Las máximas autoridades de la Iglesia Católica y los curas que integran el Equipo de sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina celebraron hoy en el partido bonaerense de La Matanza una misa en la que reconocieron el trabajo que día a día realizan las mujeres que están al frente de los comedores comunitarios, calculadas en unas 70.000 en todo el país, que, dijeron, “se desviven para que la comida alcance” a alimentar a millones de argentinos, en su mayoría niñas y niños.
“A veces la gente viene enojada a pedir comida. No lo vemos solamente en nuestros barrios, sino también con las personas en situación de calle. El otro día me decía un señor que trabaja durante la noche recorriendo (la ciudad de Buenos Aires) para dar de comer: ´Padre, ahora me arrancan la comida’”, relató en su homilía quien ofició la misa, monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina(CEA). Ojea es también uno de los obispos más cercanos al Papa Francisco.
Durante un mensaje que duró poco más de 20 minutos y que pronunció en el púlpito de un colmado Santuario de la Virgen de Caacupé, ubicado en el cruce de la avenida Crovara y la calle Cátulo Castillo, en la localidad bonaerense de San Justo, Ojea dijo que las mujeres que están al frente de los comedores comunitarios, que consiguen los alimentos, cocinan y sirven, son “madres de la Patria” que cubren las necesidades alimenticias “de los chicos y las chicas de los pasillos de los barrios”.
“Se desviven para que la comida alcance y tenga la proteína suficiente para poder lograr un equilibrio en la alimentación de nuestros chicos. Para que pueda tener la carne y el sabor suficiente. Lo hacen con el empeño y delicadeza que es propia del corazón de una madre”, expresó Ojea.
La misa se da en medio del conflicto por el reparto de alimentos, luego de que el Gobierno resolvió retirarle el apoyo a las organizaciones sociales. Se da también en un contexto en el que el obispos vienen aumentando el tono de los reclamos por la falta de políticas sociales y el aumento de la pobreza. El propio Ojea había reclamado al Ministerio de Capital Humano por los cinco millones de kilos alimentos guardados a punto de vencerse que terminaron entregando a la fundación Conin.
“Vienen familias enteras a nuestro comedor, caminando cuadras y cuadras con los chicos para sentarse a la mesa y, después, llevarse el tupper para la noche”, dijo a elDiarioAR Graciela, que está al frente de una casa de dos ambientes en Villa Celina, donde sirve comida para unas 50 personas, “casi el doble de las que asistían a principios de año”.
Graciela, que está al frente de una casa de dos ambientes en Villa Celina, donde sirve comida para unas 50 personas, “casi el doble de las que asistían a principios de año”
Graciela llegó junto a otros referentes del barrio en el que vive para “rezarle al Jesús del barro, de los comedores, porque necesitamos poder comprar o que no donen más alimentos. Lo que tenemos, no nos alcanza”, aseguró.
A la misa asistieron representantes de comedores y de organizaciones sociales de San Martín, 3 de Febrero, San Isidro, Villa Madero y de los barrios porteños de Barracas y Mataderos, entre otras localidades. Todos ellos levantaron sus pancartas, cartulinas de colores y banderas dentro del santuario, donde la misa fue animada con guitarras y hasta acordeones. Allí, casi medio millar de fieles cantaron y levantaron sus manos en varios pasajes de la ceremonia. “Lo que nos sostiene es darle la razón a la vida como viene”, mencionó una de las letras de las canciones.
“Mi mamá es la que para la olla en el comedor. Dice que siempre hay un lugar más para los que quieran comer. Vine yo porque ella cocina desde temprano”, contó a elDiarioAR Valentín, un adolecente de 17 años, que llegó a San Justo desde Villa Palito, cerca de la iglesia. Valentín llegó a conocer en el barrio a Basilicio Britez, más conocido como el Padre Bachi, uno de los curas villeros y referente comunitario en la zona, que murió como consecuencia del Covid-19 en agosto de 2020. “Alma de los abrazos, un villero que eligió ser cura”, decía un cartel con una foto del sacerdote en una de las paredes del santuario.
La homilía que pronunció Ojea le siguió a una lectura de la Biblia que hacía referencia a un milagro hecho por Jesús, quien multiplicó los peces y panes para unas 5.000 personas que se le habían acercado para pedirle comida porque tenían hambre. “No nos podemos confundir, menos en una emergencia y en una crisis. La solidaridad tiene que ser cada vez más honda y el sentido de responsabilidad tiene que ser cada vez más grande. Si alguna vez nos enseñaron que no se debe tirar la comida, hoy menos que nunca porque falta en muchos hogares. Tenemos que renovar esa conciencia fraterna que no se deja vencer por la desesperanza”, mencionó Ojea.
Los organizadores y los asistentes a la misa evitaron confrontar o hacer mención al presidente Javier Milei o a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, involucrada en un escándalo político después de que saliera a la luz que unas 5.000 toneladas de alimentos no perecederos estaban guardadas en galpones a cargo de su cartera. La comida, finalmente, comenzó a ser repartida en comedores comunitarios después de que así lo ordenara la Justicia. La decisión judicial tuvo como marco legal una causa iniciada en febrero último por organizaciones sociales, opositoras al Gobierno, tras la interrupción en la provisión de alimentos a sus comedores comunitarios en diciembre pasado cuando el Ministerio a cargo de Pettovello inició una auditoría. Sin embargo, unas de las peticiones leídas tras la homilía de Ojea en la misa fue “que los gobernantes se dejen interpelar por los que más sufren”.
El Equipo de sacerdotes de Villas y Barrios Populares de la Argentina también celebró misas en otras ciudades del país para reconocer a las “madres de la Patria”. Lo hicieron en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en La Banda, Santiago del Estero; en la Capilla Monseñor Angelelli y Compañeros Mártires, en Córdoba; en la Parroquia Santa Rita, de Mar del Plata; y en la comunidad Ava Guaraní de la Misión San Francisco en Pichanal, en Salta.
Según un informe difundido en mayo último por la Universidad Torcuato Di Tella, la pobreza en la Argentina alcanzó al 48,9% de la población entre noviembre de 2023 y abril de 2024, llegando a unas 14.4 millones de personas que viven en hogares urbanos.
En junio pasado, en tanto, una nueva encuesta de UNICEF Argentina indicó que unos 10 millones de chicas y chicos en la Argentina comen menos carne y lácteos en comparación a 2023 por la falta de dinero en sus familias. El organismo internacional resaltó, además, que casi la mitad de los hogares con niñas y niños no alcanzan para cubrir gastos básicos de alimentación, salud y educación.
“¿Sabés lo que cuesta conseguir carne o pollo para acompañar el arroz o el guiso? Es un milagro”, señaló a elDiarioAR Cristina, cocinera de un comedor comunitario en la localidad bonaerense de Laferrere.
“Esta cultura de la indiferencia es un problema que tenemos metido dentro de nosotros. Yo también soy responsable de la necesidad de mi hermano. No me puedo lavar las manos. Cada uno sabe qué grado de responsabilidad puede tener con respecto a su hermano”, sostuvo Ojea.
GT/MG