Ariel Lijo se presenta en el Senado ante un oficialismo quebrado por su candidatura a la Corte Suprema, dardos directos de Victoria Villarruel, un decidido rechazo de un puñado de aliados a La Libertad Avanza y el silencio sugestivo del kirchnerismo, el bloque que tiene la llave para que avance su pliego. La exposición del juez federal este miércoles desde las 10 en el salón Azul será el foco de atención pública por la trama de relaciones políticas que sintetiza su figura.
Lijo enfrentará el test de los senadores en la comisión de Acuerdos, que preside Guadalupe Tagliaferri, del PRO. Se espera que el juez federal haga primero una presentación sobre su candidatura y que luego se someta a las preguntas de los legisladores. La exposición no tiene horario de finalización, pero fuentes al tanto de la organización estimaron a elDiarioAR que podría durar al menos unas tres horas –ya está programado un cuarto intermedio para las 13–.
“La audiencia va a llamar la atención por lo propositiva que será su exposición. Va a dar sus propuestas para un nuevo funcionamiento de la Corte, sobre su gestión y adelantar los cambios que quiere introducir”, recogió este medio de fuentes de la Justicia sobre qué se puede esperar de Lijo en público. Luego será el momento del cruce con los senadores.
El magistrado es consciente de las polémicas que lo rodean, como ciertas sospechas sobre su patrimonio –se señala en ese sentido la lujosa vida de su hermano Alfredo “Freddy”– o su rol en causas sensibles como la expropiación de Ciccone que involucró a Amado Boudou, la deuda del Correo Argentino y la investigación por el encubrimiento en la causa AMIA. “Tiene respuesta para todo”, adelantaron a elDiarioAR. Lijo sí evitará contestar sobre las causas judiciales que permanecen abiertas para –explicó una de las voces consultadas– no entorpecer el debido proceso. El juez ya respondió algunos cuestionamientos a su postulación a través de un escrito que remitió al Senado, luego de que se formalizaran 34 impugnaciones. También es cuestionado porque su postulación es para reemplazar a Elena Higton de Nolasco, por lo que no se cumpliría un criterio de equidad de género.
En el escrito enviado días atrás a la comisión de Acuerdos Lijo acusó de un “prejuicio estereotipado de impugnación al sistema institucional” las críticas recibidas por su supuesta falta de idoneidad moral y consideró “meras aseveraciones sin ningún tipo de sustento fáctico ni documental” las denuncias por su patrimonio. Lijo está entre los jueces más denunciados ante el Consejo de la Magistratura (32 veces, aunque nunca fue sancionado) y es de los que más dilata los expedientes (solo elevó a juicio 14 de las 89 causas de corrupción que tuvo a cargo). Elisa Carrió ya lo ha denunciado penalmente por asociación ilícita, lavado de dinero, coimas y tráfico de influencias.
Si hay apoyo, hay silencio
La candidatura de Lijo llega en medio de un silencio que ensordece: no cosechó ninguna voz pública de apoyo entre los senadores. Solo salieron a hablar los que admitieron que votarían en contra: el libertario Francisco Paoltroni (Formosa) y algunos sueltos de la UCR como Carolina Losada (Santa Fe) y Pablo Blanco (Tierra del Fuego). La crítica más resonante fue ayer la de Villarruel, con la salvedad de que la vice no tiene voto en el debate parlamentario.
La cruzada de la vice contra el magistrado parece tener más que ver con profundizar el divorcio con Javier Milei. Ayer afirmó que Lijo “no tiene los pergaminos necesarios”. Horas después, su equipo de comunicación en el Senado dio a conocer un micrositio para que la ciudadanía pueda seguir el proceso de nominación de los jueces al máximo tribunal.
Lijo expone hoy y en una semana hará lo propio el catedrático conservador y antiabortista Manuel García-Mansilla, a quien espadas parlamentarias señalaron como el “verdadero” candidato del Gobierno para la Corte. El secreto a voces que recorre los pasillos del Congreso es que Lijo llegó a ser postulante gracias a un acuerdo entre Ricardo Lorenzetti con Karina Milei y Santiago Caputo. Además de ser el propio Lijo el que habría estado juntando sus votos –y los de García-Mansilla–, estuvo operando Javier Amerio, segundo de Mariano Cúneo Libarona en Justicia, pero sobre todo hombre de Caputo en el ámbito judicial.
El kirchnerismo y la UCR, claves
La llave para la designación de los jueces la tiene el kirchnerismo, que es la primera minoría en la comisión de Acuerdos (siete de 17) y también en el recinto (33 de 72). Una espada parlamentaria ligada a Cristina Kirchner aseguró a este medio que nadie la contactó para pedirle su apoyo a Lijo, y dejó entrever que condicionaría su voto a que haya un acuerdo más amplio con el Gobierno por otros cargos vacantes en la Justicia o que a lo sumo en la dupla de candidatos se incorpore a una mujer. La Casa Rosada apuesta a que sean “los dos candidatos o ninguno”.
También será importante el rol de la UCR, que en las últimas horas sumó un resorte de poder importante: quedó al frente de la sensible bicameral de Inteligencia, que puede controlar cómo se gastan los fondos reservados de la SIDE. Ahí fue nominado Martín Lousteau, que acompañaría la candidatura de Lijo, según ya adelantó su socio Emiliano Yacobitti. El radicalismo tiene cuatro firmas en la comisión: Lousteau, Blanco, Losada y Mariana Juri (Mendoza).
El PRO ostenta dos sillas en la comisión que debería dictaminar sobre los nuevos jueces, y una de las representantes es Tagliaferri, quien está alejada de Mauricio Macri, quien pidió a los amarillos que voten en contra. La otra firma macrista es la de Beatríz Ávila, referenciada en Luis Juez y aliado del expresidente. El oficialismo apenas tiene un miembro –Ezequiel Atauche, que en caso de llegar al recinto votará a favor, junto con otros seis libertarios–, como los espacios provinciales Unidad Federal, Cambio Federal y el Frente Renovador de la Concordia de Misiones.
Los pliegos tienen primero que ser aprobados por la comisión para que luego se voten en el hemiciclo. En ese momento se necesitan dos tercios de los presentes para nominar a un supremo de la Corte; es decir que también importan las ausencias. Ayer fuentes especializadas calculaban que la votación del pleno del cuerpo recién podría llegar en un mes. “Si hay quórum, hay Lijo”, comentó una fuente.
“No hay manera de que Lijo no junte el consenso necesario para ser ministro de la Corte. El apoyo que tiene es transversal”, apuntaron en los tribunales. “Cualquier senador que esté pensando en no votarlo se está comprando la posibilidad de nunca más poner un juez en ningún lado. Políticamente no conviene”, completó la fuente. Las preguntas y el modo en que los senadores se dirijan hoy a Lijo también serán sugestivas para entender cómo se está negociando su candidatura al máximo tribunal.
MC/JJD