Fernández blinda a Guzmán y espera una cumbre con la jefa del FMI

- Yo hago lo que dice mi ministro de Economía -, dice Alberto Fernández.

Se refiere a un tema específico, hipertécnico, una proyección fina sobre los plazos y la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI). En tiempos agitados, para los pocos interlocutores que lo escucharon, la frase tiene una traducción política. En criollo: un guiño tras el cortocircuito entre Guzmán y Federico Basualdo, el subsecretario de Energía Eléctrica, protagonista de la extraña novela en la que por unas horas estuvo fuera del gobierno pero que sigue en su cargo.

En Lisboa, escala inicial de su gira por Europa, Fernández sintetizó mucho en esa sola frase: no solamente porque Guzmán se moverá casi como su sombra en las bilaterales sino porque todas las gestiones políticas, en torno a la renegociación con el FMI y a conseguir lo que en Economía llaman una “puente de tiempo” sobre el pago de U$S2.400 con el Club de Paris, operan sobre la hoja de ruta que fijó el ministro.

Un movimiento que en un contacto con elDiarioAR y otros medios argentinos, Fernández sintetizó así: “Venimos a ratificar nuestros acuerdos con Europa para que nos acompañen en el desarrollo argentino”. Fue un momento después de reunirse con el presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, en el Palacio de Belem, la residencia presidencial, la primera de una larga saga de cumbres de primer nivel que tiene programadas hasta el jueves y que el viernes, fuera de agenda, podría incluir un encuentro con Kristalina Georgieva, la titular del FMI. En el Vaticano coincidirá con Guzmán en un seminario organizado en el que el ministro será orador. Hay sondeos, informales pero intensos, para generar un encuentro entre la funcionaria y el presidente, explicaron en el entorno de Fernández.

Cosecha

Hace tres semanas, Guzmán hizo su propia ronda europea y acercó posiciones a nivel ministros. Fernández debe, ahora, cosechar esa siembra y convertir los gestos más técnicos en respaldos políticos. De ahí que la pauta de la gira sea sumar apoyos presidenciales en el capítulo FMI; ganar músculo en la búsqueda de una prórroga del Club de Paris y, por último, potenciar las relaciones bilaterales.

Todo, en algún punto, está atado. La propuesta de Guzmán, que refrendó Fernández, es ensayar un acuerdo con el Club de París que esté supeditado, con algún período perentorio, al cierre de la negociación con el FMI. “El mejor acuerdo: las viejas recetas no funcionaron, nos tienen que dejar a nosotros fijar el modelo del acuerdo”, dicen en el entorno de Guzmán lo que Fernández, en público y privado, pone más en formato título: “Los acreedores tendrán que esperar porque no podemos pagar”.

Juega, en paralelo, otra cruzada. En la charla con Rebelo de Sousa, Fernández -que luego amplió la ronda al incluir al canciller Felipe Solá y a Guzmán- se mostró en sintonía con la propuesta para reducir la sobretasa que el FMI le cobra a los países que hacen pedidos de fondos especiales. Para Argentina, es un tema relevante y que está cuantificado: si se eliminara la sobretasa, el país se hubiese ahorrado U$S 954 millones. Hacia adelante, tendrá también un alto impacto. Portugal, al igual que el gobierno de España, ya se manifestaron a favor de eliminar esa sobretasa que se discutirá en octubre en una asamblea del directorio del FMI.

Desde lo simbólico, hay otro punto relevante. Portugal expresa, en el imaginario de Fernández y Guzmán, un ejemplo respecto a la salida de la crisis porque desechó las recetas del FMI, contó con el apoyo para eso de la Unión Europea, y logró ordenar la economía con “una fuerte expansión fiscal”, tal el latiguillo del ministro de Economía. “El modelo exitoso de Portugal demuestra que hay otras recetas que son mejores para salir de la crisis”, dijeron fuentes de la comitiva. En esa misma línea, este lunes, Guzmán tendrá agenda propia para verse con João Leão, el ministro de Finanzas de Portugal, mientras que Fernández se reunirá con António Costa, el primer ministro.

La gira europea expone una continuidad. El viernes, Fernández sentó a Guzmán en la mesa desde donde hizo una serie de anuncios sociales donde el ministro habló, hizo una referencia a los “subsidios pro ricos” y defendió la política expansiva con fines sociales. Es, en la sutileza, el lenguaje de Guzmán en tono más político, casi un esfuerzo por salir del lugar al que lo empuja, al menos desde lo verbal, un sector del kirchnerismo cuando lo acusa de fiscalista.

PI