Gabriel Di Meglio, doctor y licenciado en Historia por la UBA, investigador del CONICET en el Instituto Ravignani de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, analiza el apoyo de los sectores populares a Javier Milei y lo compara con otros grandes movimientos populares de la historia argentina. Pero también establece que para saber si es un fenómeno temporal o llegó para quedarse aún hace falta tiempo. Por el momento, todo es incertidumbre: “Una carrera contra el tiempo entre las expectativas y la realidad material”.
Di Meglio es director del Museo Histórico Nacional y fue director del Museo Nacional del Cabildo y la Revolución de Mayo. Además, es autor de una serie de libros, entre ellos, ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos Aires y la política entre la Revolución de Mayo y el rosismo (2006), ¡Mueran los salvajes unitarios! La Mazorca y la política en tiempos de Rosas (2007) e Historia de las clases populares en la Argentina desde 1516 hasta 1880 (2012).
-Javier Milei es presidente desde el 10 de diciembre. Un personaje que era un outsider, que muy rápido llegó al poder. ¿Qué tiene de nuevo Milei? ¿Qué tiene de exótico si uno lo mira con perspectiva histórica? ¿Y qué tiene de recurrente en la historia argentina el proyecto de Milei?
-Tiene un poco de todo. Hay ríos profundos que llevan a las dictaduras del siglo 20, es decir, cuando ciertos proyectos políticos y económicos tenían que recurrir a las Fuerzas Armadas para llegar al poder porque no eran populares. Hay un cambio que uno podría decir que ya está en el segundo gobierno de Menem, en el 95. Es un momento clave de la historia, porque es cuando por primera vez hay un voto popular masivo a un plan que era ostensiblemente antipopular, por más que uno puede entender razones de por qué la gente lo votó en el 95. No en el 89, donde Menem decía otras cosas. Pasó con Macri de nuevo. En ese sentido ya ahí hay la aparición de algo nuevo, que no había en el siglo 20 argentino, que es que las mayorías no apoyaban los proyectos conservadores, que favorecen sobre todo al capital, a los sectores financieros más fuertes, al campo, a los sectores industriales más fuertes, etcétera, que no siempre tienen los mismos intereses, con lo cual eso generó muchos problemas. En ese sentido, uno podría poner a Milei en una serie de cosas donde no hay tanta novedad. Pero sí creo que hay algo bastante novedoso que es esto de venir sin partido. Uno podría decir el PRO también era un no partido que se hizo partido, pero jugó un estilo político más convencional.
-Con una alianza más amplia. Con el radicalismo adentro.
-Pero, sí, claramente hay en la figura de Milei en particular un proyecto refundacional y como una idea de patear el tablero y hacer un país de nuevo de cero, con un sesgo muy ideológico, muy de un radicalismo en el sentido no de partido, ideológico, muy fuerte de derecha, queriendo realmente transformar Argentina en todo lo que ciertos sectores vienen criticando fuertemente, pero hacerlo todo muy rápido. Ahí sí, el parece mirar muy fuertemente lo que pasó con el macrismo y su famoso gradualismo y el fracaso de eso. Hace todo en unos pocos meses, lo cual nos lleva a un experimento que en escala planetaria es muy particular. Que alguien quiera hacer un ajuste de la manera que lo hace y directamente intentar casi que destruir el Estado desde el propio Estado no tiene tantos antecedentes. Y en ese sentido no solo es novedoso para Argentina, sino que diría que es novedoso a nivel internacional. Por más que la ultraderecha viene avanzando en todos lados y en un punto Milei retoma un libreto global que vimos en Bolsonaro, en Trump, etcétera, no es el mismo programa que esos dos, ni que otros de estos nuevos extremadamente liberales en lo económico y y autoritarios en lo político. Él toma eso de eso, pero le da un giro bastante particular con este tono más anarcocapitalista, que yo no había visto previamente.
-Hay un discurso que busca abrevar en raíces históricas. Milei y su grupo, Benegas Lynch hijo, reivindican mucho a Alberdi, a un Alberdi, quizá, que aparece en contraposición, obviamente, en la historia argentina, con el revisionismo, con la figura de Rosas. Y hace poco Rosatti, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, en un escenario llamativo, quizá para ese discurso, porque era un encuentro de la Amcham, de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Buenos Aires, dijo: a Alberdi se lo cita mucho y se lo lee poco. ¿Cómo interpretás la apropiación de Alberdi que hace Milei en este contexto y dentro de este proyecto?
-Primero, una cosa que sí diferencia a Milei por ejemplo de la experiencia macrista anterior es que el macrismo intentó no hablar de historia. Le molestaba la historia. Puso billetes con animalitos. Cuando fue el 2016 y el Bicentenario, claramente no tenían ganas de estar ahí. Es decir, un poco la idea de mirar hacia adelante y refundar hacia adelante, que el pasado no tiene sentido. Y, en cambio, entre las cosas que Milei quiere disputar fuertemente está el pasado. Cuál es el pasado adecuado. Y, claro, Alberdi ahí es una figura central. Es cierto que Alberdi es una figura que da para muchas cosas, porque tuvo una trayectoria, como muchos políticos y intelectuales, muy sinuosa. Y hay Alberdis diferentes. Hay uno que siempre fue reivindicado por la tradición liberal, como justamente el que propuso un Estado liberal a mediados del siglo 19 y que en buena medida también armó la Constitución Nacional. Sin duda, es un personaje central. Después, el revisionismo, que le molesta ese Alberdi, rescata el Alberdi posterior, que se opone a la guerra del Paraguay y que es anti Buenos Aires. Es decir, Alberdi tuvo momentos. Es un personaje fascinante y claramente uno de los grandes intelectuales argentinos. Y sus disputas con Sarmiento son buenísimas para leer. Efectivamente, estoy de acuerdo con que se lo lee poco. Yen general lo que hace cualquier dirigente es tomar lo que le conviene y cambiar ese personaje.
-Hay mucho liberalismo económico de Alberdi.
-Efectivamente. Y además este Alberdi sí quería un sistema político cerrado, con una clase que lo dirija durante un buen tiempo y que el resto se dedique a otras cosas. Entonces, en ese sentido, algo de lo que Milei propone tiene un lejano aire alberdiano. Pero Alberdi proponía construir Estado, no destruir Estado. O sea, justamente era un ideólogo del Estado, de cómo construir un Estado nacional, moderno y en eso tuvo un papel central. Y para alguien que aborrece al Estado, que dice que el Estado es casi algo delictivo, obviamente ahí Alberdi no tiene nada que ver.
-Hay algo que leía en una nota hace algunos días de Juan José Giani, donde habla de la tradición liberal y de Alberdi, y él dice: siempre exhibió una sensibilidad mucho mayor que Sarmiento y Mitre por la idiosincrasia federal. En esta idea de civilización y barbarie, Alberdi de alguna manera discutía con eso. No sé si vos lo ves así.
-Alberdi primero quiso ser una suerte de guía de Rosas. Él, Echeverría, es decir, estos que llamamos la generación del 37, le dijeron a Rosas en un momento: unitarios y federales están equivocados. Nosotros tenemos la verdad. Unos jovencitos en ese momento. Y Rosas dijo: no, gracias. Y después ellos pasaron a la oposición y terminaron en el exilio. Y entonces ese Alberdi se volvió mucho más antirosista que lo que había sido inicialmente. Y después fue un duro opositor a Rosas, pero también en un momento, en 1847 escribió un texto más o menos diciendo: bueno, Rosas logró el orden que queríamos. Ahora falta que cambie algunas cosas. Y casi que se ofrece a Rosas otra vez. Rosas tampoco lo toma y entonces, bueno, es un personaje con ciertas sinuosidades. Como suele ocurrir con muchos personajes políticos. Lo que pasa es que cuando cae Rosas, Alberdi se va a alinear con Urquiza contra el proyecto porteño, sobre todo de esos años, y en ese sentido sí tiene una mirada, si se quiere, más federal y la Constitución que él ayuda a crear, que básicamente es la que seguimos usando con algunos cambios importantes, es una Constitución federal. Diga lo que se diga, este es un país federal en su organización.
-Y ahí hay otro tema que también es de actualidad por las declaraciones del otro Benegas Lynch, que es diputado, de esta semana, diciendo que no hace falta enviar a los chicos a la escuela o que pueden empezar a trabajar si hace falta. Se generó una polémica muy grande a partir de eso. Pero, hablando de ese tema de la Constitución, aparece el artículo 32 de la Constitución, donde se habla de la educación pública, gratuita, financiada con fondos públicos, y ahí se le adjudica también una responsabilidad a Alberdi en ese artículo, no sólo en la Constitución.
-No en la gratuidad, pero sí se aseguraba el tema de que fuera obligatoria, que es central para cualquier país que quiera ser país, obviamente. Y en ese contexto, además, donde estamos hablando de una sociedad donde la mayor parte de la gente era analfabeta. O sea, que sepa leer y escribir era algo básico. Es cierto que Alberdi tenía una mirada distinta a la de Sarmiento, que Sarmiento propuso un proyecto que es el que termina triunfando, en el sentido educativo más universalista, donde todo el mundo debe aprender un poco de todo para poder moverse en el mundo. Y Alberdi estaba más a favor de instrucciones más prácticas de acuerdo a lo que vos querías hacer. Que en ese sentido tiene más que ver con lo que dicen algunos liberales de ahora. Pero indudablemente se hubiera caído de espaldas si le decían educación no obligatoria, porque justamente es lo que había en esa época, contra lo que ellos intentan legislar. Ellos intentan construir una educación que permita tener una ciudadanía e intentar quitar eso básicamente creo que es algo demasiado extremo incluso para este gobierno.
-Y en la historia, obviamente, en la historia argentina se discute siempre el panteón liberal, por un lado, el panteón revisionista, la operación que viene a hacer Milei en esa historia, ¿cómo la ves? ¿Viene a sumar algo nuevo?
-Así como la dictadura se llamó Proceso de Reorganización Nacional, aludiendo al Proceso de Organización Nacional, que justamente es el periodo para ellos en esa época post-Caseros y que se termina de cuajar en torno a 1880, con la consolidación del Estado nacional, al tomar a Alberdi, a Roca, vuelve un poco a lo mismo. O sea, vuelve a decir: el momento ideal es ese momento en el cual se empieza a construir el Estado y alguna gente señala con realidad y previo a todos los derechos posteriores a partir de toda la conflictividad social y política con Argentina. Entonces, un momento en el cual digamos efectivamente hubo un gran progreso económico, pero también no había nada de las cosas que después, contra los efectos de ese progreso económico, se consiguieron a través de distintos tipos de conflictos.
-Sí, la irrupción de los movimientos populares a partir de fines del siglo.
-Ya había movimientos populares antes también, pero en todo caso los efectos de ese gran crecimiento fueron, entre otras cosas, por ejemplo, una mayor desigualdad. Y hubo luchas contra esa desigualdad, por la distribución de la riqueza, etcétera, que llevaron al radicalismo, al peronismo después, a tener soportes populares muy amplios.
-Milei tuvo un instante que algunos le rescatan como del consenso, que fue cuando habló el tema del Pacto de Mayo. Y es un tema importante. Vos mismo en artículos, en tu trabajo, en entrevistas, decís: el 25 de mayo es un mito fundacional que sirvió para aglutinar a los argentinos. Afianza la identidad argentina. Es una fecha legitimante. Todo lo que se haga ese día está bien. ¿Puede funcionar el Pacto de Mayo? ¿Hay un gesto de lucidez de Milei en este caso?
-Ese día que hizo eso logró cierto aire. Venía medio vapuleado, pero ya en el día a día fino de la política. Logró cierto aire porque desconcertó un poco a aquellos a los que les hablaba. Si se consigue o no, creo que tiene que ver con las roscas de la alta política, de los gobernadores, etcétera. Uno lo ve difícil, pero todo es posible en esos ámbitos que básicamente creo que están discutiendo cajas y ese tipo de repartos. Obviamente lo del 25 mayo sí, yo lo sigo reafirmando. O sea, en Argentina todo se discute. No hay nada que no se discuta, pero nadie discute el 25 de mayo. O sea, nadie dice estuvo mal el 25 mayo. Tenés que ser muy extremo y muy loco para decir: qué buena que era la época colonial. Entonces, todo sector político, desde la FORA que se fundó un 25 de mayo, por ejemplo, anarquista, hasta todos los partidos, todas las celebraciones, siempre el 25 mayo es algo que legitima. O sea, que no es casual que haya elegido ese día clave.
-Hay uno de tus libros, quizá uno de los más conocidos, que es Viva el bajo pueblo, la plebe urbana en la política. Y me interesa muchísimo ese libro porque decís que aparece poco explorada la relación entre los sectores populares, la plebe, vos le llamás en ese momento, los sectores plebeyos y la política. ¿Por qué pensás que en el origen quizá de nuestra historia se pierde la participación de los sectores populares, plebeyos? Vos los denominás en algún momento 'los no considerados' en el libro.
-Porque cuando hice ese libro, hace muchos años, estaba pensando en de dónde viene esta tradición argentina de mucha presencia popular en la política. En ese momento no lo tenía tan claro. A mí me interesaba la época de la Revolución de Mayo, el Rosismo, etcétera, donde efectivamente hay mucha participación. Y yo lo trabajé en Buenos Aires, otros lo trabajaron en otras provincias y es un momento de mucha politización. Y entonces en un punto cosas que yo cuando era más chico pensaba que empezaban con el peronismo, con el primer radicalismo, en realidad vienen de muchísimo antes, en otras formas. Y Argentina tiene una tradición larguísima, de una política muy policlasista, de mucha presencia popular. Efectivamente, en un momento hay, en torno al momento que le gusta a Milei o el momento que celebraba la dictadura, en torno a 1880, hay un momento de derrota popular. Es decir, hay como una consolidación de un proyecto oligárquico muy fuerte, que obviamente genera mucha riqueza también, porque también hay condiciones muy favorables para Argentina en el mundo.
-Es el surgimiento de la Argentina agroexportadora.
-Exactamente, y que después rápidamente va a generar otras resistencias populares también contra eso. O sea, el anarquismo, el socialismo, etcétera y sobre todo el radicalismo. El primer radicalismo es un partido popular y, bueno, después su ruta hacia el peronismo, etcétera. Entonces es efectivamente, sin romantizar, sin caer en una idealización, porque no siempre las clases populares van a ser, como se demuestra en la actualidad también, lo que quienes estudian quieren que hagan. Ni hay que suponer que el pueblo va a ser una cosa u otra, porque el pueblo hace de todo y además muchas veces, y eso es lo difícil, analizar a las clases populares y a la clase media también, que es que a veces dicen: esto hacen las clases populares o los sectores populares, esto hace la clase media. Y en realidad dentro de las clases populares y la clase media hay posiciones enormemente distintas. Y lo ves ahora. Es decir, este es otro planeta comparado con el que yo estudié. Pero, bueno, la gente dice: ¿por qué hay apoyo de las clases populares a Milei? Bueno, alguna parte de las clases populares lo apoya y otra no. Y es muy difícil tener los datos para medir eso. Cada vez más, me irrita mucho el fetichismo con las encuestas. Las encuestas vienen pifiando en Argentina de manera brutal durante todas las elecciones que yo recuerdo hace ya mucho. Sin embargo, pese a su fracaso, como necesitamos ese fetiche de creer en algo, entonces te dicen: medición de la imagen de Milei. ¿Y yo por qué tengo que confiar en eso? Para un lado y para el otro. ¿Es un índice de algo? Si el índice es que las cosas todavía no estallan por el aire, yo diría: ¿cuando estallan las cosas por el aire? A veces creo que nos quedó en Argentina un peso del 2001 tan grande. El 2001 es una cosa rarísima. Que una pueblada de ese nivel se lleve puesto un gobierno no es algo habitual. Es decir, en un país con mucha movilización como este, sin embargo no es tan habitual que la gente salga indignada. El 2001 llega después de 12 años de política neoliberal muy dura. O sea, y con mucho apoyo. Incluso la Alianza le gana al peronismo diciendo vamos a mantener la convertibilidad.
-Y Duhalde pierde por eso, entre otras razones.
-Entonces, quiero decir, a mí me parece que si este gobierno logró una gran legitimidad, tiene que pasar mucho más que lo que está pasando para que pierda apoyo, porque evidentemente logró algo, que es mérito, hay que decirlo, del outsider, que es haber dado esperanza. Hay gente que cree que por este camino horrible, en mi opinión, mi opinión política, se puede llegar a una salida donde fracasaron las dos coaliciones inmediatamente gobernantes anteriores. Entonces tenemos un nivel de urgencia en la actualidad que por las redes, etcétera que entonces pasaron cuatro meses, cinco meses, no sé cuánto pasó, que no es nada, vamos a decirlo, pasó mucho en el medio y hay cosas terribles, pero no alcanza para decir... Hay cierto fetiche: las cosas van a explotar. ¿Y qué sería que exploten? Por ahí, que aumente la delincuencia, que haya más violencia social, más que algo organizado contra. Porque eso es difícil de conseguir en términos estructurales.
-Uno puede pensar que si algo distingue a Milei de Macri -yo creo que hay varias cosas-, pero una cuestión es ese apoyo de sectores populares que lo hace un fenómeno trasclasista, que lo emparenta con Menem, si querés, desde una identidad que no tiene que ver con el peronismo o que no estaba consolidada, que aparece de repente, la ultraderecha, los libertarios, La Libertad Avanza. ¿Cómo leer eso? Porque hay algo de recurrente en esto, donde sectores populares apuestan a modelos que no tienen que ver con lo que se supone son.
-Sí, quizás lo que desconcierta más de este momento para mí es no tanto la aparición de una tercera fuerza ante el fracaso de las otras dos. Los otros gobiernos fueron muy problemáticos, tanto el de Macri como el de Alberto Fernández. Si no, la brutalidad de la propuesta de quien logra ser esa tercera fuerza. Milei dijo en la campaña cosas tremendas y ahí sí logró correr el límite, cosa que ya pasó en otros países, a un lugar en el cual la política ha expandido hasta el extremo algo que antes terminaba con la política de una persona. Alguien que decía esas cosas podía ser Biondini en el pasado y quedaba completamente en un ostracismo, en un extremo muy chiquitito, y de golpe ahora puede ser presidente.
-Caputo, por ejemplo, el ministro de Economía en su primer discurso, cuando anuncia la devaluación, dice: estas ideas antes tenían el 5% de los votos en la Argentina, ahora son mayoritarias.
-Eso sí es una novedad para mí, por la brutalidad del apoyo. Ahora, mi duda con esto es: ¿esta foto que estamos viendo hoy es una foto de un momento que va a mutar hacia otra cosa? Ahí me pongo en historiador, que me falta tiempo para analizar. ¿O esto es un 17 de octubre, esto es una aparición de algo nuevo que vino para quedarse y es un cambio realmente cultural enorme, donde, al haber habido tantos cambios estructurales en Argentina en los últimos años, esto es un poco el resultado? Yo la verdad no lo sé, tampoco analizo tanto la realidad, pero creo que todavía nos falta un poco de tiempo para saber si esto es algo que llegó para quedarse o es solamente un fenómeno, una especie de fuego artificial de la fiesta de la bolsa. ¿Y cómo termina? Y la verdad es que no puedo pensar a tres meses literalmente.
-El gobierno, Milei habla de la revolución liberal. Y cuando uno piensa quizás Milei, si esto se consolida, que no lo sabemos, puede ser el emergente de una transformación previa donde ya el mercado desplazó, opacó, aplastó al Estado, por deserciones del Estado, por la potencia del mercado, por lo que sea.
-Lo que más me llamó la atención cuando cuando gana las PASO es el mapa, es decir, el triunfo en las provincias. Porque vos pensás, buena parte del voto popular, por ejemplo, en el conurbano, finalmente fue un voto peronista. Si uno mira lo que pasó en los barrios populares, incluso a lo largo de las tres instancias de elecciones, pero en lugares... Hubo una nota famosa sobre San Antonio de los Cobres, donde había sacado 67%. Es una bestialidad. Y hay provincias en las que literalmente arrasó, donde evidentemente sacó un montón de voto popular, provincias pobres. Eso a mí me llama mucho la atención y evidentemente ahí logró nuclear los hartazgos con distintas cosas. Porque los que defendemos el Estado también tenemos que aceptar que el Estado no funciona bien, o sea que funciona bien en algunas cosas y en otras no. Seamos realistas. O sea, digo el Estado en escala nacional, provincial, municipal. Y entonces, logró realmente juntar un montón de broncas que yo creo que entre sí no se pueden poner de acuerdo a veces, quizá, contra la clase política, etcétera y eso le salió bien.
-Tradiciones distintas de la derecha también, que de repente se fusionan por primera vez, me parece.
-Totalmente, y que a veces hay cierta tensión todavía, como ves, entre la vicepresidenta y él, que es una derecha mucho más rancia, más tradicional. Él realmente en ese sentido es muy novedoso. Ahora también a la vez ves las contradicciones en el momento, incluso entre, que esto sí pasó mucho en Argentina, sectores poderosos de la economía que no tienen los mismos intereses.
-La dolarización, por ejemplo, podría ser un parteaguas para esos sectores.
-Y una presión por una nueva devaluación o no, que seguro va a haber. O sea, esas cosas que han pasado en Argentina sí, a lo largo de todo el siglo 20, eso va a volver, creo yo. Pero es tan novedoso en ese sentido la propuesta que el resultado es muy, muy incierto.
-En Viva el bajo pueblo vos decís: los sectores populares, los sectores plebeyos, no fueron una caja de resonancia o un coro de la elite porteña, sino que también contribuyeron a ese proceso revolucionario. ¿En qué se distinguía esa intervención de la plebe, como vos la llamás, o del bajo pueblo en ese momento, que es medio fundacional también, y qué nos dice o qué nos puede llegar a decir aquella intervención distinta que contrastaba con lo que planteaba la elite porteña de los sectores populares?
-Ahí lo que ocurría es que yo trataba de decir que no solamente hace falta estudiar a los grandes personajes de un momento y ver un poco cómo repercuten sus hechos en sectores masivos, sino que también esos sectores, por su propia acción, van moldeando una realidad. Y que no hay que pensar también a los sectores populares como que simplemente resisten cosas que vienen de arriba, sino que, y esto lo ha trabajado mucha gente, la sociedad está mucho más integrada en ese sentido y hay una circulación entre el arriba social y el abajo, en ideas, en prácticas, etcétera, que es bastante común y que hoy, que es un mundo distinto totalmente, eso ocurre también. Decir que las clases populares están a favor o en contra de Milei es algo imposible de saber. Necesitamos datos, necesitamos trabajos bien hechos. Probablemente en un mismo barrio hay gente está muy a favor y gente esté muy en contra.
-Hay que ver qué tan sólido es ese apoyo o ese rechazo.
-Para mí es una carrera contra el tiempo. O sea, porque si este gobierno logra bajar la inflación, que es una un gran problema en los últimos años y tienen la meta del Plan Cavallo, me parece, claramente en la cabeza y la popularidad que logró Menem a raíz de ahí, quizá logra un apoyo popular más duradero. A la vez, si estás generando una mega recesión en la capacidad de compra, etcétera, de las personas y no llegan esos resultados muy rápido, puede generar en la misma gente, porque sus expectativas no se cumplan, incluso empeoraron, por lo cual lo votaron un rechazo absoluto. Entonces realmente cuando alguien juega muy fuerte se apuesta mucho, puede perder mucho, puede ganar mucho, o sea, y Milei evidentemente va a apostar hasta el final todo. Es todo lo contrario a la moderación de sus dos antecesores para hacer política en un punto.
-El rechazo al kirchnerismo, el agotamiento del kirchnerismo, la larga experiencia kirchnerista, distintos motivos llevaron a que hubiera una nostalgia menemista, si querés, previa a la irrupción de Milei, una nostalgia menemista dentro del peronismo. ¿Cómo la interpretás vos? Yo creo que todavía existe y que incluso hasta podría ser la oposición a Milei, muy impregnada por una nostalgia menemista.
-Sí, yo he visto incluso sectores, gente que había sido kirchnerista, que estaba muy fascinada con el menemismo. La verdad que yo viví el menemismo y me pareció tremendo, terrible, porque la marca que dejó el menemismo la estamos pagando ahora, es decir, el Estado precarizado que permite, por ejemplo, despidos porque la gente no está en planta, etcétera, tiene que ver con todas las reformas de Menem que realmente cambiaron la Argentina de manera brutal.
-Y están vigentes.
-Y están vigentes y nadie logró revertir o no quiso. Yo tenía 16 cuando empezó el gobierno de Menem y tengo momentos de déjà vu enorme de esa época. Solo que ahora todo es mucho más rápido, como es la época en general. Porque hay momentos de esto de los despidos, de decir no hay presupuesto para la universidad. Yo estudiaba en esa época ese tipo de cuestiones que realmente se parece... O ramal que para, ramal que cierra o cerrar Somisa, una empresa gigante. Toda esa cosa de gobernar para los grandes grupos económicos, ya pasó. De eso sí que tenemos antecedentes. Menem también sorprendió muchísimo porque era un peronista y de golpe fue una especie como de cimbronazo absoluto. En ese sentido, Milei no tiene ese partido detrás. Sí tiene esto del jugar fuerte, que también tienen otros dirigentes de derecha, de la audacia para hacer política. Y eso puede salir para cualquier lado. Es obvio decir esto pero en todo caso realmente es un momento de mucha incertidumbre, porque realmente parece una carrera contra el tiempo entre las expectativas y la realidad material.
Entrevista realizada por Diego Genoud en su programa Fuera de Tiempo (Radio Con Vos).
DG/CRM