* Este perfil se publicó originalmente en el sitio Perycia, especializado en periodismo judicial
Rubia, treinta y un años, “buena presencia” para los viejos cánones, Macarena Alifraco se convirtió en la sombra de Santiago Caputo y parece haber adoptado rápidamente algunas de sus precauciones. Su contratación no figura en el organigrama gubernamental ni en el directorio para la Administración Pública Nacional, pero un periodista acreditado en Casa de Gobierno y otras dos fuentes –una de ellas la conoce desde antes incluso que coqueteara con La Libertad Avanza–, le atribuyen en esta investigación el rol de secretaria del todopoderoso asesor. Cuando el 10 de octubre pasado, el periodista Manuel Jove la mencionó en un tuit como pieza clave en su equipo, los trolls más reputados salieron a celebrarla: las cuentas del Gordo Dan, SagazLuna, Doe, El Trumpista, Milei Shelby y el abogado de tuiteros Alejandro Sarubbi Benitez festejaron su designación oficial.
Alifraco se acercó a Caputo a través de Agustín Romo, que la conocía al menos desde 2020. Una de las fuentes consultadas, que conoce al grupo de cerca, asegura que a “Maqui” le ofrecieron la Dirección de Comunicación Digital antes de nombrar a Juan Pablo Carreira y que ella, que –como su jefe– prefiere la discreción, lo rechazó. Tal vez también por eso –como su jefe– figura en los registros comerciales como simple monotributista: aunque durante esta investigación se haya podido comprobar que le depositen casi un millón de pesos mensuales desde principios de 2023 en el Banco Ciudad de Buenos Aires. En las planillas de ingreso a Balcarce 50, su nombre aparece 12 veces, pero siempre con el apellido levemente alterado -“Alefraco”, “Lafraco” o “Franco”-, o registrada simplemente con el nombre de pila. El 18 de julio, autorizó la visita de Ariel “Wata” Waissbein, un experto en tecnologías que acababa de asumir como director de la Agencia de Ciberseguridad de la flamante SIDE.
En su cuenta de Twitter abierta en 2010 –@maquialifraco–, donde la siguen 111.400 personas, Macarena Alifraco se presenta como una abogada con posgrado en Gestión y Políticas Públicas Metropolitanas. Pero su recorrido político-partidario y su rol específico en la militancia alcanzan para entender que en la consideración de Caputo pesaron otras virtudes, como su participación en la campaña electoral de Patricia Bullrich y su vieja compulsión al activismo digital. Hay otra condición que pudo sumarle varios porotos: el método de incidir en la interpretación de la realidad con noticias falsas, como herramienta política.
La primera falacia quedó registrada en noviembre de 2018, un año y tres meses después de la desaparición de Santiago Maldonado: “Hola, soy Macarena, estoy en mi casa almorzando y me pregunto ¿Dónde está el millón y medio de pesos que le robó al Estado la flia de Santiago Maldonado?”, tuiteó. Fue el propio ministro Germán Garavano quien desmintió la infamia que a fuerza de repeticiones en los medios y las redes había empezado a instalarse: “Rechazamos las versiones que afirman que Sergio Maldonado o la familia de Sergio Maldonado recibe o recibió subsidios de 200.000 pesos de parte del @jusgobar. El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos no otorga subsidios”.
Como el de muchos jóvenes libertarios, el bautismo político de Macarena fue en las filas de la juventud del PRO. Empezó a militar alrededor del año 2011, en Morón. Alguien que compartió con ella esos primeros pasos, recuerda que se ocupaba de sacar las fotos en cada actividad, por mínima que fuera, y garantizaba personalmente que se publicaran. Aparte de las razones ideológicas, Macarena tenía otras familiares para pertenecer al partido amarillo. Su padre, Edgardo Alifraco, había sido vocal titular de Boca entre 1995 y 2003, durante la presidencia de Mauricio Macri, y ocupaba más de un rol durante la gestión de Daniel Angelici. Era uno de los vasos comunicantes entre dirigencia y barra brava, tanto que la justicia llegó a procesarlo por apoyar a los hermanos Fernando y Rafael Di Zeo, y a otros miembros de “La Doce”, en la recordada pelea de 1999 con la barra de Chacarita que dejó un tendal de hinchas apuñalados. Su actividad política era en el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID) y su socio más estrecho Oscar Zago. En las elecciones presidenciales de 2015, el MID de Alifraco apoyó a Sergio Massa, y en 2019 se integró a Juntos por el Cambio. Por alguna de esas razones, o varias, Macarena creció en una rutina de seguridad estricta: a sus compañeros de militancia les decía que por el trabajo de su padre siempre la llevaba y retiraba un guardia de seguridad del jardín de infantes.
A fines de 2015, fue contratada en la Municipalidad de Morón para trabajar muy cerca del intendente Ramiro Tagliaferro. La explosión mundial del Covid-19 potenció la fábrica de ficciones, y Macarena Alifraco se zambulló en esas aguas turbulentas. El 26 de marzo de 2020, con la pandemia apenas declarada y la incertidumbre todo el tiempo en la tele, un enfermero del Hospital municipal Ostaciana de Morón apareció en un video viral advirtiendo que en la farmacia del edificio faltaban insumos básicos como ibuprofeno, cefalexina, paracetamol, guantes y barbijos. El Municipio desmintió la información, suspendió por 60 días a Gustavo Fabián Salvatierra, y denunció por intimidación pública en la justicia a quienes habían participado de la operación. Esa misma noche, Salvatierra grabó un descargo que llegó a los medios locales. “Vinieron los médicos a preguntarme si tenía materiales para trabajar, les dije que tenía pocos, que estaba esperando el pedido para reponer en los distintos sectores. (…) No sé qué propósito tenía la gente que hizo ese video, adónde querían llegar”, dijo en un tramo. En la causa judicial se determinó que quien acompañaba a las médicas filmando el video era Macarena Alifraco. Desde la asunción del intendente de Unión por la Patria Lucas Ghi, estaba trabajando en la Legislatura bonaerense como asesora de la diputada María Eugenia Brizzi, de Juntos por el Cambio. Pero seguía maniobrando, por encargo o sin él, en su pago chico.
Por esos días, en junio de 2020, posteó sobre la esposa del gobernador Axel Kicillof. “La mujer de Kicillof, Soledad Quereilhac, investigando ocultismo con la guita del Conicet. Están en un cumple los tipos”. El tuit tuvo 2.400 réplicas. Otros posteos agregaban que “pese a los despidos, el Conicet contrató a la esposa de Axel Kicillof para estudiar ocultismo”. La mentira duró poco. El portal Chequeado confirmó que no había habido despidos, sino que finalizaron 1.450 becas doctorales y posdoctorales habían sido prorrogadas hasta el 31 de julio. Quereilhac había ingresado a la carrera de investigadora en 2011, y su especialidad era la Literatura argentina.
En los primeros meses, con Alifraco como única imputada, la investigación judicial por la Fake en el hospital tuvo cierto impulso. Esparcir falsedades en medio de la peste global no solo promovía el pánico: era también un delito. La causa pasó de la justicia provincial al juzgado federal 3 de Morón, subrogado por Alicia Vence, y en agosto de 2020 la citaron a prestar declaración indagatoria. Pero los investigadores se toparon con un enigma irresoluble: su domicilio. Lo pidieron a la Cámara Electoral, a la fiscalía de Morón, a la Municipalidad y al Sistema Federal de Comunicaciones Policiales –SIFCOP-, pero el éxito de la diligencia fue imposible. El 16 de diciembre de 2020 la causa quedó estancada, para quien consultara el sumario electrónico, como “averiguación de paradero”. Siete meses después, la justicia hizo un último esfuerzo e incorporó un escrito del juzgado de garantías. Pasaron tres años desde entonces. Nunca más se movió. “La causa está por prescribir”, admiten en el juzgado, sin perder la calma, cuando se consulta por el expediente.
Mientras la justicia archivaba la causa judicial en su contra, Maqui disfrutaba de unos días en Miami. Por esa época, en el Sur de Florida vacunaban gratis contra el Covid y muchas celebridades argentinas tomaban un avión para ponerse a salvo del virus sin esperar la dosis argentina. Tras aterrizar, el 20 de junio de 2021, Alifraco publicó un tuit contándole a sus seguidores que le habían aplicado la vacuna en el aeropuerto, en menos de cinco minutos. “Me salva el Estado, de Florida”, ironizó, y agregó emojis de una jeringa y la bandera de Estados Unidos. En la foto posaba con el certificado de inmunidad: debajo del barbijo se le insinuaba una sonrisa de arrogancia.
Las dos semanas siguientes, entre paseo y paseo, se reservó unos ratos para hacer sociales. El 2 de julio se fotografió en un restaurant con Agustín Romo, uno de los estrategas digitales de La Libertad Avanza, y Carlos Maslatón, el economista que todavía brillaba en el cielo libertario. La cena estuvo regada con champagne: a Macarena se la veía radiante. A pesar de que empezaba a frecuentar su mundo y a sus emisarios, todavía odiaba profundamente a Javier Milei.
Cerca de la fecha de regreso, la explosión de la variante Delta del virus decidió al gobierno argentino a restringir los vuelos al país. Aunque estaban advertidos de que su regreso dependía de las condiciones sanitarias, los 14.000 argentinos que habían viajado en los meses anteriores empezaron a presionar para volver. La organización Bases Republicanas, que presidía la jefa de asesores del Pro en la Cámara de Diputados Jimena de la Torre, presentó un informe ante Michelle Bachelet, titular de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos (ACNUDH), en el que denunciaba la violación a los derechos humanos de los pasajeros varados. Detalló 37 casos de padecimientos. Macarena era uno de ellos: “…el gobierno de Argentina me prohíbe entrar a mi país, regresar a mi casa, por tiempo indeterminado y a pesar de que estoy vacunada y debo cumplir con distintas medidas y restricciones para el ingreso” dijo. Se quejaba que nadie reparaba en sus “posibilidades económicas” ni sus derechos.
Según el reporte, Alifraco volvió al país el 3 de septiembre de 2021. Exactamente dos meses después, el 3 de noviembre, lo conoció a Milei. Era la noche del debate de los candidatos a diputados en el canal TN. Milei salió del set y pasó por la casa de Iñaki Gutiérrez, La Pepona, donde se había reunido el ejército troll que iba tomando forma, para seguirlo por tele. Estaban Eugenia Rolón, novia de Iñaki, el Gordo Dan y Agustín Romo. Alifraco estaba encerrada en un cuarto haciendo un “Space” para su comunidad en twitter y se asomó media hora más tarde. Comieron pizza y tomaron helado de Rapa Nui. En una sesión online, dos semanas más tarde, Alifraco confesó que Milei tenía “cara de bueno”. A diferencia de su padre, que había negociado que el MID apoyara la candidatura del economista ortodoxo y excéntrico, ella –a pesar de la inquina personal y política– siguió militando la de Vidal. Dos años después, en las presidenciales, Alifraco participó de la campaña de Patricia Bullrich. “Era una profesional”, recuerda alguien que compartió esa época con ella. Hace tiempo, Maqui le declaró la guerra al “socialismo”, y está convencida de que “la batalla se juega en el barro”. Un lodazal en el que, está claro, abundan las fakes. El pacto de Acassuso entre Bullrich y Milei, después de las elecciones generales de octubre que ganó el candidato peronista Sergio Massa, marcó el traspaso de Patricia Bullrich hacia las fuerzas del Cielo. El de Macarena Alifraco también.