al rigor de un FMI con similares intenciones políticas que lo llevaron a regalarle US$44.500 millones a Mauricio Macri para que los rifara a su antojo.
La capacidad de réplica de La Libertad Avanza parece de relojería, no orquestada en una usina misteriosa, que alguna habrá, sino ejecutada polifónicamente por jóvenes nacidos y criados en el lenguaje digital
El corrimiento en beneficio de Milei se estaría dando principalmente desde apoyos a Juntos por el Cambio en las primarias, a Horacio Rodríguez Larreta pero también a Bullrich. Riorda percibe que allí radicó un voto táctico con el objetivo primario de bloquear al rival dentro la coalición conservadora. Una vez resuelta esa disputa, el votante se siente liberado para huir hacia Milei.
Cabe inferir que el jefe de Gobierno de Buenos Aires fue receptor de sufragios que lo presumieron como el más efectivo para ganarle al peronismo, fuera por su supuesta capacidad de pescar en el centro político como por la fortaleza que le daba el favor explícito del establishment. Hace rato que una porción del electorado de Juntos por el Cambio demostró que su prioridad en la decisión del sufragio es vencer a cualquier opción con algún atisbo de kirchnerismo. Con ese objetivo en la mira, el tránsito de Rodríguez Larreta a Milei queda allanado.
Razones y sinrazones de Juntos por el Cambio
Si la película sigue con Milei en la Casa Rosada y se agudiza el ocaso de Cristina, Juntos por el Cambio habrá perdido los dos factores que lo mantuvieron unido: acceder al manejo del Estado y oponerse al kirchnerismo. Las experiencias de Donald Trump y Jair Bolsonaro demostraron que, una vez alcanzada la cima, las derechas extremas de esta era se comen todo lo que queda hasta el centro. Los cantos de sirena sobre la institucionalidad y la convivencia democrática proferidos desde propuestas conservadoras tradicionales que sembraron sin cosechar los frutos en el terreno “si no es todo, es nada” terminan en el ostracismo político.
Ése es el riesgo al que se enfrenta Juntos por el Cambio, mas no Mauricio Macri, que ya ganó. Un eventual Gobierno de La Libertad Avanza tendrá a mano despachos y contratos para repartir, además de una imperiosa necesidad de apoyo parlamentario. Habrá algún que otro progresista encaramado en el PRO que podría resistir la tentación, además de radicales que terminen de avergonzarse ante el retrato de Raúl Alfonsín que los mira desde la pared de su oficina. No caben conclusiones apresuradas. Siempre existirá alguna convención en Gualeguaychú para que la UCR se doble un poco más.
Bullrich y sus auspicios mediáticos se arriesgan a denunciar un pacto Milei-Massa para antagonizar con la candidata porque —según entienden— ambos le temerían en escenario de balotaje. Será eso, o será que Milei tiene muy a mano tratar de convencer al votante de que opte por la primera marca y el peronismo necesita levantar las acciones de la exministra de Seguridad para que no caiga más de la cuenta y así evitar que el libertario venza en primera vuelta.
Los pases de factura dan cuenta de la reconfiguración del macrismo. María Migliore fue ministra de Desarrollo Humano y Habitat del Gobierno de la Ciudad hasta el miércoles. No hay otra figura en el PRO con más calles recorridas en barrios precarios y villas, y más conexiones con organizaciones comunitarias y territoriales. En un proyecto político no recluido en la derecha dura, Migliore era una pieza esencial.
La exministra salió del Gobierno porteño a cuatro meses de terminar el mandato en medio de versiones cuya mera existencia habla por sí sola. Son tres: 1 - Que Jorge Macri pidió su cabeza junto a la de otros funcionarios (el jefe de Gabinete, Felipe de Miguel, y el secretario de Cultura, Enrique Avogadro) y Rodríguez Larreta, con escaso margen, terminó cediendo parcialmente; 2 - Que Migliore abandonó a su jefe por distancia ideológica con el sucesor (“¿a vos qué te parece que una funcionaria en la que el jefe de Gobierno confiaba tanto se vaya cuatro meses antes?”; y 3 - Que “fue todo muy conversado entre Horacio, Jorge y María. Entendieron que era lo mejor, no pasó nada”.
El voto del Fondo
Un párrafo de informe del staff del FMI publicado el viernes contiene una elocuencia clamorosa:
“Desde la finalización de la cuarta revisión, la situación económica de Argentina se ha vuelto crecientemente frágil, con episodios de mayor volatilidad del mercado, que se tradujeron más recientemente en incertidumbres políticas. Mientras la sequía histórica redundó en pérdidas mayores a las esperadas en la producción agrícola, las exportaciones y la recaudación fiscal, la actividad no agrícola mostró resiliencia, lo que refleja una demanda interna sólida, en parte gracias a los desvíos de las metas (ndr: definidas en el programa sin contemplar la guerra en Ucrania ni la sequía). La inflación y las presiones externas se han intensificado, con las reservas cayendo a niveles peligrosamente bajos a causa de la sequía y a una política de ajuste insuficiente”.
Una lectura mínimamente sana de esas líneas indica que la “sequía histórica” hizo desbarrancar al programa en cuanto a sus objetivos de recaudación, déficit fiscal y emisión monetaria, pero medidas de emergencia tomadas por el Gobierno peronista ayudaron a circunscribir la crisis y a evitar que la recesión afectara a toda la economía.
El “desvío de las metas”, para cualquier persona que entienda que un organismo multilateral tiene por objeto paliar el efecto de una sequía que resta un cuarto de las exportaciones de un país, sería una política a la que habría que apoyar. Un ABC que hace no mucho parecía consolidado: ante shocks externos, el Estado suelta la cuerda para evitar una debacle sistémica.
El staff del organismo lee lo opuesto y ordena más recortes para lo que resta del año. Reclama bajar jubilaciones y salarios, que vienen de sufrir un hachazo con Cambiemos y corren detrás de la inflación con Fernández.
El núcleo de la reprimenda del FMI radica en el objetivo de un déficit fiscal anual de 1,9% del PBI, como establece el programa, o 2,5%, al que se llegaría con un ritmo de gasto similar al del primer semestre. Un desbalance de ese tipo es inferior al de muchas economías del mundo, con la diferencia crucial de que tienen cómo financiarlo.
La intencionalidad electoral tan manifiesta de los actuales negociadores del Fondo transforma en personas mesuradas a los halcones de Trump que quisieron colaborar con la reelección de Macri y le dieron el mayor préstamo de la historia del organismo en 2018.
SL/DTC