El Gobierno perdió el control del Senado, la provincia de Buenos Aires y en otros 14 distritos

15 de noviembre de 2021 01:33 h

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Con muchas menos sorpresas que cuando se entregaron los primeros resultados de las PASO, el Gobierno metabolizó la derrota y festejó la diferencia menor como si fuera un triunfo. A pesar de que ahora está obligado a negociar en el Senado intentó que no se notara el golpe y buscó imponer un discurso que sostiene que lo mejor está por venir. Las derrotas en los principales distritos -como Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza o CABA- fueron matizadas por el achicamiento en el distrito bonaerense. Con este escenario adverso, Alberto Fernández se vio obligado a marcar la dirección que tomará el segundo tramo de su gestión, con fuertes desafíos económicos y con la convocatoria a la oposición y a los empresarios para generar un acuerdo amplio que otorgue previsibilidad.

Con la derrota consumada, Alberto Fernández decidió hablar desde Olivos, en un mensaje grabado. Dijo que los argentinos necesitaban un horizonte con ejes centrales en la recuperación económica, el fortalecimiento de los ingresos, la reducción de la inflación y la creación del empleo. Puso el acuerdo con el FMI en la centralidad de la escena y pidió a la oposición que acompañe. “Si queremos resolver estos desafíos a los que nos enfrentamos, necesitamos que las grandes mayorías generen consensos. Voy a dirigirme a los representantes de la voluntad popular y a las fuerzas políticas, para acordar una agenda tan compartida como sea posible. Una oposición responsable y abierta al diálogo, es una oposición patriótica. Nuestro pueblo necesita ese patriotismo”, dijo el Presidente, quien anunció que presentará un proyecto de ley para consensuar un programa económico.

A diferencia de lo que sucedió en las PASO, en el búnker de Chacarita no estuvo Cristina. Avisó temprano por sus redes que por su reciente operación y por haber ido al cierre de campaña, no acompañaría esta vez. El resto de las figuras del FdT aparecieron en el escenario a pesar de la derrota y tratando de mostrar una imagen más cohesionada que la de aquel domingo de septiembre, cuando todos aprovecharon para irse temprano. Algunos temieron las últimas semanas una derrota mayor y, como no sucedió, el resultado terminó siendo aliviador. Por el micrófono pasaron Leandro Santoro, Victoria Tolosa Paz, Sergio Massa, el propio Alberto y Axel Kicillof. El gobernador, por momentos, apareció eufórico, como si hubiera ganado en su territorio.

En ese intento de generar épica, cada uno de los triunfos fueron magnificados. La recuperación del Senado bonaerense, con el voto decisivo de Verónica Magario, fue anunciado y festejado. El triunfo de Gerardo Zamora en Santiago del Estero, también. Todos repetían que se venía la segunda parte del mandato y había que instalar el entusiasmo para transitarla. En ese mismo tono, cuando le tocó a hablar a Alberto en el búnker, convocó el miércoles a un acto en Plaza de Mayo, en el Día de las Militancias, “para celebrar el triunfo”, sin darse cuenta el lapsus que estaba cometiendo.  

Además de apuntalar la campaña en la provincia que gobierna Axel Kicillof, el oficialismo intentó revertir el resultado de las PASO en Chubut, La Pampa y Santa Fe, con las esperanzas de seguir teniendo el control de la Cámara Alta. Pero en ninguno de esos distritos se acortó el resultado de las PASO, al contrario. Pasa de tener 41 a 35 bancas, dos menos de las que son necesarias para el quórum, algo que al peronismo no le sucia desde el regreso de la democracia. En Diputados la derrota fue fuerte pero no hizo peligrar la primera minoría ni la presidencia de la Cámara, como el sector duro de la oposición amenazó con cuestionarle. 

Los números en el Congreso serán decisivos para el Gobierno porque tiene en sus planes enviar varios proyectos importantes, en su estrategia de generar incentivos para el crecimiento y para la recuperación del empleo. Entre ellas aparecen la Ley de Hidrocarburos, para inversiones en en gas y petróleo; la Ley de Presupuesto, para despejar las incertidumbres sobre responsabilidades y obligaciones de la Argentina con sus acreedores; la ley Agroindustrial; el nuevo régimen jurídico para el sector automotriz; el nuevo régimen impositivo para la construcción y la de promoción del turismo y la gastronomía.

Al mirar el mapa electoral del país, se puede ver el crecimiento opositor, que no solo ganó en las provincias más grandes sino también en la Patagonia -en bastiones oficialistas como Santa Cruz- y en todo el litoral. De esta manera desplazó al oficialismo a la zona norte del país y a Tierra del Fuego. Fue una derrota por más de 8 puntos a nivel nacional pero con un impacto que resulta mayor en el desglose provincial. El oficialismo ganó en 9 provincias y todo el arco opositor en 15. 

En su búnker de Costa Salguero, Juntos tenía muchos motivos para el festejo. Confirmaba los números de las PASO y ampliaba sus perspectivas para 2023. Habrá que ver quiénes son los más ganadores en el espacio triunfador. Larreta aparece a la cabeza. Armador de los triunfos en Provincia, parte primero en las expectativas presidenciales. Bullrich, que se cargó la organización del PRO en el interior, también se siente dueña de parte del caudal electoral. Se resolverán más adelante las expectativas de cada uno pero ayer aparecieron todos juntos. “Estamos todos muy emocionados de ver cómo los argentinos nos hicimos escuchar en una elección tan decisiva como esta. De ver el compromiso que tenemos tantos con nuestro país. Lo primero que quiero decir es un ‘gracias’ enorme. Millones de argentinos de todo el país hoy dijeron basta”, dijo María Eugenia Vidal, una de las caras del triunfo. 

Respecto de la elección en la que ganó la fórmula de Alberto y Cristina, la participación volvió a ser baja y el que más lo sufrió claramente fue el oficialismo. La ida a las urnas fue cercana al 71%, lo que mostró un aumento del 5% respecto a las PASO. A pesar de la mejora de la situación epidemiológica y la flexibilización de los protocolos sanitarios, el porcentaje total de participación terminó siendo menor que el de las legislativas de 2017, que tuvieron un 77.6%, y en 2019, con el 81%.

AM