En Casa Rosada descorcharon en silencio. El Congreso aprobó el DNU que le da vía libre al Gobierno para cerrar un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y en Balcarce 50 se respiró un alivio que no se reflejó en las calles. Javier Milei y su motosierra libertaria encontraron la misma salida que criticaron durante años: más deuda. La política tiene giros inesperados, pero en Argentina la contradicción es rutina.
Este jueves, el Presidente le puso fecha al acuerdo. “A mediados de abril”, confió a la agencia Bloomberg Línea. El plan del Gobierno es que el entendimiento técnico con el staff del FMI quede cerrado antes del 30 de abril, para luego ser tratado por el directorio del organismo. “Esperamos un acuerdo que nos permita mirar al futuro con mayor tranquilidad”, aseguró a elDiarioAR un alto funcionario. En la mesa de negociaciones están sentados Luis “Toto” Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausili. Su misión es trazar una hoja de ruta que permita evitar cualquier sobresalto financiero en los próximos meses, aunque públicamente se utilice el argumento del saneo del balance del Banco Central.
Es que del acuerdo que está cerrando Caputo poco y nada se conoce. Se rumorea que estará bajo la modalidad del Extended Fund Facility (EFF), un programa que se extiende hasta 2035 y que ofrece períodos de gracia de cuatro años y medio antes de comenzar los pagos de capital. También se estima que el financiamiento oscilaría entre 20.000 y 25.000 millones de dólares, con una parte destinada a la recompra de Letras Intransferibles emitidas por el Ministerio de Economía y en manos del Banco Central. Pero el detalle fino del entendimiento sigue bajo llave. El la Casa Rosada insisten en que es “confidencial”, aunque la experiencia argentina con el Fondo sugiere que el ajuste real siempre se revela después de la firma.
El Ministerio de Economía ya aplicó un ajuste fiscal y monetario incluso mayor al exigido por el FMI, por lo que esos puntos no generan discusión. La diferencia radica, según pudo saber elDiarioAR, en la política cambiaria: el organismo sostiene que el crawling peg —el incremento mensual del 1% del dólar oficial— es insostenible. Milei y Caputo coincidían en el objetivo final de levantar el control cambiario, pero pusieron todas las fichas a sostener un peso fuerte para bajar la inflación.
Sin embargo, más allá de los avatares actuales, el archivo no deja de acechar. En las últimas semanas, las redes volvieron a circular las entrevistas en las que Milei despotricaba contra el FMI con la furia de un libertario en estado puro. “El Fondo es una institución perversa”, decía en 2022. “Cuando un país está a punto de explotar, pone la guita y le permite tirar el ajuste para adelante”. En otra aparición en televisión, todavía en tiempos de Mauricio Macri, fue más tajante: “El FMI no debería existir”. Pero la hemeroteca no solo lo delata con el Fondo, sino con su propio ministro de Economía.
En 2018, cuando la gestión de Cambiemos firmó el acuerdo que ahora se renegocia, Milei apuntó directamente contra Caputo. Lo acusó de haber “fumado” 15.000 millones de dólares de reservas y de haber dejado un “despiole” de Leliqs que hipotecaba el futuro de Argentina. “Parte del acuerdo del Fondo se lo patinaron en el Banco Central para salvar a quienes financiaron el desastre del 28 de diciembre de 2017”, sentenciaba. Ese desastre lo administraba Caputo en tanto titular de esa entidad. El mismo Caputo que hoy maneja las cuentas de Milei.
En su primera intervención como diputado, en marzo de 2022, Milei votó en contra del acuerdo con el FMI que impulsaba Alberto Fernández. Lo hizo con una frase que hoy podría tatuarse en la frente: “Para nosotros la cuestión moral es central, y este gobierno está tomando deuda. La deuda son impuestos futuros, impuestos que pagan personas que no votan: nuestros hijos, nuestros nietos”. Tres años después, es su gobierno el que toma deuda, aunque lo niegue, y son sus propios legisladores los que la convalidan.
La incomodidad de la Casa Rosada quedó expuesta en la última conferencia de prensa de Manuel Adorni. Este jueves, Jonathan Heguier de El Destape le preguntó por la contradicción entre el Milei que atacaba al FMI y el Milei que ahora firma un nuevo crédito con el organismo. Adorni intentó desviar la conversación, repitió la línea oficial de que “la culpa es del kirchnerismo” y que “no hay ninguna inconsistencia”. Pero el periodista insistió y fue por el tema más espinoso: si Milei creía que Caputo había sido responsable de la crisis de 2018, ¿cómo explicaba que hoy lo tenga como ministro?
El vocero trastabilló. “Vos tenés un problema de escucha”, le respondió, visiblemente irritado. El resto de la respuesta fue una serie de malabares verbales para evitar reconocer lo obvio. Ni una sola línea sobre el hecho de que el gobierno de Milei está entregando la economía al mismo hombre al que el Milei de la televisión acusaba de haber volado la estabilidad financiera del país.
El mercado sigue con atención cada paso del Gobierno. Los bonos argentinos, que habían iniciado la jornada en alza tras la aprobación del DNU, revirtieron su tendencia y volvieron a caer. Los títulos de deuda a largo plazo, como el Bonar 2030 y 2035, registraron retrocesos, mientras que el riesgo país osciló sin una dirección clara. En Wall Street, las acciones argentinas operaron con variaciones mixtas: algunas compañías mostraron repuntes moderados, mientras que otras sufrieron nuevas caídas, reflejando la cautela de los inversores ante la falta de información sobre el acuerdo con el FMI.
En el oficialismo aseguran que no hará falta otro viaje a Washington para cerrar el Staff Level Agreement, aunque la experiencia argentina sugiere que la letra chica de estos acuerdos suele traer más sorpresas que certezas. El problema no es solo la contradicción de Milei con su discurso de campaña, sino la confirmación de una regla no escrita de la política nacional: no importa quién gobierne, cuando las papas queman, el FMI siempre aparece. El Milei que prometía dinamitar el Estado hoy se abraza al mismo Fondo que detestaba. Quizás no sea el fin de la “casta”, sino solo otra vuelta en la calesita de la historia.
PL/MG