Javier Milei brindó su primer discurso como presidente de la Nación afuera del edificio del Congreso y no adentro, ante la Asamblea Legislativa, como se hizo siempre en los dos siglos de historia institucional de la Argentina.
Habló en la explanada del Palacio del Congreso y de cara a la plaza, parado frente a un atril y escoltado con un selecto grupo integrado por jefes de Estado y líderes políticos extranjeros como el rey de España, Felipe VI, y Jair Bolsonaro. Milei empezó su discurso con un “hola a todos”, con esa voz ronca con que imita al cantante de La Renga, Chizzo Nápoli, con que acostumbra a hablar en sus actos políticos.
Después, ya con su voz normal, dijo que “comienza el camino de la reconstrucción de nuestro país” y que “los argentinos, de manera contundente, han expresado una voluntad de cambio que ya no tiene retorno”.
“No hay vuelta atrás. Hoy enterramos décadas de fracaso, peleas intestinas y disputas sin sentido. Peleas que lo único que han logrado es destruir nuestro querido país y dejarnos en la ruina. Hoy comienza una nueva era en Argentina, una era de paz y prosperidad, una era de crecimiento y desarrollo, una era de libertad y progreso”, dijo.
Posteriormente, se dedicó a detallar largamente de la situación en la que encuentra el Estado, una recomendación que surgió del entorno de Mauricio Macri, que siempre se lamenta por no haberlo hecho al asumir como presidente de la Nación, en 2015. “Ningún gobierno ha recibido una herencia peor que la que estamos recibiendo nosotros”, dijo Milei.
Sostuvo que “el kirchnerismo, que en sus inicios se jactaba de tener superávit gemelos, esto es, superávit fiscal y externo, hoy nos deja déficits gemelos por 17% del PBI” y que “de esos 17 puntos del PBI, 15 corresponden al déficit consolidado entre el Tesoro y el Banco Central”. “Por lo tanto, no existe solución viable en la que se evite atacar al déficit fiscal. Al mismo tiempo, de esos 15 puntos de déficit fiscal, 5 corresponden al Tesoro Nacional y 10 al Banco Central. Por lo que la solución implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional de 5 puntos del PBI, que a diferencia del pasado, caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado”, dijo alzando la voz Milei, lo que provocó aplausos y ovación entre el público que cubría un 30%, aproximadamente, de la plaza del Congreso.
Lo que viene en el corto plazo, según Milei, es una inflación entre el 20% y 40% mensual para diciembre y enero, shock y ajuste, estanflación, más caída del salario real y más pobres.
“No hay solución alternativa al ajuste”
Después de un largo “Milei, querido, el pueblo está contigo”, el presidente de la Nación dijo que “el cepo cambiario es otra herencia de este gobierno”, en alusión al gobierno de Alberto Fernández, y que “no sólo constituye una pesadilla social y productiva, porque implica altas tasas de interés, bajo nivel de actividad, escaso nivel de empleo formal y salarios reales miserables que impulsan el aumento de pobres indigentes, sino que además el sobrante de dinero en la economía hoy es el doble que había en la previa del Rodrigazo”.
“Tranquilos, que no termina acá, la herencia sigue”, dijo Milei, que le dedicó la mayoría de su discurso a trazar un panorama económico de la situación económica de la Argentina, y sostuvo: “El gobierno saliente nos dejó plantada una hiperinflación. No hay alternativa al ajuste”.
“Nos han arruinado la vida”
Indicó que “la deuda del Banco Central e YPF suman US$25.000 millones y la deuda del Tesoro pendiente suma unos US$35.000 millones adicionales”. “La bomba en términos de deuda asciende a US$100.000 millones que habrá que sumar a los cerca de US$420.000 millones de deuda ya existente. Naturalmente, a estos problemas hay que sumarles también los vencimientos de deuda de este año, donde los vencimientos de deudas en pesos”.
Señaló que la economía “no crece desde el año 2011” y que “el empleo formal en el sector privado se mantiene estancado en 6 millones de puestos de trabajo, llegando a la locura que el mismo es superado en un 33% por el empleo informal”. “No debería sorprender a nadie que los salarios reales se hayan destruido y se hayan ubicado en torno de los US$300 mensuales, los cuales no solo son 6 veces inferiores a los de la Convertibilidad sino que de haberse mantenido la tendencia de aquellos años, o como lo decían ellos, el maldito neoliberalismo, hoy oscilarían entre US$3.000 y US$3.500 por mes. Nos han arruinado la vida. Nos han hecho caer por 10 veces nuestros salarios”, dijo Milei.
Milei señaló que “no debería sorprender que el populismo nos esté dejando 45% de pobres y 10% de indigentes” y que “frente a dicho cuadro de situación, que a todas luces parece irremontable, debe quedar claro que no hay alternativa posible al ajuste y que tampoco hay lugar a la discusión entre shock y irregularismo”. Sostuvo que “todos los programas gradualistas terminaron mal, mientras que todos los programas de shock, salvo el de 1959, fueron exitosos”.
También afirmó que “si un país carece de reputación, como lamentablemente es el caso de Argentina, los empresarios no invertirán hasta que vean el ajuste fiscal haciendo que el mismo sea recesivo”. “Para hacer gradualismo es necesario que haya financiamiento. Y lamentablemente, tengo que decírselos de nuevo, no hay plata”, dijo Milei, para repetir la frase que había formulado como presidente electo, en una entrevista con Alejandro Fantino, y con que inclusive se fabricaron remeras que hoy llevaban puestas en el Congreso algunos de sus seguidores.
“Este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina”
El presidente de la Nación dijo que el ajuste y el shock impactarán “de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes” y que “habrá esta inflación, es cierto, pero no es algo muy distinto a lo que ha pasado en los últimos 12 años”, porque “el PBI per cápita ha caído 15% en un contexto donde acumulamos 5.000% de inflación”. “Por lo tanto, este es el último mal trago para comenzar la reconstrucción de Argentina”, prometió.
Sostuvo que “el reacomodamiento macro” que impulsará su gobierno “será menos doloroso cuanto mayor sea la caída del riesgo país y cuanto mejor sea la contención desde el Ministerio de Capital Humano”, un ministerio nuevo, que se creará con la reforma de la ley de Ministerios y que encabezará Sandra Pettovello.
Dijo que “habrá luz al final del camino” y que la propuesta “progresista sensible, cuya única fuente de financiamiento es la emisión de dinero”, iba a derivar “en una hiperinflación que llevaría al país a la peor crisis de su historia, sumado a que nos metería en una espiral decadente que nos equipararía con la oscuridad de la Venezuela de [Hugo] Chávez y [Nicolás] Maduro”.
Dijo que el ajuste que impondrá “será duro” y citó “una frase sobresaliente de uno de los mejores presidentes de la historia argentina, que fue Julio Argentino Roca: 'Nada grande, nada estable y duradero se conquista en el mundo cuando se trata de la libertad de los hombres y del agradecimiento de los pueblos si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios'”.
“¡Policía, policía, policía!”
En materia de seguridad, dijo Milei, “la Argentina se ha convertido en un baño de sangre”, “los delincuentes caminan libres mientras los argentinos de bien se encierran tras las rejas”, “el narcotráfico se apoderó lentamente de nuestras calles a punto tal de que una de las ciudades más importantes de nuestro país ha sido secuestrada por los narcos y la violencia”, en alusión a Rosario.
Señaló que “las fuerzas de seguridad han sido humilladas y malterradas durante décadas”, que “han sido abandonadas por una clase política que le ha dado la espalda a quienes nos cuidan” y que, por lo tanto, “la anomia es tal que solo el 3% de los delitos son condenados”. Frente a esta situación que describió, prometió: “Se acabó con el siga-siga de los delincuentes”.
Tras esa frase el público cantó: “¡Policía, policía, policía!”.
En otro momento del discurso dijo también que “este nuevo contrato social nos propone un país distinto, un país en el que el Estado no dirija nuestras vidas sino que vele por nuestros derechos, un país en el que el que las hace las paga”, frase que repitió una y otra vez en su campaña proselitista, y lanzó después una fuerte advertencia: “Un país en el que quien corta la calle violando los derechos de sus conciudadanos no recibe la asistencia de la sociedad. El que corta, no cobra”.
El Presidente también cuestionó la estrategia sanitaria contra la pandemia de su antecesor, Alberto Fernández, al señalar que “si los argentinos hubiéramos hecho las cosas como la media de los países del mundo, hubiéramos tenido 30.000 muertos” y no los 130.000 que terminaron falleciendo por COVID-19.
También repitió otras frases que venían afirmando en entrevistas previas, como “sólo el 16% de nuestras rutas se encuentran asfaltadas y solo el 11% se encuentra en buen estado” y que “mueren cerca de 15.000 argentinos por año en accidentes de tránsito”.
“No buscamos ni deseamos las duras decisiones que habrá que tomar en las próximas semanas pero lamentablemente no nos han dejado opción. Sin embargo, nuestro compromiso con los argentinos es inalterable. Vamos a tomar todas las decisiones necesarias para arreglar el problema que causaron 100 años de despilfarro de la clase política, aun cuando el principio sea duro”, dijo.
Subrayó que “de corto plazo la situación empeorará” pero que “luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo, habiendo creado las bases de un crecimiento sólido y sostenible en el tiempo”. Volvió a citar la frase de quien definió como “el máximo prócer de las ideas de la libertad, el profesor Alberto Venegas Lynch (h)”, el padre del ahora diputado nacional de La Libertad Avanza “Bertie” Benegas Lynch, quien dijo que “el liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio del no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, cuyas instituciones fundamentales son la propiedad privada, los mercados libres de intervención estatal, la libre competencia, la división del trabajo y la cooperación social”.
Volvió a decir que quiere “un país que dentro de la ley permite todo pero fuera de la ley no permite nada”, que “contiene a quienes lo necesitan pero no se deja extorsionar por aquellos que utilizan a quienes menos tienen para enriquecerse a ellos mismos” y se dirigió a la clase política señalando que no viene “a perseguir a nadie” y a no“saldar viejas vendetas ni a discutir espacios de poder”, ya que su proyecto, según afirmó, “no es un proyecto de poder sino de país”.
“No pedimos acompañamiento ciego pero no vamos a tolerar que la hipocresía, la deshonestidad o la ambición de poder interfieran con el cambio que los argentinos elegimos. A todos aquellos dirigentes políticos, sindicales y empresariales que quieran sumarse a la nueva Argentina los recibimos con los brazos abiertos”, aseveró.
Viva la libertad, caraja, y al descapotable
Sostuvo que “no es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de [la festividad judía] Jánuca, la fiesta de la luz, ya que la misma celebra la verdadera esencia de la libertad”.
“La guerra de los macabeos es el símbolo del triunfo de los débiles por sobre los poderosos, de los pocos por sobre los muchos, de la luz por sobre la oscuridad, y sobre todas las cosas, de la verdad por sobre la mentira. Porque ustedes saben que prefiero decirles una verdad incómoda antes que una mentira confortable”, dijo Milei, que afirmó hace unos meses que evalúa convertirse en judío y, como presidente electo, viajó a Estados Unidos a visitar la tumba de un renombrado rabino ortodoxo.
“Estoy convencido de que vamos a salir adelante. Recuerdo cuando hace dos años, junto a la doctora Villarruel, hoy vicepresidente de la Nación, ingresamos a esta casa como diputados. Recuerdo que en una entrevista me habían dicho: 'Pero si ustedes son dos en 257, no van a poder hacer nada'. Y también recuerdo que ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos 3.19, que dice que 'la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo'”.
Milei cerró con su ya famosa frase “Viva la libertad, carajo”, repetida tres veces para que el público le responda “viva”, como lo hizo, y se trasladó a la Casa Rosada en el automóvil descapotable Valiant III, con su hermana Karina a bordo.
JJD